Tony despertó al amanecer del tercer día. Miró a su alrededor y en primera instancia desconoció la habitación... Hasta que los recuerdos de los días anteriores le provocaron una sonrisa y con ello disiparon sus dudas.
Llevava 3 días encerrado con Steve dentro de su habitación. Tres días completos de tener sexo descontrolado y donde el rubio había anudado en múltiples ocasiones.
No sabía si su renovado celo le permitiría concebir y era algo a lo que no se iba a arriesgar. Pensó en que más tarde, cuando saliera de ahí, iría por una alta dosis de anticonceptivos, esos que le habían - supuestamente - atrofiado la matriz.
Sentía que el calor había menguado levemente y que su instinto de apareamiento estaba bajando, pero seguía aún en su celo.
Uno que iba a ser de más de 7 días, algo poco usual... Bueno, él nunca había sido usual en algún aspecto.
Miró a su acompañante, el delgado cuerpo dormía plácidamente. Miró la hora, eran las 05:36 de la mañana. Sintió hambre, así que se bajó de la cama y caminó hacia la pequeña mesa que había dentro de la habitación y comió un poco de lo que ahí había.
Al parecer, los trabajadores de la mansión se habían preocupado de llevarles comida y agua para esos días, ya que habían muchas provisiones encima de ésta.
Aprovechó ese momento para pensar en todo lo que estaba pasando. El suero había hecho que Steve se volviera un alfa potente. De un rango normal a uno superior. Logró sacar su voz de alfa y le había doblegado.
Además de eso, había ganado peso y estatura, se veía más sano y al parecer sus enfermedades estaban en retirada. Debía hacer los exámenes correspondientes para confirmar esto. Por ese mismo motivo decidió algo.
Definitivamente con él usaría la dosis completa.
¿Por qué? Por qué simplemente quería convertirlo en algo mejor de lo que ya era. Quería que fuera superior en todo aspecto.
Pensó en su laptop rota por un ataque de celos. Tenía tanto la información sobre él Extremis y sobre el nuevo proyecto de una nano armadura que se iba a inyectar en su interior... Algo para estar atento a todo evento. Más tarde llamaría a Bruce para que compre el aparato nuevo y traspase la información del disco antiguo al nuevo.
También recordó al ciego. Ese maldito engendro defectuoso que estaba al medio de él y Steve. El muy bastado se había atrevido a llevar al rubio a su departamento y quizás que habían hecho. Lo que sí estaba seguro es que fuera lo que haya pasado, él se había llevado la mejor parte con sentir a su rubio en lo más profundo de su ser.
Tenía claro cuál sería el destino de ese tipo. No le importaba que fuera un maldito ciego ni que estuviera actuando como un jefe de la mafia. No le importaba nada. Más tarde hablaría con Rumlow y le daría la orden final de qué hacer con ese tipejo.Nadie se mete con lo que le pertenece a Anthony Stark.
Nadie.
Tan ensimismado estaba que no se dio cuenta cuando su cintura fue tomada por unos delgados brazos y una suave boca le besó sobre el cuello.
Se dejó hacer, total, esos momentos son únicos.
Steve comenzó a lamer su cuello, ahí donde estaba su glándula de feromonas alfa. Tony ni siquiera recordaba que tenía una.- ¿Qué haces levantado a esta hora? - preguntó el rubio con voz suave.
- Estaba comiendo - dijo en tono lujurioso y volteó para ver a Steve de frente - Ya sabes, mucho ejercicio éstos días - pronunció mientras se echaba una uva dentro de su boca de forma seductora.
- Mmmmm - ronroneó el más bajo. Tony sintió como ese ruido despertaba su omega hambriento y con decisión empujó al rubio hasta hacerlo caer sobre la cama. Steve no se sorprendió ya que durante esos días la dinámica de ellos era así. Es más, sonrió con lascivia ante lo que se venía.
- Deja que yo haga el trabajo esta vez... - pidió la voz caliente del castaño, tomando la creciente erección del rubio y llevándola a su boca por completo.
Rogers no respondió... Sólo se dejó hacer
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Toxic Passion: Multiversos Stony
FanfictionUn invisible, delgaducho y pobre pintor callejero llamado Steve Rogers es convencido por un apuesto hombre, Anthony Stark, para que le pinte cuadros de forma exclusiva. Lo que no sabía el delgado artista es lo que se escondía detrás de toda esa gran...