La reserva en Saint Nikolas era a las siete.
Derek miró el reloj que colgaba de la pared. Estaban a punto de dar las ocho.
- Hija de puta – susurró.
La silla enfrente suya seguía vacía y él no tenía paciencia para aquello. Se giró hacia sus acompañantes.
- Lo está haciendo aposta.
- ¿Por qué lo haría si es a ella a quien más le conviene vuestro trato? -preguntó Nicole mirando la carta por decimosexta vez. Su marido y primo de Derek, Eirik, parecia inmerso en su móvil.
- Porque es así de retorcida -dijo Derek y arqueo una ceja hacia su primo-. Llevas desde que llegamos con el móvil, ¿qué cojones estás haciendo?
La japonesa puso los ojos en blanco.
- Está dándole vueltas a Kai. Otra vez.
Aquella era la primera vez que Nicole y Eirik salían juntos después de haber tenido a su bebé, Kai Ryu, hacía seis meses. El embarazo había sido totalmente inesperado, pero no había podido traer más alegría a la familia. Y quien le iba a decir a Derek que su frío y distante primo sería el primero de todos ellos en casarse y tener un hijo. Uno con el que se le caía la baba, a decir verdad.
Eso no es para ti, idiota, le dijo una voz. Una femenina y con un siseo de serpiente muy molesto.
- Lo habéis dejado con la niñera. Una de confianza.
- La niñera es Nadia -comentó su hermano gemelo Connor-, ¿de verdad confíariais en ella?
Soltó una risita. Dejar a Nadia a cargo de un bebé era como dejar una clase de niños con el mismisimo Satan. Aunque en realidad, si alguien de allí era Satan ese era Jack, quien se sentaba en la cabecera de la mesa. Lily se sentaba a la otra, hablando con su medio hermana Constance. Ambos parecían haber dividido su poder esa noche.
Constance se rio y atrajo la atención de Derek. Su medio hermana, a quien consideraba una completa, se había adaptado bastante bien a su familia y ahora era una más.
Y aquello implicaba una más de las que disfrutaba con su situación.
- Tu prometida no quiere verte -comentó con una sonrisita. Sus dientes blancos parecian diamantes con su piel oscura-. Yo haría lo mismo en su lugar, en realidad.
- Créeme, me hace un favor. Lo último que deseo es verla.
Deseo concedido, dijo el universo, porque en aquel momento, Amira apareció por la entrada del restaurante.
Una sirena con piel de escamas, pensó sin querer. Se acercó lentamente, con el pelo negro como la noche en una enrevesada trenza y una blusa dorada. Su boca formaba una mueca de disgusto mientras su mirada oscura se posaba sobre él.
Un rostro que era imposible de olvidar. Desgraciadamente.
- Llegas tarde.
- Lo bueno se hace esperar.
Escuchó una risita y supo que Nicole se tapaba la boca con una servilleta. Traidora.
Amira se sentó enfrente de él sin saludar a nadie y cogió la carta del restaurante, como si nada.
- Buenas noches a ti también, Amira. -dijo Lily con sarcasmo.
- ¿Por qué deberían ser buenas?
- Eso mismo digo yo -coincidió Derek.
Amira lo miró llena de odio y él le sonrió abiertamente.
- ¿No te gusta que tengamos cosas en común, futura esposa?
Casi soltó una carcajada cuando la vio disimular un estrecimiento. Así que a la pequeña serpiente no le gustaba del todo su propio trato. Eso hizo que a él no le pareciese tan malo.
- ¿Por qué están estos aquí? -dijo la muchacha señalando con la cabeza a Eirik, Nicole, Constance y Connor-. Es una cena de negocios, no una familiar.
- Es lo que yo quiero que sea -cortó Jack. Amira alzó la ceja pero no respondió.
- De acuerdo, será mejor que empecemos con esto antes de que nos matemos -dijo Lily.
Su cuñada apoyó los codos sobre la mesa y los miró a los dos.
- Primero tendréis que firmar un contrato. Será algo parecido a un contrato prematrimonial, en el que ambos estáis de acuerdo a casaros, y bienes separados y tal. Luego, empezamos con lo bueno.
Entonces miró a Jack y este dejó su copa.
- Acciones. Nos quedaremos con un cincuenta por ciento de Bel – Hadid Cosmetics.
- Ni de broma -contestó Amira-. Veinticinco por ciento.
- No creo que estés en condiciones de negociar -replicó Jack.
Amira cerró la boca, no sin antes soltar una maldición en pakistaní.
