Miraba absorta a aquella figura, tenía apariencia humana pero existía algo en ella que la hacía escalofriante. Yo la había visto, y aquella cosa también a mí.
Se ocultó.
No podía dar explicación a lo que estaba sucediendo, últimamente nada tenía sentido. Decidí correr y huir en busca de ayuda. Lo hice lo más rápido que pude, y no paré hasta sentir el cabello pegado a mi cara debido al sudor.
Tomé aire.
Vi mi silueta reflejada en un escaparate, esa no era yo. Me acerqué y pude ver el reflejo de una chica más alta, de cabello negro corto y expresión asustada. Adoptaba los mismos movimientos que hacía yo, observaba sus ojos y pude comprobar atemorizada que no me miraban a mí, sino a mis espaldas.
Sentí un leve roce en mi hombro.
De un fugaz giro pude esquivar el golpe. Escuché el cristal romperse y caer en el suelo estrepitosamente.
Era la misma silueta que había dejado atrás. Intenté volver a huir pero fue más rápido que yo y me lanzó por los aires haciendo me retroceder varios metros.
Quería matarme. Reuní las fuerzas suficientes para levantarme y escapar. Esta vez me dejó hacerlo. Se acercaba caminando, dando por hecho que por mucho que corriese, me iba a atrapar.
No tuve muchas opciones y me adentro en un edificio.
Imploraba para mis adentros, si me había visto entrar aquel era mi final pues no tenía escapatoria.
Tenía los nervios a flor de piel y el silencio no ayudaba a concentrarme ni lo más mínimo, podría haber detectado cualquier leve sonido ya que nada lo impedía, estábamos solo mi posible futuro asesino y yo.
En cuestión de segundos mi mente pudo pensar con mayor agilidad, como si hubiese despertado de un largo letargo.
Con mucho sigilo la puerta se fue abriendo.
Maldije a todos los dioses y seres que se me ocurrieron en ese momento.
Iba subiendo escalón por escalón, no tenía prisa alguna por encontrarme, le divertía aquella situación.
Lo vi de reojo mientras recorría las escaleras, era el ser más espantoso que me había encontrado nunca, era una figura negruzca, alta, no tenía ojos y su boca permanecía cerrada pero insinuaba una sonrisa de pura maldad.
Todas y cada una de las puertas estaban cerradas con llave, mi corazón latía a un ritmo demasiado frenético cada vez que giraba el pomo, ninguna ofrecía resultado.
Fue algo inesperado, pues daba por perdida la batalla, caer contra el suelo al abrir una de las puertas a la cual inmediatamente cerré tras mi paso.
Un piso normal y corriente, aunque algo sucio era lo que mis ojos podían apreciar debido a la falta de luz. El aire era húmedo y rancio casi a podredumbre. Pisé algo blando y pegajoso. Como si de una bofetada se tratase, el putrefacto olor golpeó mi sentido del olfato. Tuve varias arcadas. No pude aguantar más y volví sobre mis pasos para salir de aquel infierno.
Abrí la puerta, al instante retrocedo y caigo al suelo nuevamente. En la entrada se encuentra el extraño ser. Parecía petrificado al verme y con un gesto violento camina hasta mí.
La luz invadió toda el habitáculo y pude ver horrorizada varios cuerpos mutilados apilados entre sí.
Entre ellos pude distinguir mi propio rostro. Era el primero de todos y tenía un aspecto más fresco que los otros cadáveres.Era imposible, todo era imposible, no es más que una pesadilla.— Repetía en mi consciencia una y otra vez.
Pasaron varios segundos, luego minutos, hasta que por fin pude abrir los ojos.
Permanecía inmóvil, justo enfrente de mi, su gesticulación era nula.Todo se desvanece, siento estar en un continuo limbo. Puedo escuchar frases como:
— ¡Despierta!
— Está loca.
— No debería haber entrado...Habitación... Pesadillas... Radium.
Abro los ojos, me cuesta enfocar la vista y los mareos están presentes en todo momento, la presencia de alguien a mi lado era constante.
— Duerme April, lo vas a necesitar...
Aquella voz era de Dean.Desperté sobresaltada, el sudor frío inunda mi cuerpo, necesitaba agua, tenía en la garganta una sensación empalagosa.
No sé como pude lograr levantarme e inmediatamente mis fuerzas resintieron. Salí de la habitación en la que me encontraba y algo se choca contra mí.
— ¿Qué haces levantada?
Era Ashley.
— A-agua... — murmuré.
El camino hasta parar fue confuso, pero ya nada importó cuando noté el delicioso gusto del agua fresca. Tras terminar saciar la sed me sentí muchísimo mejor.
— ¿Cómo te encuentras? — preguntó.
— ¿Qué-qué ha pasado? No recuerdo... — dije en un tono casi inaudible.
— Es mejor que te lo explique él, yo tampoco sé a ciencia cierta lo que te ya pasado.
— ¿Y los demás? —
— Durmiendo. — contestó. -— Son las seis de la mañana, mejor que vuelvas a tu cama.
Sin tomar demasiadas objeciones vuelvo a dormir. Realmente lo necesitaba, exhausta era un reducido adjetivo al describir mi estado anímico.
Horas de sueño alguien me despertaba ligeramente, unas manos fuertes y rígidas.— Hermes quiere hablar contigo, a solas. — dijo Dean al ver que entreabía un ojo.
Segundos después cruzó la puerta.
Aparté las sábanas que entornan mi cuerpo, desprendientes de un cómodo calor incitando al más profundo sueño.
La diferencia de temperatura entre mi habitación y el exterior era abismal.
El recado de Dean era estaba claro. Tal Hermes quería hablar conmigo sin ningún tipo de público, tuve la sensación de haber hecho algo mal y aquella sería mi reprimenda.
No encontré a nadie por los pasillos, algo extraño, pero tampoco fue tan difícil situar a Hermes, un letrero indicaba que detrás de la entrada podía encontrarlo al final del corredor.
Con dos toques tediosos me atreví a pedir paso.
Su voz ronca cedió tal permiso.
Allí estaba el, tomando apuntes sobre un gran escritorio de madera color café.
— Buenos días April. — declaró.
No devolví el saludo y límite mis acciones a sentarme justo en frente suya.
— Dean dijo que viniese. ¿Qué ocurre?
— Veo que quieres ir al grano, está bien. Necesito que describas el sueño que tuviste.
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THE CONTRITUM
General FictionTodo lo que creemos que es nuestro, no lo es. Aquello que amamos dejará de existir por el simple vicio destructivo de la humanidad. April, una chica londinense de 16 años y sus amigos (Ashley, Dean, Anne e Irene) se involucran en una asociación llam...