C1: El cofre misterioso.

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—¡Feliz cumpleaños, Zabdiel!—el grito de su prima lo hizo abrir los ojos de golpe encontrándose con la genuina sonrisa de Nathaly.—¡Levántate, es tu cumpleaños!—anunció más que emocionada. Zabdiel dejó escapar un largo suspiro girándose sobre el colchón de la cama para cubrirse una vez más con el edredón. No tenía ánimo alguno para festejar su cumpleaños; lo único que deseaba era que ella saliera de su habitación y poder volver a dormir hasta que la mañana siguiente llegase.—¡Zabdiel! ¡Zabdiel! ¡Zabdiel! ¡Zabdiel!

El muchacho abrió los ojos de nueva cuenta, se incorporó en la cama y lanzándole una mirada fulminante –que ella ignoró por completo- se quedó en silencio contemplándola.

No terminaba de comprender como es que eran familiares. Eran tan distintos el uno del otro que todo le parecía no más que irrealidad además estaba completamente seguro que el entusiasmo de Nathaly era de otro mundo.

—Nat...—la llamó en voz baja.

—¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños Zabdiluchi, feliz cumpleaños a ti!—canturreó la muchacha sosteniendo con cuidado una tarta con crema blanca. Zabdiel rio en voz baja y negó un tanto divertido.—Tienes que pedir un deseo antes de apagar las velas...—le recordó.

—Sé cómo funcionan las velas de cumpleaños, Nat. Créeme.—la muchacha dejó escapar una risilla divertida y negó un poco.

—¡Vamos, vamos! ¡Pide un deseo!—le ordenó.

Zabdiel ancló sus ojos en la tarta entre las manos de su prima y se concentró. No quería pedir cosas materiales pues pensaba que todo era innecesario. En su vida ya tenía suficientes cosas materiales que eran inservibles así que se concentró en otras cosas. Por ejemplo; Nat. Sopló con fuerza las velitas encendidas y sonrió satisfecho cuando se apagaron por completo.

—¡Listo!—anunció. La castaña le sonrió ampliamente y él negó un poco.

—¿Qué pediste?—cuestionó dejando el pastel encima de la mesa de noche del muchacho. Volvió a su lugar tomando asiento a su lado sobre la cama y le tendió una bolsa de papel color azul.

Zabdiel la tomó entre sus manos.—Gracias.—respondió.—Y no se supone que los deseos son privados...—Nat entornó sus ojos y negó un poco –o tal vez demasiado ofendida- y Zabdiel se echó a reír.—Pero eso sí, te aseguro que muy pronto se cumplirá...—anunció.

—¡Como sea!—se quejó.—Espero que mi regalo te guste y también espero que te prepares porque esta noche iremos a celebrarlo al club...—argumentó con un deje de emoción en su voz.

—No pienso poner un pie dentro de ningún club...

—No te lo estoy preguntando...—respondió ella.—Zab, por favor...es tu cumpleaños número veintidós...se supone que deberías pasarlo increíble y celebrarlo con personas de tu edad...

K E Y || Zabdiel De Jesús|Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora