CAPÍTULO SEIS.

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Puedo escuchar una risa proveniente de los puestos de adelante, y fingí una sonrisa para intentar parecer amable aunque su presencia me desagrada en su totalidad.

— Hermanastra.

Puedo observar la mirada de Hardin clavada en mí mientras me meto en el coche al lado de Tessa, y acabo sentada justo detrás de él.

— ¿Ustedes son hermanas? No me sorprende, ambas son igual de tercas.

— Somos hermanastras, e igualmente no creo que sea tu problema.

De sólo pensar me causa náuseas intentar entablar una conversación con Hardin, sus comentarios son tan fuera de lugar, no puedo soportar lo chismoso que es. Simplemente me parece tan irritante tener que convivir con él.

— Tienes razón, Mía.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al instante, me sentí extraña, me sentí molesta, enojada, no me gusta que me llamen de esa forma. Miro el retrovisor derecho y veo una sonrisa burlona en su rostro.

— Es Amelía para ti.

— Claro, Mía.

Replica. Me dejo caer sobre el respaldo y pongo los ojos en blanco. Decido no seguir discutiendo con él, no merece la pena.

Me quedo mirando por la ventana, intentando bloquear el estruendo de la música mientras avanzamos. Me encuentro con el reflejo del retrovisor y me repugno de ver a Hardin y Molly peleando con sus lenguas.

Deseo con ansias llegar lo más pronto posible.

Por suerte puedo ver el gran cártel de la fraternidad acercarse, tiene las letras talladas en negro pero por desgracia no logro leerlas debido a que grandes enredaderas tapan el nombre de la misma.

En cuanto el auto estacionó, me baje de el rápidamente. Cuando estaba por bajar, me levanté y pegué mi cabeza de la ventanilla del auto. Pude escuchar varias risas y reconocí al instante a quien pertenecían aquellas.

Cuando volteé noté a Connor distraído, y agradecí que no se diera cuenta de lo humillante que fue.

Gemí de dolor y simulé que no pasaba absolutamente nada. No puedo sobrevivir sin un momento de torpeza.

Observé todo lo que sucedía a mi alrededor, la fiesta estaba totalmente fuera de control. Intenté seguirle el paso a el resto de los chicos pero no pude evitar resultar perdida entre todo este montón de personas.

— ¡Ten cuidado!

Escuché en mí oído y decidí seguir adelante empujón tras empujón. Pude observar a Connor debido a su altura, y decido seguirlo para no perderme.

Siento como todos me empujan, bailan, y las bebidas recorren por todo el espacio de la sala, si pensé que estar en el auto era malo, definitivamente esto supera todo.

Subo mi vista y me encuentro a todos reunidos al rededor de una mesa. Doy por hecho con son los amigos de Molly, dada su apariencia. Todos llevan tatuajes y están sentados en fila en el sofá. Por desgracia, Hardin está acostado en uno de los muebles, pero evito mirarlo para dar a entender que no me relaciono con él de ningún modo.

Decidí sentarme al lado de Connor debido a que era el único lugar libre. Se rodó un poco y me ofreció una bebida la cual rechacé amablemente.

— ¿Por qué trajiste a la señorita remilgada a una fiesta? —pregunta Hardin, y la mayoría sueltan una risa. La cual me hace enfurecer un poco.

Tomé la botella la cual Connor me estaba ofreciendo anteriormente y le di un sorbo, creo que la opinión desagradable del mocoso ese fue lo que me motivo a hacerlo. Es tan horrible, me arde la garganta, no puedo si quiera entender porque la gente toma este tipo de cosas sin parar.

— ¿Tengo cara de payaso o que?

Comente de mala gana haciendo callar a todos los que se reían de mi expresión, estaban viéndome, señalándome. No se si lo han notado pero eso es de muy mal gusto.

— Bien, juguemos el juego de la botella.

— No, no, no. —se niega un chico rubio ante la idea de Molly.

— Vamos chicos. —insiste, y su compañero el rubio, no se detiene al negar la situación.

— ¿No es un juego para niños?

Al instante en el que pregunté todos los presentes fijaron la vista en mí, como si estuviese haciendo algo malo. Me intimida un poco saber en que me equivoque, o que tan grave fue lo que dije como para que todos me miraran de semejante forma.

— No como nosotros los jugamos.

Replica la Molly. Estira su brazo y alcanza una botella vacía que estaba en la esquina del mueble.

— Vamos todos chicos, reunidos.

Algunos se acercaron hasta cerrar un círculo mas formado, a pesar de no haberme acercado, creo que automáticamente estoy jugando.

— Bien, yo empiezo. —alza su mano y le da el primer giro a la botella. Creo que solamente era yo la que estaba preocupaba por ver quien apuntaba. Cuando se detuvo, solté un suspiro de saber que no era yo. — Tessa y Connor.

No había reaccionado aun cuando Connor ya estaba al frente de Tessa, esperando alguna correspondencia o aprobación sobre el reto.

— Lo siento, no puedo.

Al instante se levantó y se retiró sin siquiera poder mirar a los ojos a ninguno de ellos. Creo que algo le impedía hacerlo, pero no sabía que, y tampoco fuera como si me importara.

— No todos tienen el valor para jugar este juego.

Rodé los ojos ante el comentario de mi compañera, odio a Tessa con toda mi alma pero no es como para estar con jueguitos de preescolar.

AFTER: SheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora