“Bienvenido a la pesadilla en mi cabeza, ¡oh dios!
…
Mejor tener miedo, mejor estar temeroso,
Ahora que la bestia está fuera de su jaula.”
~Mz. Hyde, Halestorm
Lionel Jones era un hombre joven, maduro y razonablemente sabio. Y sus consejeros evitaban que el cometiera un error demasiado grave durante su alcaldía, por lo que Riley no tenía nada contra él.
Pero al verlo en el podio, a cuyos lados estaban las entradas al lado de la plaza en el que sería el festival, con los flashes de las cámaras y todas las personas ruidosas a su alrededor —con él esbozando una sonrisa con dientes cegantemente blanco, Riley no pudo evitar sonreír con diversión.
El tipo lucía más como un modelo de pasarela que el alcalde de Clearberry Lake, saludando como princesa a las cámaras, su voz —así como las de todos— siendo ahogada por la música.
Cuando, finalmente, su ayudante logró que los de las bocinas callaran el ruido pop que salía de ellas, el alcalde Jones dio un paso hacia adelante, un par de sus dedos dando un par de toques suaves al micrófono suerte a él —que por pura suerte no soltó un chillido cuando él lo golpeó.
El alcalde Jones carraspeó.
—Buenas tardes, gente de Clearberry Lake —saludó con una sonrisa—. Ahora son las —él miró su reloj, y como alcalde, se tardó más de lo que Riley estaba cómoda descifrando la hora de su reloj— 5:59 pm, así que mi discurso será breve —prometió encantadoramente.
»Hace trescientos cincuenta años, los fundadores de Clearberry Lake no eran los más discretos —bromeó patéticamente, pero las personas sonrieron cordialmente en respuesta. El tipo no era malo solo algo torpe—. Ricos y recién llegados en el Mayflower, ellos querías celebrar. Así es como nació esta celebración, junto con el Festival del Solsticio de Verano. Así que, Clearberry Lake, ¡les doy la bienvenida y les presentó el inicio del Festival del Solsticio de Invierno de este año!
Como una estampida, las personas corrieron por los lados del podio inmediatamente, Lionel Jones olvidado con el inicio del festival. Algunos pocos se dirigieron al Marchbanks, en busca del salón de baile que se había prometido en las noticias.
Riley codeó a Willie, quien estaba a su lado quieta durante la estampida, así como Reese cargando a Rob, sabiamente decidiendo entrar cuando el peligro de ser pisoteado hasta la muerte por idiotas fuera menor. Por supuesto, si Riley estaba ahí, significaba que Haleigh también, enviándole miradas de conspiración a Riley (aun estancada en su falsa noción de que Riley tenía novio).
—Quiero ir con el puesto de la Adivina Sally —decidió Willie—. ¿Sabes cómo hizo que la Barbie hablara? Y gira la cabeza, Riley, y habla. Da miedo.
Riley asintió emocionadamente.
—Y a las siete es el concurso de comer pay —añadió Riley—. Voy a estar ahí para ver eso, así tenga que arrastrarte conmigo.
Willie resopló.
—No tendrás que hacerlo. ¿Crees que Joe McCoy gane este año?
—No —bufó Riley. Joe McCoy, corría el rumor, estaba maldito. Cada año, cuando él estaba a punto de ganar el concurso de comer pay, así como él premio que venía, una tarta de calabaza (que provocaba a Joe nauseas como Riley jamás había visto antes) era la siguiente en la fila. Joe McCoy intentaba comerla, le daban nauseas, vomitaba y perdía.
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Feline, Hot Mess: Desastre Felino
Roman d'amourCuando Riley Clairbourne cumplió catorce años, le dijeron que ella debía convertirse en superheroína. Y, ahora con dieciocho años, ella ha sido Lady Kitten durante ya un rato. Pero no significa que los siguientes seis meses fueran a ser más fáciles...