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- Calmate, amigo, solo salieron a acampar - Fan no era de ayuda,¡no lo era en ese momento! - ¿no le confías aunque sea un poco? - lo miro, con repudió, a lo que este tan solo levantaba las manos y se callaba mientras que el caminaba en el mismo lugar preocupado.

- No me dijo nada... - se sentía mal por dentro, apenas despertó por la tardare y el mercenario no estaba, ni sus amigos.

Cuando fue a preguntar, todos menos él sabían que fueron a acampar.

Y no era aquello lo que más le preocupaba, oh claro que no. Le preocupaba el sonambulismo que tuvo Subedar aquella vez que...que...

¡no podía siquiera pensarlo!, todo su cuerpo se calentaba y sus mejillas ardían como si fueran pan recién salidos de un horno.

No quería que alguien más se encontrara con esa parte de la pequeña fiera, le aterraba la idea.

Además de que no era lo único que le preocupaba, hace tan sólo unas pocas horas tardes de la noche, el cielo se había cubierto de una intensa neblina oscura, y todo indicaba a que habría tremendas lluvias torrenciales en cualquier momento hasta la madrugada.

Y eso, no le dejaba dormir.

- ¿aun sigue en su círculo vicioso? - preguntó geisha mientras entraba al lugar, con una tetera humeante sobre una bandeja con tazas de la mejor clase y aperitivos.

- ¿tu que crees?, miralo - Geisha rió, y el tan sólo pudo suspirar y sentarse, moviendo uno de sus pies desesperado.

Geisha volvió a reír mientras dejaba el té sobre aquella mesilla del salón y servía en las pequeñas y galantes tacitas.

- Ochitsuite, Jack-kun - no pudo hacer más que calmarse a la fuerza con su tono cálido.

O al menos fingir mantener la calma.

- voy a atarlo, lo amarrare a las patas de la cama y lo alimentaré hasta que engorde y no pueda moverse, y sólo será mio - se cruzo de brazos, realmente no pensaba en lo que decía, estaba demasiado preocupado para pensar.

Sus amigos rieron, y Michiko sirvió una taza a Fan para luego servirle una a él. La tomó a regañadientes mirando el contenido.

- sabemos que no harías eso, Jack, te conocemos lo suficiente - hablo el de sombrilla, antes de llevarse su bebida a la boca y soplar para beber.

La dama tomo despacio sus manos y se las alzo acercando la taza que tenía a su boca.

- es un té delicioso, te calmara - resoplo sonriendo ligeramente.

Michiko sabía como cargarlo.

- ¿donde están Joseph y Xie? - dijo, probando el contenido de su recipiente y tomando un suave respiro.

Delicioso.

- ¿tu que crees?, están como tu - apenas habló la de él kimono, entraron los mencionados por la puerta.

- ¡vamos a buscarlos! - grito el fotógrafo, estampando con fiereza las puertas y entrando cual bestia furiosa a punto de embestir elegantemente a cualquiera.

Tras el venía Xie, tratando de calmarle sin nada de éxito.

Pero que va. Jack estaba totalmente de acuerdo.

Se levantó, dejando la taza sobre la mesilla y caminando a la salida, totalmente listo para salir en búsqueda de su pequeña fiera de ojos verdes.

Por supuesto que, el albino y él fueron detenidos de inmediato.

El francés termino refunfuñando en un asiento de piernas cruzadas, oculto tras una taza de humeante y delicioso té cortesía de Michiko.

Por su lado, obtuvo casi lo mismo más regaño extra.

- chicos, saben que no pueden salir en la madrugada de esa manera, si pasa algo, pueden terminar ustedes afectados y ellos ilesos de cualquier cosa - geisha caminaba al rededor, regañandolos en ese tono amable que le caracterizaba.

- lo dices porque Mary no es la que esta allí afuera - soltó en tono rabioso Joseph, recibiendo una mirada sonriente y aterradora de Michiko que le hizo cerrar la boca.

- repitelo, Joseph-kun - el fotógrafo negó con intensidad, a lo que esta calmo su sonrisa nuevamente.

Pasaron las horas y seguían allí, siendo atrapados y distraídos en la pequeña sala.

Habia caído dormido a eso de las 4 de la mañana, cuando apenas empezaba la lluvia que tanto le preocupaba.

Y despertó a las 6, cuando estaban todos alterados por la intensidad de la tormenta y se amontonaban en la entrada los campistas.

Empapados y llenos de lodo.

Miro a Naib Subedar directamente, y este tan sólo sonrió con evidentes nervios mientras se encogía de hombros.

Suspiró, y fue ha por el mercenario tomando su mano empapada y llevándolo al segundo piso.

Solo quedaba algo por hacer.

Limpiarlo y dormir, porque maldición, estaba cansado.