¿Qué le habría pasado?, pensó Derek. ¿Qué habría llevado a la soberbia de Amira a casarse y dar la mitad de su empresa?
- Es una empresa pequeña…
- Eso no importa -Eirik se encogió de hombros-. El poder es poder.
- A cambio tú tendrás el apellido Collingwood respaldandote en todo -aseguró Lily y Jack asintió.
- Podrás hacer cualquier cosa que quieras -añadió Connor.
- Seguirás siendo tú misma -Constance hizo su pequeña aportación antes de llevarse un bocado de su cena a la boca.
- Y asegurarás tu futuro -dijo por último Nicole.
Su familia, pensó Derek, era de todo menos sutil. Y Amira también se dio cuenta, pues soltó una carcajada amarga y dijo:
- Así que para eso habéis venido: todos contra una -su atención se concentró en él-. ¿Tú también vas a tratar de convencerme?
- ¿Por qué debería? Casarme contigo es lo más parecido al infierno que puede haber en la tierra.
- El infierno está vacío y todos los demonios están aquí -recitó. Su voz llena de maldad.
Derek reconoció la cita de Shakespeare pero se quedó callado. Amira siguió:
- El único consuelo que tengo con este trato es tu sufrimiento.
- Oh, tu sufrimiento está asegurado, querida prometida…
Alguien se aclaró la garganta.
- Cómo he dicho -Lily intentó cortar el momento-, vamos a terminar y luego ya os podréis matar lentamente.
Lo haré, pudo leer en los labios de la muchacha. Derek cogió el cuchillo y lo observó con interés.
- Celebraremos una boda.
Aquello atrajo la atención de ambos.
- ¿Qué?
- Oh, por favor -dijo Nicole-. Este va a ser el acontecimiento del año. Hay que celebrarlo por todo lo alto.
Amira puso los ojos en blanco, pero supo que tenían razón. Si iban a hacer aquello, debían hacerlo bien y que fuese creíble. Ya hoy empezarían los rumores de relación cuando la viesen cenando con la mayoría de los Collingwood.
- Además eso cambiaría tu imagen pública -comentó Constance y se encogió de hombros cuando la muchacha le dirigió una mirada-. Vamos, no es un secreto que la prensa no te tiene en muy alta estima.
Nadie la tenía en alta estima, en realidad. Todos pensaban que era una oportunista y una persona fría y calculadora.
¿Y lo mejor? Estaban en lo cierto.
- No voy a cambiar quien soy solo porque a la gente le incomode que una mujer tenga seguridad en sí misma.
- En eso tiene razón -concedió Lily, quien había sido más de una vez objetivo de críticas.
- ¿Tú de qué lado estás? -acusó Derek.
- Del que más me convenga -sonrió.
Derek se giró hacia su hermano mayor y lo vio sonreír levemente.
- ¿Puedes dejar de enseñarle tus frases?
- No tengo la culpa de que sea igual que yo.
Lily sonrió por primera vez y otra vez ella y Jack comenzaron aquella conversación silenciosa entre los dos. Derek apartó la mirada.
Eirik se levantó para hacer videollamada con Nadia y Nicole fue tras él murmurando algo sobre que era un pesado.
- ¿Hemos terminado? -preguntó Amira-. Tengo que ir a comunicarle a mi abogado que acabo de perder media empresa.
- Las cosas que uno hace por amor -comentó Derek con sarcasmo-. Deja que te ayude.
Fue hacia su silla pero Amira ya se había levantado. Cogió el abrigo de la muchacha y se lo echó delicadamente por los hombros. La acompañó hasta la entrada del restaurante, siendo consciente de las miradas disimuladas que la gente les lanzaba.
- ¿Aprendiendo modales de una vez? -susurró ella, sin molestarse en fingir una sonrisa.
- Lo bueno se hace esperar -dijo con una sonrisa. Entonces la atrajo junto a él y sacó el cuchillo que llevaba escondido bajo la manga.
Amira no se lo esperaba y cuando sintió la punta de acero contra su estómago, tapada estratégicamente por su abrigo, maldijo a aquel hijo de puta.
- Sé que hay un motivo detrás de esto, uno que va más allá de tu herencia. Vas a lamentar querer casarte conmigo, futura esposa
ESTÁS LEYENDO
Medusa (Collingwoods II)
RomanceEn el amor y en la guerra, todo vale... Derek Collingwood es rebelde, fiestero y todo un rompecorazones. Sin embargo, su burbuja se romperá cuando se vea obligado a casarse para mantener su imperio. Si, como si hubiese salido de un siglo pasado. Y l...