Capítulo 9

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Todos los personajes son de la serie Boku No Hero Academia (My Hero Academia) del mangaka Kōhei Horikoshi. Esta historia sólo utiliza los nombres de los personajes para entretenimiento sin fines de lucro.

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La historia está basada en la novela de Linda Howard "El Hombre Perfecto", si deseas leer la historia original para comparar las tramas, envíame un mensajito y con gusto te paso el archivo PDF.

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Ir al súper mercado era una cosa de "adultos independientes" que le encantaba hacer a Uraraka. No compraba mucho porque vivía sola y lo que comía eran porciones pequeñas, pero eso no evitaba que se distrajera mirando los estantes con productos diversos y haciendo comparaciones de precios.

Se paseó por todos los pasillos viendo todos los artículos novedosos, en el mandado así era, caminaba por todos los locales tomando cosas que pudiese necesitar para emplear en un futuro en alguna receta, y a veces también tomaba cosas que creía que le harían la elaboración de los alimentos más sencillo, aunque muchos de esos aparatos terminaban al fondo de las gavetas, y ahí seguirían un largo tiempo a causa de que los extensos instructivos que le aburrían.

Caminó con el carrito por más de media hora eligiendo sus próximos alimentos y uno que otro capricho dulce ya que era su debilidad, tocó el turno de pagar y cuando llevaba todos sus nuevos insumos embolsados en bolsas reutilizables, pasó por una máquina de peluches que siempre le llamaba la atención.

Esas máquinas siempre le gustaron desde niña, y cuando fue más grande y tuvo un poco más de holgura económica se pudo dar el lujo de intentar probarlas. Pero era mala con ello y Deku igual, en sus primeras citas él gastaba bastantes monedas en intentar recoger un peluche pero nunca pudo, en el cuarto de ella sólo un felpudito de ese tipo la acompañaba, y era porque le había dado a un niño un par de monedas diciéndole que se podía quedar con el cambio si le sacaba cualquier muñeco. El niño experto extrajo una jirafa azul a la primera.

Después de eso su ex novio empezó a decir que esas máquinas eran infantiles y ya nunca más se acercaron a ellas, pero ahora ya no le debía de rendir cuentas a nadie, así que sacó un par de monedas y las introdujo al aparato. Tal como pensaba no agarró nada, pero se sintió satisfecha cuando después de ella, otro chico que a simple vista solo era un poco más joven y que también portaba un uniforme de alguna empresa, se acercó para meter más monedas e intentar sacar el peluche que ella había intentado.

No se quedó a ver el resultado, pero se dio cuenta que lo que hacía no era para nada infantil, y es que esa máquina tenía algo que te hacía sentir realizado: que con un intento la garra tomase algo que tu habías visto, y recorría un camino lento hacía el hueco donde tú lo podías recoger, era algo incomparable; a veces en un mundo lleno de estrés eso bajaba notoriamente la ansiedad del día.

En lo que ponía las cosas en el maletero del auto pensó en que otras cosas hacían sentir relajadas a las personas con esas sensaciones tan inmediatas, le vino a la mente la idea de pintar algo liso, arreglar algo pegándolo, quitar espinillas y cortar el césped.

Eso último le dio una idea, ella ya había contratado un jardinero para que le cortara la hierba de enfrente y la parte de atrás de su casa, pero aun así podía hacer algo para distraerse aún más, regar los árboles. Se suponía que las plantas que tenía no necesitaban mucho líquido, pero era verano, así que posiblemente un poco de agua no estaría demás, ya que no había pronóstico de lluvias próximas.

Un Hombre Casi Perfecto [Kacchako] CompletoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora