Lo que una noche nos quitó

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Calle Écija 157, 28231 Las Rozas de Madrid, Madrid, España

03:00 a.m.

La música retumbaba a todo volumen en mis oídos. Debo admitirlo, me gusta la adrenalina, el sentir calor dentro de mi ser. Se siente sublime.

El salón de la fiesta está inundado de personas, incluyendo a mis amigos quienes dieron la idea de venir y claro que yo vine, no quería perder ninguna oportunidad para sentir el erotismo de la situación.

— Miguel, ¿Dónde habéis estado? – Reconocí la voz de mi mejor amigo, Javier, quien era el más estable aquí. Ósea no ha probado ni una gota de alcohol.

Aun me acuerdo cuando nos dio esa charla sobre lo malo que es el alcohol en nosotros y en las personas. También sobre enfermedades y bla, bla, bla...

En fin, no es muy interesante que digamos.

— Desde que llegamos me he quedado aquí, no te preocupéis "vinagrito" – Añadí burlón – Además del que te deberías preocupar es de Andrés, aun no cumple la mayoría de edad y cualquiera podría llevárselo.

— ¡Oye, que pretendéis decir con eso! – Sin previo aviso, recibí un golpe no muy fuerte. Era Andrés quien ahora portaba en su rostro un puchero.

— Nada en particular mi pequeño amigo.

Revolví sus cabellos con una sonrisa juguetona recibiendo quejas del contrario, que divertido es molestarlo.

No me di cuenta que esa iba ha ser la última vez que nos divertíamos.

— ¡Parguelas! Que hacéis con mi hijo – Bromeó alguien, haciendo que diera un pequeño salto de la impresión.

— Rubén, madre mía, así que, si viniste ¿eh? –

Ahora sólo faltaba encontrar a Víctor y a Ramón quienes al llegar al lugar se perdieron ante el gentío y con toda la bulla era imposible encontrarlos fácilmente.

— Oye, que te veo un poco distraído, ¿Pasa algo? – Habló Javier apoyando su mano en mi hombro, cosa que hizo que reaccionara con un pequeño y tembloroso saltito. Es que hostias, me asusté – ¿Miguel...?

— ¡Ah, sí! – Respondí altanero – Todo bien por aquí

Mentí.

Pero no podía evitarlo, había algo extraño que no me cuadraba. Mi cabeza palpitaba rápidamente, creo que alguien metió algo en mi bebida, el salón de fiesta no tenía un tejado cubierto, pero al tratar de tranquilizarme sin que ellos se dieran cuenta, sentí que el aire se tornaba algo tibio. Me estaba ahogando.

Volteé mi vista, no era el único que sentía eso. Rubén no tenía una buena impresión de lo siguiente, de ahí algunas personas alrededor también se dieron cuenta.

— Chicos, no notan que ahora como que hace calo—

Un grito interrumpió a Rubén, quien hizo caer su sombrero rojo intenso al suelo. El grito parecía de una chica, pero se notaba lejos, ósea creo con seguridad de que no estaba dentro del establecimiento. A mí me abruma el silencio, no es como si viera una película de terror, pero esto me pone los pelos de punta.

— ¿Qué leches ha sido eso? – En un instinto para no dejar el silencio mencioné – Como que hayan matado a alguien yo me largo de aquí, enserio chicos, ¿N-Nos podemos ir ya?

La expresión de nuestros rostros inquietos era desesperante, de pronto llegó un momento en que se escucharon murmullos entre la gente.

— Oye, hay una muerta en la calle cercana de aquí, dicen que es un loco psicópata ha entrado a la fiesta y va a seguir la masacre.

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⏰ Última actualización: Jan 21, 2020 ⏰

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