07. Chica Que Necesita un Rastreador y el Chico con Conflictos Comunes

29 2 0
                                    

~La Chica que Necesita una Tobillera con Rastreador y el Chico con Conflictos Comunes~

 ¿Estás solo o incompleto?

 ¿Sientes que eres un rompecabezas,

y no encuentras tu pieza faltante?

 Dime, ¿cómo te sientes?

 ~Talk, Coldplay

 Como Riley no podía recuperar a Haleigh vestida de Lady Kitten ante la posibilidad de que ella lo recordara la mañana siguiente, Riley vagó por las sombras en forma de Lady Kitten hasta que encontró a Haleigh.

 Ella estaba tropezando, saliendo del club al que se había colado del brazo de un chico que era la menos cinco años mayor que ella. Haleigh se presionaba generosamente contra el brazo del chico y él lo aceptaba felizmente, guiándola en dirección que Riley suponía que era su casa.

Saliendo de la forma de Lady Kitten, Riley se bajó de la barda en la que estaba parada expertamente, cayendo silenciosamente en el piso. Rápidamente, ella caminó hacia los tortolos, asegurándose de hacer ruido para evitar más sospechas que las necesarias.

 —¿Haleigh? —llamó Riley, trotando hacia ella.

 El chico no levantó la vista —seguramente ni siquiera sabía que el nombre de la chica a su lado era ese—, pero Haleigh estiró su cuello exageradamente sobre su hombro y, por la mirada adormilada y a la vez extasiada en sus ojos, Riley supuso que estaba al menos un poco ebria.

 —Riiileeey —murmuró Haleigh sonrientemente, arrastrando el nombre—. Sabía que no estabas en tu cuarto o en el baño. ¡Por eso te dejé los cigarrillos en tu cama! Sabía que no eras la chica buena que finges ser. Esperaba que vinieras a divertirte conmigo, pero ya es tarde. —Haleigh le dio una mirada coqueta—. Ahora voy a la casa de Drake.

 —Dylan —corrigió el chico.

 —Dylan —repuso Haleigh.

 —Dylan —repitió Riley, su voz libre de convicción. Riley se cruzó de brazos y alzó una ceja en dirección de Dylan—. Bueno, Dylan, si estas llevando a Haleigh a tu casa, probablemente deberías saber que ella tiene diecisiete años —Riley sacó su teléfono de su bolsillo, girándolo en sus dedos con destreza— y yo tengo un teléfono aquí. Si el par de ustedes sale de mi vista por un momento, llamaré a la policía.

 —¿Tienes diecisiete? —siseó Dylan, enviando miradas ansiosas a Riley—. Me dijiste que tenías veintiuno.

 —Eso no suena absolutamente trillado de ninguna manera —comentó Riley secamente—. Definitivamente el juez te creerá durante la acusación que sus padres harán contra ti por estupro.

 Dylan miró a Riley con desmayo, antes de soltar el brazo de Haleigh como si quemara y salir corriendo

 —¿Tengo diecisiete? ¿Por eso se fue Dylan? —preguntó Haleigh desconsolada.

 Riley le dio unas palmaditas de consuelo en su hombro.

 —No, cariño, tienes dieciocho años. Pero si, él se fue porque le hice creer que tenían diecisiete.

 Haleigh comenzó a lagrimear.

 —¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? ¡Yo lo amaba!

 Riley rodó los ojos, sacando el papel del chocolate de muestra que les dio Malva del bolsillo de su pantalón. Era un papel metálico rojo y brillaba con la luz amarilla del farol, dándole un tono naranja. Ella se lo entregó, a Haleigh —si tenía algo de suerte, la distraería el brillo del papel.

Feline, Hot Mess: Desastre FelinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora