CAPÍTULO TRECE.

3.3K 221 16
                                    

Las clases de hoy fueron pocas duraderas y mucho mas tranquilas, por suerte, terminaba mis clases al mediodía y no tuve que ver la clase del profesor Gargamel, ni la de Literatura. Que a pesar de que me encanta, no estoy de humor para ver a Hardin.

Necesito dejar de pensar en él.

— No puede ser cierto.. —susurré con fastidio mientras cerraba mis ojos al ver al abrir la puerta, estaba él, de nuevo tumbado en la cama de Molly.

Olvidaba que ambos siempre salían juntos a esta hora a la cafetería, ellos y su grupo de amigos siempre se sientan juntos para almorzar.

Exhalo un largo suspiro y vuelvo abrir los ojos para intentar ignorarlo, me preparo para oír toda grosería que tenga que decir sobre mi, mientras coloco mis cosas encima de la cama. Parece que esta sumergido en su propio mundo de libros, no comprendo si intenta ignorarme, pero me agrada la idea.

— ¿Por que no te gusto? —inquiero mirándolo a los ojos.

Es una pregunta justa pero, sinceramente, no creo que mi ego, ya herido, pueda soportar la respuesta. Él sube la mirada, es una mirada agresiva pero vacilante.

— ¿Por qué me preguntas eso?

— Porque, has estado siendo demasiado grosero conmigo —me interrumpe soltando un risa burlona y desviando su mirada —Había llegado a pensar que podíamos convertirnos en buenos amigos, e incluso estaba a punto de arrepentirme de haberte dado la respuesta que te di ayer —Se que suena tan estúpido que me pellizco el puente de la nariz con los dedos mientras espero una respuesta. Ya había dicho que no quería hablarle, pero realmente quiero saber porque me odia tanto.

— Lo has dicho ayer, Amelía —reprime serio, y voltea su cuerpo a mi dirección. Todavía sigue sentado en la cama — Nosotros jamás seremos amigos.

— ¿Por qué?

— Bien, pues, para empezar, tú eres demasiado estirada. Seguramente te habrás criado en la típica casita perfecta de revista. Tus padres seguramente te compraban todo lo que querías y nunca tuviste que anhelar nada. Con estúpidas faldas plisadas, vestiditos de muñeca color pastel, solo mírate. ¿Quien en este jodido mundo se viste así con dieciocho años?

Negué con lentitud mediante hablaba, no puedo creer lo que estoy escuchando. Me sorprende tanto saber que ese es el concepto que tiene sobre mí.

— Tú no sabes nada. ¡Desde que tengo memoria mi vida no ha sido así en lo absoluto! Principalmente me quedé sin mamá, y días después de que sucedió todo el imbécil de mi padre se enamoró de mi tía. ¿Sabes lo duro que fue para mí nunca salir de casa? Y ahora que por fin lo hago, tengo que encima aguantar a su odiosa hija y sus peticiones de ser mejores amigas. Puedes reír si quieres de como visto, esta ropa era de mi madre y no pienso quitármela, porque me gusta como luce y me recuerda bastante a ella. ¡Lo siento si no visto como una puta, como las demás chicas que te rodean! ¡Para ser una persona que se esfuerza tanto en destacar y en ser diferente, juzgas con demasiada ligereza a los que son distintos de ti! —le grito y siento que las lágrimas inundan mis ojos.

Me doy la vuelta para no darle el gusto de verme así. Lo que he dicho, lo que hemos hablado me parece triste desde aquel punto de vista.

— ¿Sabes que? ¡De todas maneras no quiero ser amiga tuya! —exclamo y me dirijo a la puerta con rapidez.

— ¿Adónde vas?

— Cualquier lugar es bueno mientras no estés tú presente.

Contesté antes de salir de allí.

Simplemente no puedo soportar entablar una conversación normal con él sin terminar cabreada o llorando. Por lo que esperé afuera, a que se largara de mi habitación para que pudiese entrar con total tranquilidad.

Pasaron dos horas, calculé, y yo seguía parada afuera de habitación esperando a que ambos se fueran. Justo cuando iba a entrar de vuelta, Molly abre la puerta, lo que hace que me aleje con rapidez, y junto a ella, sale Hardin, a quien ni siquiera me atrevo a darle una mirada.

Cuando por fin se fueron, entré al dormitorio y me lancé en la cama. Se que dije que sería fuerte pero no pude evitar llorar.

Fue el sonido de mi celular el que me distrajo de lo que había sucedido anteriormente. Lo saqué de mi mochila y limpié las lágrimas de mis ojos para ver las notificaciones con atención.

Era un mensaje de Connor, lo cual me extrañó bastante, no sabía como rayos había conseguido mi número pero seguramente tendría algo que ver con que dejé mi mochila junto a mi celular en el auto de Hardin, y al encontrarlo decidió buscar mi número en mis contactos.

Eso o algún compañero se lo pasó.

Preguntaba lo típico, hola y el como estás. Decidí mentir y respondí que estaba bien, le pregunté como estaba él y esperé a que respondiera.

Cuando lo hizo, no me sorprendí nada al saber que solo me estaba pidiendo una tarea. Por eso metí la mano en mi bolso buscando aquella servilleta donde había anotado las asignaciones que había mandado la profesora Dorise.

Creo haberla encontrado.

El papel se había vuelto mas duro, no era la suave servilleta donde recordaba haber anotado la clase. Sin embargo, decidí verla para verificar que fuera aquello.

“Seguramente estoy escribiendo esto porque estoy demasiado borracho como para estar consciente de lo que estoy haciendo”

No pude leer otra cosa debido a que la nota estaba rota, pero me hubiese gustado leer todo, porque ahora no comprendo ni lo mas mínimo de lo que esta sucediendo.

Pero a estas alturas decido ignorarlo todo.

AFTER: SheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora