Capitulo 15

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Pov Amelia
Entré en mi camerino sin poder creer lo que acababa de suceder. Estaba muy confundida con todo, Luisita Gomez me había hecho suya. Y estaba bien con eso, seguramente ahora todo sería más complicado. Si dejar a Luisita antes era una tarea difícil ahora era imposible.
"¿Qué hiciste Amelia ..."
Negué con la cabeza, mientras me ponía la ropa. Cuando miré al espejo me di cuenta de algunas marcas en mi cuerpo, Luisita me había dejado marcas rojizas alrededor del cuello y cerca de los senos, maldita.
Cuando terminé de ponerme la última pieza de ropa, doy una última mirada en el club, y no había rastro de ella. La rubia sabía que no quería verla con otra, y me obedecería fielmente.
Salí por la puerta de atrás para no ser vista por nadie. La noche estaba fría, las ráfagas de viento hicieron que mi cuerpo temblara. Caminé a la avenida más cercana, cuando vi a Luisita subir a su coche. Parecía que luego de nuestro encuentro se había retirado, había obedecido mis órdenes de no permanecer en el Kings sin mi presencia. Eso realmente me gustó.
Deseaba poder acercarme a ella, y pasar el resto de la noche en sus brazos. Pero por hoy, ya había superado los límites, por lo que no debía continuar.
En exactamente quince minutos estaba entrando en mi departamento, pensando que Mónica estaria dormida y Ana también. La casa estaba en silencio, caminé a pasos lentos sin hacer ruido, y cuando finalmente abrí la puerta de mi habitación, ella ya me estaba esperando. Ana.
-Ame ¿Porque llegas a esta hora?
Ana preguntó con suspicacia, la mujer se acercó a mí como si quisiera
analizarme.
- El Show terminó algo tarde hoy.
Conteste con el menor entusiasmo posible, fingir o mentir a Ana era prácticamente imposible, esta mujer me conoce mejor que nadie.
- No me mientas Amelia, hoy la presentación fue en grupo. Me imagino que tu retraso tiene nombre y apellido.
La miré, estaba tratando de ocultar una sonrisa en su rostro, no se le escapa nada.
- No voy a mentirte Ana, mi tardanza se llama Luisita Gomez.
- ¡Lo sabía! ¿Qué has estado haciendo con la Jefa?
Ana preguntó asustada y entusiasmada al mismo tiempo. Se sentó en la cama, pidiendo que me sentara a su lado. Su mirada era curiosa, y con un toque de ansiedad. La pelirroja agarró su vaso de agua, tomando un poco mientras esperaba a que dijera algo.
- Tuve relaciones con ella.
Ana al escucharme escupió todo lo que estaba tomando, provocándome una risa en voz alta.
- ¿Qué? - Preguntó con los ojos muy abiertos.
Cerré los ojos y me acerqué a Ana.
- Así es, como lo escuchaste, Luisita y yo tuvimos sexo. Y Ana, ¡Ella es
maravillosa!
- Oh, Dios mío, ¿te has vuelto loca? ¿Estás borracha verdad?
Solté una risa divertida mientras ella trataba de oler mi aliento, probablemente en busca de alcohol.
- No, estoy muy sobria. Sé que es peligroso, pero Ana no pude rechazarla.
- Por supuesto que sí Amelia, ella no abuso de ti, espero.
- Yo quería, y ella también.
- ¿Te das cuenta del paso que acabas de dar? Luisita está determinada a tenerte, pero puedo preguntarte una cosa, ¿Que pasara cuando ella quiera verte a la cara? Porque te garantizo que no va a querer vivir esta vida secreta.
Ana me miro mostrándome una expresión dura en su rostro. Estaba
muy feliz esa noche, y no quería pensar en las posibles consecuencias que mis acciones causaría, simplemente quería disfrutar lo buena que había sido esta noche.
- No va a suceder ahora, y cuando suceda pensare que hacer.
- Está bien Ameli, pero ten cuidado. Me preocupo por ti - Se acercó y me dio un fuerte abrazo.
- Sé que lo haces, y te doy las gracias por eso.
- No hay nada que agradecer. Duerme bien Amelia.
- ¡Tú también!
Y esa noche fui a dormir con toda la certeza de que Luisita Gomez estaría en mis sueños.

Pov Luisita
Este sería un buen día para quedarse en la cama si no tuviera que trabajar, por supuesto. Abrí los ojos y pude ver los rayos de luz que entraban en mi habitación, había dejado las persianas abiertas ¡Que genia Luisita! Me estiré en la cama, recordando lo bien que había estado la noche anterior. No tenía ninguna razón para ponerme de mal humor, despertarse temprano era el menor detalle cuando había pasado la noche con Carol.
"Carol, ¿cómo puedes tenerme así?"
Me encontré sonriendo al recordar todos los detalles de la noche anterior. Era claramente un hecho probado por la ciencia que el sexo es bueno para la salud. Nada podría explicar mi exceso de buen humor esta mañana.
Salí de la cama, camine por el frío suelo, lo que provoco un cosquilleo en todo mi cuerpo, necesitaba más sol.
Me dirigí al baño para hacer mi higiene de todas las mañanas, deje que el agua tibia golpeara mi cuerpo y me sacara toda la pereza. Cuando terminé, me envolví en mi bata y me dirigí a mi cuarto para decidir que ponerme.
Hoy no usaría falda, y opté por un par de pantalones de color vino, material suave y algo pegado a mi cuerpo, una blusa de color negro con un cuello alto y mangas largas. Aun así, parecía demasiado formal, pero ya estaba acostumbrada.
Después de un desayuno rápido, Juan ya estaba listo, esperándome delante del Mercedes negro. Me dio los buenos días, sin duda era notable mi semblante alegre.
- ¡Buenos días Juan! - Digo con entusiasmo.
Me mira durante unos segundos y sonríe.
- Buenos días Luisi.
- Ha pasado mucho desde la última vez que me dijiste así - Hablé sonriendo mientras entraba en el coche.
- Tengo que tratarla con el respeto de un empleado a su jefa, Sra Gomez.
Aunque Juan es uno de los empleados más antiguos, no podía aflojar las riendas. Una cosa importante que mi padre me había enseñado era separar el trabajo de la vida personal.
En cuestión de minutos ya estaba en el ascensor de Industrias Gomez, por la puerta metálica se abrió, y los empleados pusieron sus ojos en mí, el frenesí comenzó, la gente se movía rápidamente hacia sus sectores asignados con miedo de lo que podría decir. Nunca me cansaré de ver esa situación cómica y embarazosa.
Pasó entre ellos con semblante serio, todos pretendiendo estar centrado en sus monitores. Caminé rápidamente hasta que vi a la morocha, que estaba más que concentrada en el monitor tipeando algo.
- Buenos días señorita Ledesma - dije sonriendo.
Amelia puso la mano en el pecho, con una expresión asustada.
- ¡Oh Cielos! Buenos días Sra. Gomez.
Su voz estaba entrecortada, haciéndome reír de su estado de nerviosismo.
- Disculpa por asustarte
- No hay problema señora.
Se ajustó sus lentes y me miro con calma, ¿Hoy Amelia Ledesma estaba aún más linda o mi día era demasiado hermoso? Tal vez es la primera opción.
Ella usaba un vestido amarillo, que se amoldaba perfectamente a su cuerpo, llevaba su cabello recogido en un elegante moño, mientras que en su rostro descansaban sus lentes cuadrados.
- ¿Enserio? No quiero tener que indemnizar a su familia por matarla de un susto.
Ella sonrió, levantándose de su silla y siguiéndome hasta mi oficina.
- Enserio, se lo juro.
Ella entro en la sala, ordenando algunos papeles en mi escritorio.
- ¿Desea alguna cosa? ¿Un café?
- Sí, quiero un café, pida dos.
Ella me miro confundida.
- Uno para mí y otro para usted.
- La señora está de buen humor, ¿No es cierto?
¿Sera que era tan visible? ¿Las personas estaban notando mi buen humor o era tan malhumorada que cualquier cambio ya hacia una enorme diferencia? ¿Todo esto era culpa de quién? De ella. Carol.
- ¿Porque piensa que estoy de buen humor?
Amelia sonrió, probablemente no imaginaba el motivo del por qué estaba radiante esa mañana.
- Por lo general es por dinero o amor.
Pare por un instante pensado en el real motivo por el que me sentía feliz, no era el dinero, por supuesto. Y dudo que sea amor Carol era la mujer que más había deseado en la vida, pero ¿amor? No, el amor era algo muy fuerte ¿Cierto? No podía amar a una mujer que ni siquiera le había visto la cara.
- "Señora.?"
Desperté de mis pensamientos al oír la voz de Amelia
- Si? Lo siento, estaba pensando.
- No hay problema, hoy su día está más libre. Solo una pequeña reunión después del almuerzo con los ingenieros.
- Perfecto señorita Ledesma, muchas gracias.
Amelia rápidamente se retiró de mi oficina, dejándome con aquel enorme signo de interrogación en la cabeza. ¿Que tenía con Carol? ¿Que sentía por ella? Obviamente para la primera pregunta, la respuesta era simple, nada, no tenía absolutamente nada con la stripper.
Solo encuentros casuales, y futuras noches de placer. No es que me quejara de lo que ella me daba, suplía mis necesidades más remotas. ¿Y que sentía? Atracción, deseo, dominio, estaba en un juego perverso con ella, y lo peor de todo, Me gustaba.
Horas después de la reunión, Amelia y yo caminamos a mi oficina discutiendo asuntos que los ingenieros revocaron.
-Señorita Ledesma, es algo sin fundamento. No puedo hacer eso. - Hable enojada mientras me sentaba.
- Cálmese, tal vez deberíamos buscar una mejor forma de favorecer los dos lados.
- Ok, vemos eso después. Estoy con muy buen estado de ánimo como para estresarme.
Amelia sonrió mirándome. Baje mi vista a los papeles que estaban encima de mi escritorio hasta que escuche el bip de mi celular. Desbloque la pantalla viendo un mensaje de Catalina.
"Solo te recuerdo que estaré esperando por ti Luisi y no voy a aceptar ninguna excusa. Te espero este fin de semana."
Maldita sea, no quería ir, ¿será que no lo podía entender? Aguantar toda esa situación sola era más difícil de lo que ella podía imaginar, pensé en mil maneras de negar aquel pedido, pero simplemente no podía. Tal vez si llevaba a alguien conmigo, no la pasaría tan mal. La única idea que me vino a la cabeza era invitar a mí secretaria. ¿Pero será que aceptaría? Amelia Ledesma parecía no tener nada importante que hacer los fines de semana, no estaría de más intentarlo.
- Señora Gomez
- ¿Si?
- Me gustaría preguntarle algo, si no es una molestia, por supuesto.
- Claro señorita Ledesma, siéntese.
- Bueno, primero me gustaría preguntarle si tenemos que trabajar este fin de semana.
- Creo que no vamos a tener nada.
- Bien, es que quería preguntarle si me podría dar el fin de semana libre. Por qué me gustaría ir a ver a mi familia.
¡Maldición, maldición, maldición!! Podía ser mala y decirle que no, hacer a la mujer aguantar mi presencia, en la casa de mi familia, ¿No? No, aquello no sería correcto. Amelia acababa de arruinar mis planes.
- ¿Tiene que ser este fin de semana?
- Sí, es algo importante. ¿Usted me necesita?
- No no, se puede ir sin problemas.
Amelia me miro desconfiada y finalmente sonrió.
- Gracias, me comprometo a estar disponible la próxima semana.
- No digas tal cosa, voy a terminar explotándola en cualquier momento.
Amelia rio divertida, alegrando el ambiente con aquel sonido. Me limité a sonreír para mis adentros, ella tenía una hermosa sonrisa. Me perdí unos segundos para admirarla, cuando fui interrumpida.
- Bonjour Mon Amour!
Dios tenia que ser una broma. Reconocí esa voz al instante. No es posible.
- ¿Qué estás haciendo aquí Carolina?
- ¿Esa es la manera de recibirme, cariño?
La mujer dijo sonriendo, acercándose a mí. Me abrazo con sus delgados brazos, no tarde en alejarme un poco. Me quedé en silencio, sin poder creer y comprender la situación. Amelia me miró curiosa, con ojos asustados.
- Carolina, en serio, ¿qué haces en Buenos Aires?
- Te eché de menos, y vine detrás tuyo.
- Era demasiado bueno para ser verdad.
Me quejé de la mujer que tenía frente a mí.
- Siempre de mal humor. - Carolina murmuró caminando por la habitación.
- Estaba en un gran estado de ánimo hasta que te levantaste entre los muertos.
Mi suerte era un chiste, Carolina Álvarez es mi ex novia, de la que me había separado al descubrir que se estaba aprovechando de mi cuenta bancaria enorme. Fui suficientemente estúpida como para no darme cuenta de que amor era la última cosa que ella me daba. Salí de París para deshacerme literalmente de todo lo que me ataba, decidí regresar a Buenos Aires y asumir mis responsabilidades. Pero para mi gran desgracia, ella habia venido detras de mí.
- Siempre he sido demasiado viva Luisita, y tú lo sabes muy bien - la mujer dejó escapar con un tono cargado de malicia.
Amelia tosió mostrando que aún estaba en la habitación. La mire, ya que
parecía estar confundida en medio de un tiroteo.
- ¿Necesita algo? - Ledesma preguntó.
- Un revólver tal vez. Pero eso no se puede, así que usted puede retirarse
señorita Ledesma.
- Hermosa secretaría Luisi a ella también te la tiras? Al igual que hiciste en París con aquellas tipas?
Abrí mis ojos, conteniendo mis ganas de saltar sobre el cuello de esa mujer. Amelia levantó las cejas, probablemente creyendo en ella, o no. ¿Me conoce lo suficiente?
- Con su permiso me retiro.
Carolina sólo hizo un gesto con la mano.
- ¿No te cansas?
- ¿De qué? - Preguntó con una sonrisa irónica.
- Por empezar en perturbar mi vida! Gracias a Dios, pude alejarme de ti.
- Tienes que entender que aún me quieres, y yo no puedo estar sin ti. Además, todavía estamos comprometidas.
Ella dijo mientras me mostraba el anillo en su dedo.
Voltee los ojos tratando de alejarme de esa mujer.
- Te quiero lejos de mí.
- Vas a terminar aceptándolo, he vuelto por ti Luisita. Te conquistare de nuevo.
- Tu. Ya. No. Me. gustas.
Dije cada palabra lentamente para que entendiera.
- Sé que puedo reconquistarte, no es difícil para mí. Sólo si se ha entrometido otra ..-
Carolina dijo colocando ambas manos sobre mi escritorio, me miraba con una mirada curiosa.
- ¡Eso no es asunto tuyo!
- Por supuesto que lo es!
Me acerqué a la puerta, abriendo la misma con rapidez.
- ¡Sal de aquí ahora!
- Hoy estas tan seca, siempre has sido más cariñosa conmigo Gomez.
- Estoy siendo amable, cuando le diga a uno de los guardias de seguridad que te ponga en la calle, no te quejes!
- ¡No voy a salir!
Podía sentir mi cuerpo caliente, y no era en el buen sentido. Estaba en
llamas, pero del odio. Carolina después de meses aparece para desenterrar nuestro compromiso, el cual fue un terrible fracaso, sentía solo una cosa por ella, asco.
- ¡Amelia! - Le grité desde la puerta.
La morocha llegó rápidamente con una mirada asustada. Probablemente porque la he llamado por su nombre de pila.
- Lleve a la señorita Álvarez a la salida.
- ¿Vas hacer algo este fin de semana Luisi? Puedo seguirte.
- Voy a ir a otro lugar de la ciudad, y no es asunto tuyo, por supuesto.
- ¿Puedo ir contigo? si quieres.
Carolina se acercó, poniendo sus brazos por encima de mi hombro, haciendo una escena perfecta para los espectadores, en este caso, Amelia.
- No, estaré acompañada, gracias.
Hablé con un tono grosero.
- ¿Puedo preguntar por quién?
- La señorita Ledesma va conmigo.
Los ojos de Amelia se agrandaron sin comprender la situación, yo solamente asentí brevemente. Y la mujer inteligente, acordó.
- ¿Ustedes tienen un romance?
- Oh Dios, por supuesto que no señora. – Amelia habló rápidamente.
- No me hagas esa cara de santita querida, yo sé muy bien cómo son las mujeres como tú.
¿En serio ella estaba intentando poner en problemas a mi secretaría?
- Señora Álvarez, soy muy educada con cualquier persona que entra aquí, pero desde el momento en que dice cosas de mí, que ni siquiera es verdad. Puedo ser un poquito grosera.
Miré Amelia sonriendo, estaba enfadada, y eso fue genial.
- Es mejor que se vaya, señora Gomez ya he avisado a seguridad
Carolina se congeló, me miró, probablemente esperando que dijera algo. Yo solamente me callé.
- Muy poca educación tiene tu secretaría, voy a despedirla cuando vuelva a ser tu mujer. Hasta luego Luisita.
La mujer hablo saliendo, dejandonos solamente a Amelia y a mi.

Pov Amelia
Miré a Luisita que se sentó en el sofá agotada.
- Gracias – ella habló tranquilamente. – Y me disculpo.
- No tiene que disculparse señora.
- Si tengo, no merece que hablen así de usted Señorita Ledesma.
- Realmente no importa lo que ella dijo.
Luisita me miró, sus ojos castaños estaban más claros, se veían cansados.
- No debería de todos modos.
-Tengo una pregunta.
- Puedes hablar Ledesma.
- Acerca de ese fin de semana... usted dijo que yo...
Luisita se levantó rápidamente, arreglando su ropa .
- Tranquila, eso fue solo una historia para que ella me deje en paz. Usted
puede ir a ver su familia. Yo tengo que ir a ver mi familia también.
- Cierto, gracias. Cualquier cosa puede llamarme, voy contestar.
- Sin problemas. Esta libre Ledesma. Buen fin de semana.
- Para usted también señora.
Me Levanté del sofá caminando hasta la puerta cuando la escuché.
- ¿Amelia?
- ¿Sí?
- Una vez más, gracias.
Me limité a sonreír a la mujer y salí.
El día en la oficina había sido cansador, Luisita llegó sonriendo a todos, con una razón que obviamente conocía y me emocionaba conocer. Carol. O mejor, yo. Le di una noche de placer a la mujer más hermosa que yo había visto en Buenos Aires. Y obviamente estaba explotando de felicidad en el interior, pero sin duda la actuación era mi especialidad y no la de Luisita, quien pasó el día sonriendo hasta la llegada de su ex. Juro que al verla allí mi mundo se cayó, sabía que Luisita no tenía absolutamente nada con Carol, pero pensar que podría volver con Carolina y dejar de ir al King's me dolía.
Entonces ¿Esa perra era su ex?
Se escuchó la voz de Mónica en mi habitación.
- Sí, en persona. Como dijo Luisita, ha surgido de las cenizas.
- Por lo menos tiene buen gusto - Ana hablaba mientras comía su cereal.
- Tengo un poco de miedo. ¿Y si esta mujer vuelve, chicas?
- Tu dijiste que la odia Amelia.
Dijo Mónica.
- Lo sé, y se nota el odio, pero ¿que tal si aun siente amor? Quizas sólo está enojada con ella.
- Es una opción válida
Enamorarse de Luisita era una tremenda tontería, esa mujer era la clase de persona que siempre quieres pero nunca puedes tener. Carol la tenía, pero ¿Y Amelia? Ella ni siquiera se fijaría en mí.
- Te dije Amelia, no te metas con esa mujer. Carol es una cosa y la otra es Amelia. Si un día se entera de que Carol eres tú, esa compañía cae sobre nuestras cabezas.
Aunque no quería escucharlo, Ana tenía razón. Tal vez debería poner fin a este peligroso juego en el que estaba viviendo.
- No voy a pensar en eso ahora, tengo que terminar de empacar mis cosas para ir a casa de mi madre. Un problema a la vez, o me vuelvo loca.
- Si fuera yo no iría a esa casa.
Ana murmuró, y Mónica regañó.
- Ana es su madre!
- ¿Y qué? No interfiere con nada.
- Tengo que aclarar las cosas con ella, necesito saber dónde va ese dinero.
- Está bien, si necesitas ayuda solo me llamas ¿ok? Y voy a buscarte.
Sonreí, y me senté en la cama entre las dos. Poniendo un brazo sobre el hombro de cada una, y tirando en un fuerte abrazo.
- Las quiero chicas.
- También te quiero Ameli y también a Ana.
- Ustedes son azúcar pura - Ana dijo riendo. - Este debe ser el efecto del amor.
-Mira quien habla! Tú no quitas la mirada de Carlos. – Mónica dijo riendo.
- Y no se la quitara - le dije rápidamente.
- Es hermoso, pero todavía estamos conociéndonos como amigos y futuros novios.
Ana dijo haciéndonos reír. Era tan bueno estar con ellas incluso en los malos momentos, pero eso no duraría mucho tiempo, tarde o temprano tomaría un autobús para estar cara cara con el peor de mis miedo que se llamaba Devoción, deséenme suerte. 

La stripper - LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora