CAPÍTULO DIEZ.

3.7K 227 31
                                    

La profesora inicia la clase, nos explica el programa del semestre y se presenta levemente. Nos cuenta que lo llevó a hacerse profesora y su pasión por el tema de la asignatura. Me encanta el hecho de que la facultad sea distinta al instituto y de que los profesores no hagan que te levantes  delante de todo el mundo para presentarte o para hacer cualquier otra cosa vergonzosa o innecesaria.

Mientras la profesora nos explica nuestras listas de lectura, la puerta se abre con brusquedad y oigo como un quejido se escapa de mi boca al ver a Hardin interrumpiendo la clase.

— Genial —Digo entre dientes intentando resaltar mi sarcasmo.

El chico se sienta en una de las últimas filas, y puedo notar como siquiera trae un bolso o libros para anotar, no trae nada, absolutamente nada. Se recuesta de la silla y me guiña un ojo, mientras me contengo de sacarle el dedo del medio.

— Orgullo y prejuicio —la profesora exageradamente hace seña con las manos intentado atraer la atención de todos — ¿Alguien quiere opinar sobre el tema?

Algunos de los tantos estudiantes levantaron su mano. Organicé lo que estaría por decir antes de levantar la mía.

— Usted señorita..

— Amelía —complete en cuanto observe su dedo señalándome —Denali Amelía.

Cuando observé todas las miradas clavadas en mí, entré en debate mentalmente en si decirlo o no. Sentí como la vergüenza empezaba a invadir mi cuerpo, y mi rostro empezaba a colorarse.

— Bueno, la primera vez que leí la novela, estaba en ascuas todo el tiempo, sin saber si acabarían juntos o no. El señor Darcy es tan cruel, y dice cosas tan terribles sobre Elizabeth qué al leerlas nunca supe sí Elizabeth sería capaz de perdonarlo, y..

— Que mierda.

Escuché una voz a mis espaldas, y al hacerlo frunci el ceño y volteé con lentitud para observar al responsable de haberme interrumpido con dicha grosería. No me sorprendí al ver que aquel chico era Hardin, entonces me observo con molestia y desvió su mirada con algo de fastidio.

— ¿Le gustaría añadir algo, señor Scott?

Pregunta la profesora, claramente sorprendida ante su participación. Pero aún mas sorprendida por lo a extremo que llegó a ser su vocabulario.

— Claro, he dicho que es una mierda —Dice sin vergüenza alguna — Las mujeres desean lo que no pueden tener. La actitud grosera del señor Darcy es lo que hace que Elizabeth se sienta atraída hacia él.

— No es verdad. El señor Darcy solo era mezquino con ella porque era demasiado orgulloso como para admitir que la amaba —Repliqué

— No sé con que clase de tíos te has relacionado, pero opino que, si él la amara no hubiera sido mezquino con ella.

— Solo porque él la manipulaba. Le hacia creer que era amable y se aprovechaba de su debilidad.

Él suelta una pequeña risa sarcástica, y niega mientras lo hace. Se inclina hacia adelante, quizá para gritarme mas de cerca.

— ¿Que el la manipulaba? —Dice como si fuese la cosa mas imposible del mundo — Deberías leerlo de nuevo, ja.. Quiero decir, ella estaba tan aburrida con su vida que tenía que buscar emociones en alguna parte.

— ¡Igual si él no hubiese sido tan mujeriego lo hubiera dejado estar después de la primera vez en lugar de presentarse en su habitación!

En ese instante, su rostro enfadado desaparece y al instante reflexioné lo que había dicho. Todos se habían quedado en silencio, y la sonrisa de Hardin me decía que nos había delatado.

— Pensé que estábamos hablando de orgullo y prejuicio —Sonríe burlón.

La expresión furiosa que reflejaba mi rostro desaparece al instante y empieza a perder color. Los murmullos se hacen escuchar y puedo sentir como todos nos señalan y susurran cosas que no puedo oír a esta distancia.

— Bueno, ha sido una charla bastante agitada. Y creo que con esto, concluimos la clase.

Antes de que cualquier otro estudiante se retirara, tomé la bolsa que traía como mochila y me largué del lugar algo enojada.

— ¿Ya te vas? —preguntó lo suficientemente alto como para que pudiese escuchar, su rostro de superioridad era lo que me mataba. Rodé los ojos y lancé la puerta con brusquedad antes de salir, haciendo que ella sonara un gran estruendo.

Salgo y me encuentro atravesando el verde césped. Desde alguna parte por detrás de mí, en los pasillos, oigo la voz de Hardin.

— Oye, Amelía —decido detenerme para escuchar que burrada tiene que decir ahora — Estoy regalando una mochila rosada pastel, que casualmente tiene brillitos en la parte de adelante.

— ¡Esa es mi mochila!

— No me digas.. —resaltó su sarcasmo y al instante mi sonrisa se desvaneció.

No comprendía que intentaba hacer, pero seguramente no era nada bueno debido a la actitud tan amable que tenía anoche. Sabía que hoy seguiría comportándose como un necio, y lo estoy dando a demostrar después de todo lo que sucedió reciente.

— Bueno, ¿podrías dármela? Por favor.

— Claro, pero pediré algo a cambio —lo miré un poco confundida, ya estaba pensando de donde sacaría dinero —Quiero que empecemos de nuevo.

— ¿Empecemos de nuevo? —lo miré algo confundida a lo que él asintió —La única manera de que nosotros nos llevemos bien es que dejes de ser tan grosero, y dudo que puedas dejar de serlo, equivalente a que nosotros jamás seremos amigos.

Concluí y decidí darme la vuelta para irme. Por supuesto pensé en si estaba tomado la decisión correcta, lo que me hizo dudar un poco, debido a que no pienso ir todos los días con una bolsa que contiene mis cuadernos

AFTER: SheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora