Capitulo 1: El nuevo

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P.O.V SAMUEL

El mundo tiene muchas preguntas sin resolver, es un lugar misterioso en lo que todo puede pasar, tantas cosas increíbles, sin embargo, lo único que me pasa a mí es que el mismo sonido me despierta cada mañana, un incesante pitido que me interrumpe mi escape de la realidad y me trae de vuelta a este mundo del que soy consciente de todo.

-¡Agh!-Mi cerebro apenas conectaba para poder mover mi brazo y acabar con ese pitido, el maldito despertador otra vez, estiré mi brazo y después de algunos intentos de apagarlo lo logré, suspiros y maldiciones después me senté en el colchón tratando de descifrar que día era. Y la realidad me golpeó, nunca uso el despertador excepto para, no puede ser, cuando tengo clases, hoy es el primer día de clases. No lo creo, dos meses pasaron volando, no ha pasado ni un día y ya extraño las vacaciones. -Mierda, no quiero ir- Me quejé intentando pararme de la cama, los gritos de mi madre me hicieron correr al baño para ducharme, tardé unos quince minutos en elegir que ropa ponerme, me puse desodorante y algo de colonia encima, me peiné y arreglé mi barba. Tomé mi  laptop y una libreta para meterlas en mi mochila.

-Buenos días- Dije con un poco de desanimo, mi madre preparaba el desayuno mientras mi hermana estaba sentada en la mesa tomando jugo de naranja, mi madre me miraba fijamente con una sonrisa en la cara. -¿tengo algo?

-No, es que te ves más arreglado de lo normal, ¿acaso vas a ver a alguien?- Mi madre me tiró un guiño y una risilla a la que yo contesté con una parecida.

-Es mi primer día de clases, mamá, no voy a dejar que la gente me vea desarreglado, tengo que causar una buena impresión.- 

-Claro.- Otro guiño, me reí y me senté al lado de mi hermana, desayuné bastante ya que todas las vacaciones me enfoqué en ejercitarme y eso aumentó mi necesidad de carbohidratos. Terminé y me levanté dirección a la puerta. -Espera, Samu.- Mi mamá me habló con unas maletas al lado, la miré con extrañeza, pero luego recordé que tenían un viaje programado para hoy junto con mi hermana quién seguía de vacaciones, se iban a ir dos meses a no sé dónde. Mis padres eran jubilados y siempre salían. Me despedí de ella y salí de casa camino a la universidad, la ventaja de vivir cerca es que no necesitaba tomar autobús y además no gastaba en rentas absurdamente caras, ya estaba en mi último semestre y mi tesis estaba casi acabada. Mientras entraba al campus la música estaba en mi cabeza, tanto que no puse atención por dónde iba y terminé chocando con un chico más bajo que yo, el primer día de clases y ya había echo una vergüenza. 

-Perdón, lo siento- dijo el chico con el que choqué, era mucho más bajo y delgado que yo, mientras se disculpaba lo ayudé a recoger algunas cosas que se encontraban en el piso: una libreta, varios lápices, goma, celular, llaves y goma de mascar, todas estaban en una bolsa verde claro de pana que usaba como mochila, era linda.  Al acercarme a él para darle sus cosas y ayudarlo a meterlas en su bolsa pude notar un leve perfume de vainilla, le quedaba perfecto, me imagino que así debe oler todo él, su suave piel debe ser de vainilla, cálida. 

-No, perdóname a mí, soy muy distraído y más hoy- dije sinceramente, nunca fui bueno con la gente, he tenido tan pocos amigos que se me es difícil el poder hablar con los demás y entablar una amistad.

-Por cierto, soy Rubén- dijo ¿tiernamente?, sí, fue tierno. El poder tener amigos ha sido difícil y por lo tanto las relaciones románticas más, además de que nadie llamaba mi atención, pero Rubén lo hizo, el pelo desordenado y su piel clara hicieron que mi corazón se acelerara y me costaba respirar, siento poco a poco el sudor salir de mi frente, de mi espalda, escalofríos por la sorpresa de tanta belleza. 

-Mucho gusto, Rubén, soy Samuel- Dije igual, intentado hacer una voz sexy que claramente no funcionó ya que el chico rio un poco, Dios, mis instintos me dicen que tengo que conquistarlo, es la primera persona que me mueve el piso de esta manera, literalmente me robó el aliento, no puedo quedarme de brazos cruzados y dejar que alguien más lo conquiste, esa idea me hizo tragar saliva del disgusto.

-En serio perdóname, te puedo comprar algo de comer como forma de disculpa, ¿te parece?- Dijo algo ensimismado y nervioso, le sonreí y asentí. De pronto el mundo ya no me parecía tan horrible y gris, en cambio se veía bello y lleno de color, el clima era perfecto, la gente a nuestro al rededor se fue desvaneciendo poco a poco mientras observaba con atención su rostro, su ropa, su forma de pararse, sus dedos tocándose por el nerviosismo, me pregunto cómo me verá, ¿Podrá ver como es que no trago saliva porque tengo la garganta seca, o que tengo la postura firme y recta porque siento que si digo algo equivocado o me rechaza podría derrumbarme en cuestión de segundos?

-No es necesario, de verdad, pero si insistes tengo una hora libre a las 11, ¿te veo en en el comedor?.- Sacó su celular y se puso a revisarlo, supongo estaba viendo su horario, sus ojos se iluminaron y me vio feliz, asintió.

-También tengo hora libre, te veo afuera, en las bancas a un lado de la fuente.- Se despidió con un movimiento de manos y corrió a su salón. Revisé la hora y ya iba tarde, corrí a mi salón mientras pensaba que él era tan "asdfghjk", no usaba esa expresión desde secundaria pero no encuentro otra explicación. Es que él era tan tierno y educado, y tenía unos ojos tan bellos que me podría perder en ellos. Rubén, dentro de mi sé y siento que vamos a estar juntos, lo sé.


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Estoy de nuevo reescribiendo y arreglando las tonterías que mi yo de 13 años escribía, espero entiendan que habrá una gran diferencia de historia y escritura entre los capítulos ya editados y los que no lo están. Aún así espero disfruten de esta historia a la que le tengo tanto afecto. Les mando un beso.

Tú y Yo *Rubegetta* [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora