Capítulo 7

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Miraba por encima de las nubes desconcertada, no me apetecía saber realmente adonde nos dirigiamos, sabía que a alguna parte de los Estados Unidos, no a qué sitio en concreto.
En realidad me daba igual, de hecho tenía el monitor justo en frente de mí, sólo sentía la necesidad de volar, de perderme a un lugar lejano y cobijarme en el manto oscuro del anochecer, esa era mi necesidad en aquellos momentos.
Ya habíamos volado más de 6 horas y yo esperaba con ansia que el cielo se volviese más oscuro, entonces caí en la cuenta que estábamos atravesando distintas franjas horarias.
Horas después Dean sacudió mi cabellera para despertarme, entonces pude apreciar lo lujoso que era el avión privado.
Nunca se dijo quién lo había reservado y el único detalle que pude recolectar es que iba para mi nombre y de los otros 4 chicos.
Más espabilada cogí mi bolso, no llevaba equipaje, ninguno lo llevaba y lo peor es que nadie sabía cuanto tiempo íbamos a quedarnos allí.
Supe que nos encontrábamos en Washington D.C por un cartel de la terminal 8.
De repente volvieron las preguntas a mi cabeza como un enjambre de abejas de vuelta a su colmena.
Sabía que esto no tenía ni pies ni cabeza, aparte de que era un plan horrible, ya me imaginaba la tremenda bronca de mi padre, además, el mayor del grupo era Dean con 17 años, ninguno teníamos la mayoría de edad.

Me pregunto como logramos despegar sin ninguna clase de papeleo o identificación.

Entonces llegó el momento en el que salimos al exterior del aeropuerto.

— Bien, ¿y ahora que se supone que hacemos?. — preguntó Ashley motivada.
— Se supone que deberíamos haberlo pensado antes, ¿no?. — dije. — Venga volvamos a Londres y nada habrá pasado.

Me di la vuelta con intención que se dignaran a seguirme, pero nadie lo hizo.

Fui al primer mostrador de aerolíneas que vi y decidí sacar un billete de vuelta, daba por hecho que los demás hiciesen lo mismo.
Entonces preguntó mi identidad.
— April Hill. — respondí.
La señora tecleó con manos hábiles unas cuantas veces.
— Lo siento, ¿puede repetirlo otra vez?
— April Hill, A-P-R-I-L  H-I-L-L. — volví a responder.
Después de unos cuantos intentos más la mujer empezó a mostrarse un tanto nerviosa, y su mirada pasaba de la pantalla a mi rostro en milésimas de segundo.
— El nombre que usted está facilitando no está registrado... En ningún sitio. — concluyó.
Mi cerebro en ese momento se desconectó, todo era demasiado subrrealista y aquella loca me estaba diciendo que simplemente April Hill, osea, yo, no existía.
— Adiós. — fue lo único que mis labios pudieron formular.

De vuelta en el mismo punto de antes los encontré discutiendo.
— ¿Has conseguido algo? — preguntó Anne.

¿Que podría haber respondido en ese momento? No lo sé, así que tendí mi cuerpo en un asiento bocarriba y me puse a observar las nubes. Iba a llover.

— April, ¿conseguiste sacar un billete de vuelta? — dijo Dean.

No di repuesta.

— ¡April, contesta! — gritó Ashley.
— Si lo hubiese conseguido sacar no estaría ahora mismo aquí, sino de vuelta a Londres. — dije.
— ¿No tienes dinero suficiente? — preguntó Irene.
— Sí tengo dinero, pero de nada sirve si no existes.
— Qué quieres decir April déjate de rodeos, habla claro. — dijo Ashley enfurecida.
— Mi nombre no aparece en ningún sistema de datos. - dije.
— Eso es imposible, se habrá equivocado escribiendo tu nombre, vamos nosotros.

30 min. Después


Fueron ellos a sacar los pasajes de vuelta y yo me había quedado fuera observando a la gente caminar de un lado para otro, unos iban alegres y otros con prisa, de todo tipo, con trajes de vestir o ropa de verano como si hubiesen salido recientemente de un hotel vacacional, mientras tanto replanteaba la situación, aquello había sido una locura, de eso no hay duda alguna, sin embargo eran muchas las cosas que no tenían explicación, como lo que vimos Ashley y yo en "Baker Street", las intrigantes fechas que parecían tatuadas en nuestra piel o quién había reservado el avión privado con destino a Washington D.C.

Pude distinguir las figuras de mis compañeros entre la multitud, para mi sorpresa parecían aún más confusos que yo.
Llegaron en silencio hasta donde estaba yo.
— Y bien, ¿nos vamos ya a Londres?. — dije.
— Creo que hoy no vamos a Londres. — musitó Irene. — Nuestros nombres tampoco figuran en ningún lado.

Un coche rojo de aspecto desgastado paró enfrente de mí, se abrió la ventanilla y alguien en su interior preguntó.


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Estamos de vuelta, qué ilusión me hace seguir publicando capítulos de nuevo, perdonen la espera 😖 , últimamente he tenido que repartir el tiempo y no pude encontrar ningún hueco para escribir. Prometo futuras actualizaciones.

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 THE CONTRITUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora