Capitulo 23

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Pov Luisita

- ¿Quieres, Amelia? - Le susurré, ella cerró los ojos para sentir mis labios sobre su piel. - ¿Quieres ser mía esta noche?

- Si quiero. - Amelia susurró casi en un gemido.

Viaje por la línea de su columna vertebral, con una de mis manos hasta que llegue a su cuello, donde delicadamente enlace mis dedos en sus cabellos oscuros tirando su cara hacia la mía. Tomé el cuerpo desnudo de Amelia contra la pared fría, haciendo a la mujer jadear cuando sintió mi cuerpo presionado contra el suyo.

- Sé que lo quieres, no es necesario que digas nada más. Sólo siente. - Susurré lenta y sensualmente en su oído.

Retirando un par hebras de cabello, dejando su cuello a merced de mi boca, que se movió en el dejando besos húmedos y prolongados. Su piel era tan suave y sensible que el enrojecimiento se hizo más visible. Podía sentir los vellos de su cuerpo erizar justo en el momento exacto que mi lengua se deslizó sobre su pulso con un poco de presión.

Amelia deslizó sus pequeñas manos por mi espalda, clavando las uñas en la tela húmeda de mi blusa. A medida que subía con los besos desde su cuello hasta el lóbulo de su oreja succionando con apuro. La morocha se quedó sin aliento, dejando escapar un gemido que me dejó completamente mojada.

- Quítate eso ahora! - Susurró la mujer perdida en el deseo.

Le solté una sonrisa maliciosa, me miraba con esos ardientes ojos marrones tan familiares.

- Porque no me la quitas tú, Ledesma.

Amelia no se hizo rogar, llevó las manos a los botones de mi blusa y los desabotono de uno en uno, sin apartar su mirada de mí. Cuando termino, la mujer llevo sus manos hasta mis hombros retirando lentamente la tela de mi cuerpo, admirando cada parte de mi cuerpo desnudo. Me sentía caliente, fuego bajo su mirada sumergida en la lujuria.

Ágilmente toda la ropa estaba en el suelo, dejándonos completamente desnudas en esa habitación oscura. La penumbra de la noche la hacía ver tan atractiva, destacando sus curvas bajo la poca luz que las lámparas ofrecieron.

Besé su boca intensamente, y Amelia correspondió de la misma manera. Ella separo sus labios permitiendo el paso de mi lengua que se deslizó dentro de ella con hambre.

Estamos batallando por quien domina y yo gane. Sus manos se movían arriba y abajo a toda prisa, presionando mi cuerpo contra el suyo. Rápidamente guie a la mujer conmigo a la cama pequeña de la habitación.

Tiré el cuerpo de la morena en la cama. La mire ahí, pidiéndole a Dios que no fuera un sueño, porque si así fuera no quería despertar hasta hacer a esa mujer mía. Me arrastré sobre ella, encajando nuestros cuerpos de manera tan perfecta que no podía evitar el gemido ronco que se escapó de mis labios.

Intercambiamos miradas intensas y calientes, era increíble la conexión que sentía a través de ellas. Besé sus delicados labios, y seguí desde su cuello hasta sus pechos. Amelia jadeo cuando sintió mi boca alrededor de su pezón. Los succione con un abrumador deseo que hizo a la mujer gemir, apretando sus dedos en mi pelo en suplica.

- ¡Oh cielos, Luisi! - Amelia gimió, inclinándose hacia delante, ofreciéndome más de su cuerpo.

No dije nada, sólo seguí mi trabajo. Deslizando la lengua por su piel suave, succionando su pecho, mientras mi otra mano masajeaba el otro con cierta agresividad que hizo que la morocha se retorciera. Estaba hambrienta, hambrienta de su cuerpo que por tanto tiempo se escondía de mí. Deje los rojizos y extremadamente sensibles pechos de Amelia, para bajar a su suave abdomen, distribuyendo besos y mordiscos en él.

La stripper - LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora