Mamá de 12 -© Clan Komori [Diabolik lovers]

S i e t e

"Siendo tan anhelado y estando advertido, el cielo que me diste se apagó"

—¿Sabes? Hoy volví a dedicarte una canción frente a todos. Sólo a ti, con todo y letras Yui Komori

En una habitación de la mejor clínica de Tokyo el segundo mayor de los Mukami sostenía la pálida mano de la joven rubia, arrodillado frente a la cama

Los continuos pitidos de la máquina respiratoria eran lo que mantenían con esperanza al chico aún si llorara cada noche entre lamentos y jadeos exasperados. Tenía la rutina después del trabajo visitarla un largo rato.

juego terminado, la típica frase luego de finalizar un videojuego donde el héroe/heroína podría alcanzar su meta o en su mayoría acabar por gastar sus "Tres vidas"

Kou jugó uno bastante peligroso cuando era la vida real, exponiendo la de otra persona sin tomar en cuenta lo caro que podría costarle sus malas jugadas; todo tiene un precio y este no era nada barato.

—MNeko-chan~ pareces una princesa aún con esa bata ¿No tomabas en serio cuando te decía que eras fea? ¿O si?

Era parte de su identidad, no se daba cuanta que tan pesado podría llegar a ser. Porque llegaba a tratar a la gente como joyería y cambiar de opinión rápido más ahora no significaba que trataría de hacerlo con ella ....ya no

—Lo siento, lo siento por no poder hacer las cosas a tiempo.

No quería dejarla ni a todas las cosas que tuvieron;nunca entendió la manera en que puso los ojos en él

—Te extraño cuando no puedo dormir, en cada concierto ¿Me extrañas como lo hago yo? —Se sorbió la nariz mirándola—Todo se jodió y estoy cansado pero nunca de ti. No sabes cómo odio que las campanas de la boda ahora solo sean alarmas —Se lamentó -MNeko-chan~ ¿Quieres que sufra verdad?

La miró, estaba igual de pálida y hermosa para él. Se odio a si mismo llamarla fea miles de veces cuando estaba despierta aún sabiendo lo mucho que adoraba cada cosa de su aspecto

—Esta bien... supongo que es lo menos que merezco. Dime, ¿Cuantas veces debo repetir que me perdones?

Realmente no le importaría hacerlo hasta que la garganta le quedará seca, pero sabía que eso no funcionaria porque pasaron seis meses hablándole. Era como un cadáver

Yo....¿Quería que esto pasara?

No, no quería.

—Joven, la hora de visita acabó. —El rubio ni se inmuto con el llamado de la enfermera, estaba más sosegado entre la desdicha y sollozos.

La mujer no espero respuesta y se fue. Sabía que luego de avisar el se iba después de una despedida

Un sueño indefinido a un ser querido no era de festejo o estar tranquilo; ni siquiera para quien solo describía como objeto desechable o animal. El sentimiento de remordimiento por fin les llegó y de la peor manera, el rubio terminó siendo el más afectado.