AREN

Jaan

Cuatro meses atrás.

Cada mañana observo su postura; cabizbajo, cómo si quisiera esconderse. Su cabello a cinco dedos de rozar su mentón cae con delicadeza detrás de sus orejas. Su estilo relajado lo distingue de los demás. Su voz es baja, casi silenciosa como el aire qué se cuela por su franela a cuadros. Lo conozco de dos inviernos atrás, sin embargo, sólo nos saludamos. Quisiera ser una de sus tres amigas con las que siempre está, quisiera gustarle, quisiera muchas cosas que probablemente no sucederán.
¿Cuándo será el día en el qué entablemos una charla de veinte minutos o más? tal vez así logre agradarle o tal vez no. Tal vez no soy su tipo de chica y necesite olvidar esa extraña obsesión. ¿Y sí esta vez no se trata de una? es tan difícil descifrarlo, mi cerebro me traiciona y de vez en cuándo también mis emociones. Desde esta distancia puedo comparar el soslayo que cae por su fleco con su sonrisa, existe una probabilidad de que jamás se fije en mí, de que las conversaciones qué tenemos no sean más que eso, que su música poco convencional sea mi nuevo descubrimiento y que tal vez solo sea una conocida para él.

Aren es como un lago, uno profundo y fresco. A veces quisiera tantas cosas pero a la vez ninguna. Mi cabeza se confunde. ¿Por qué, él es un hermoso invierno y yo una espantosa bipolaridad del clima?