03. Personas Misteriosas y Desayunos en Bobby's

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“Oh oh oh, problema problematico, si

Ese es tu segundo nombre, oh oh oh”

~Troublemaker, Olly Murs

¿Motocicleta o el Prius de papá?, debatió Riley desde su habitación. Distraídamente, ella se puso la chamarra azul grisáceo de antes encima de su nuevo conjunto, unos jeans oscuros con botas negras hasta la mitad de la pantorrilla y una camisa morada debajo de una sudadera negra.

—Prius de papá será —murmuró Riley, notando los rastros de hielo en los bordes de la calle

Ella bajó las escaleras y colgó su bolsa en su hombro, cerrando la chamarra con el tirante dentro para que no cayera. Una vez que estaba lista, ella cogió las llaves del cuenco en la barra de la cocina y garabateó una nota para su padre en el cuaderno junto al teléfono.

Ella salió, manejó hacia la casa de Willie. Riley se preguntó si Níkolas ya había desenvuelto su regalo. ¿Le había gustado o le había parecido una broma estúpida? Con Níkolas, nunca se sabía. Fue el mejor regalo de cumpleaños que a ella se le ocurrió. Níkolas era perfectamente capaz de comprar todo lo que él quisiera. De no ser así, Riley sospechaba que no tenía problemas en robar.

No importa si no le gustó, decidió Riley. Siempre podía fingir que había sido solo una broma, en lugar de un sentimentalismo.

Riley llegó al 199 de Crowe Street, Solo para encontrar que su mejor amiga ya la esperaba para ir a Bobby’s. Por supuesto, eso no significaba que estuviera en condiciones de venir con ella.

El pequeño Rob había sido enfundado en una chamarra gruesa y de al menos de su mismo grosor, sus pequeñas piernas tratando desesperadamente de agarrarse al borde de la puerta mientras sus bracitos rodeaban la cintura de Willie, para evitar que ella avanzara al Prius.

Willie soltó un chillido, sus manos intentando que Rob soltara su cintura. Contraproducentemente, Rob notó que su agarre se aflojaba y decidió que era más seguro agarrarse como chango a Willie, envolviendo sus piernas alrededor de las de ella.

—¡Reese! —Willie gritó, llamando a su hermana—. ¡Lo juro, comenzaré a maldecir! ¡Allá tú si a él se le pega!

—¡No te atrevas, Willow! —exclamó Reese, saliendo por la puerta y despegando a Rob expertamente de Willie, antes de cargarlo y grácilmente caminar de regreso. Todo en sus tacones de cinco pulgadas y una ligera capa de hielo en el concreto.

Willie negó con la cabeza, antes de trotar hasta el Prius y subir apresuradamente, cuando vio la cara de Rob asomarse por la ventana.

—¿Así que eres su niñera favorita? —preguntó Riley, ni siquiera molestándose en intentar contener la sonrisa en su rostro, mientras giraba el volante para salir de la casa.

Willie le dio una mirada sucia, mientras se quitaba su bufanda de arcoíris y sacudía su cabello espolvoreado con copos de nieve.

—El niño me vio ponerme mi chamarra, y lo siguiente que se es que tengo una sanguijuela pegada a mí.

—Que cariñosa.

—Sabe que su madre va a irse y lo va a dejar encargado a mamá y papá, pero papá va a ir a trabajar y la sonrisa de mamá le da miedo, así que solo quedan mis hermanos; y ellos apestan.

—Así que solo quedas tú, el menor de los males.

—Exact~ Hey.

—Willie —llamó Riley—, mira eso. —Riley levantó una de sus manos del volante para señalar a un par de personas la banqueta.

Feline, Hot Mess: Desastre FelinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora