¿Cómo contuvo las ganas de darle una bofetada? Ni ella misma lo sabía. Derek había sonreído triunfal y le había acariciado la mejilla. Su tacto había sido suave, casi afectuoso, pero sus ojos grisáceos contaban una historia muy distinta. Una que muy pocos sabían de verdad.
- Son tal y como me había imaginado -le había susurrado Derek burlonamente y se había largado antes de que pudiese replicar.
Se había ruborizado como una adolescente tonta, a pesar de que el beso había sido rápido y casto. Sin embargo, aún podía sentir la boca de Derek cálida contra la suya.
Lo odiaba.
- ¿Estás lista? -preguntó una voz masculina.
Rakim estaba impecable en su traje pakistani en verde oscuro que resaltaba sus ojos. Su mirada era triste por lo que había pasado, aunque no lo dijese en voz alta.
Asintió y se puso en pie.
- Amira estás bellísima -dijo el muchacho.
Se miró de nuevo a los espejos. Llevaba los ojos pintados con kohl y las manos decoradas con henna. Además, le habían hecho un semirecogido, adornado con una pequeña tiara y una tela dorada, muy parecida al velo occidental. Todo eso más el vestido que había arreglado era justo lo que Amira había querido para su boda. Para una verdadera.
- Lo sé -dijo simplemente sin expresión alguna.
- Si Farah te hubiese visto…
- No -replicó y camino hacia él-. No te atrevas a mencionarla, no en esta farsa.
Rakim esbozó una mueca pero no dijo nada.
- ¿Vamos a hacer como dijiste?
- Así es.
Su primo asintió y salió de la habitación de aquel imponente hotel donde sería la ceremonia y después la celebración. Amira se quedó sola unos minutos antes de tener que salir a enfrentarse a su peor pesadilla.
No, no seas boba. La peor ya había pasado y se había deshecho de ella. Con esta haría lo mismo.
Se volvió para mirarse una última vez y se dio cuenta de que estaba nerviosa. Tomó una respiración y alzó la cabeza.
- Deseame suerte, Farah -susurró en pakistani y salió a casarse.
Derek llegó al altar sin prisas, forzando su clásica sonrisa pícara con los invitados. Saludó al oficial que los iba a casar y se volvió hacia su gemelo.
- ¿Seguro que no quieres casarte por mi?
Connor puso los ojos en blanco.
- Preferiría no hacerlo. No con una mujer, al menos.
Derek iba a contestar cuando Clark, que había llegado justo a tiempo para la boda y se hallaba sentado en primera fila, lanzó una mirada a la otra zona, donde una chica y un chico de rasgos árabes bastante altos susurraban en otro idioma.
- Son los primos de Amira, Jessenia y Rakim -ella se lo había contado cuando eran pequeños y comenzaban su amistad.
Su hermano gemelo frunció el cejo y Derek se encogió de hombros.
- Tengo buena memoria.
Observó de nuevo a los hermanos. Ambos iban muy elegantes con ropas típicas de Pakistán y parecían ajenos a todo lo demás. Sin embargo, a Derek no se le pasó por alto la forma en que Rakim controlaba el ambiente disimuladamente y Jessenia lanzaba miradas fugaces a su familia.
Esto no es una boda, es una guerra, pensó.
A Jack tampoco se le pasó por alto la actitud de los hermanos. Sentado junto al resto en primera fila, giro la cabeza hacia la entrada y entrecerro los ojos. Luego se giró hacia Lily y le susurró algo. Su cuñada observó a los hermanos con interés tan descarada que Rakim y Jessenia dejaron de hablar entre ellos para mirarla. Entonces, Jessenia le dijo algo a Rakim y ambos sonrieron cordiales, pero Lily no cambió su expresión. No hasta que Jack le puso una mano en la pierna y ella lo miró alzando una ceja.
La tensión se palpaba en el ambiente. Algo pasaba; o iba a pasar. Amira se estaba retrasando demasiado, lo cual era bueno para él, pero no para los demás.
- ¿No la vas a acompañar tú al altar? -le dijo a Rakim.
El primo negó.
- Creo que quiere hacerlo sola.
Fue el tono en que lo dijo, que Derek se quedó pensativo. Oyó a su hermano Connor bufar ante la respuesta de Rakim y como este lo miraba de arriba a abajo sin mostrar expresión alguna. Su hermana Jessenia no paraba de mirar hacia la puerta. Y Derek se dio cuenta de que sus ojos estaban llenos de preocupación.
Amira, ¿dónde estás?, se encontró preguntando. Miró el espacio vacío a su lado, y disimuladamente, miró la hora en el reloj de su muñeca. Debería de estar casand…
Las puertas del gran salón se abrieron. Y emergió una figura.
Derek se sintió apaleado, y por un momento se quedó sin respiración. Amira llevaba un vestido champán decorado con una suave tela dorada brillante. El corsé con un poco escote enfatizaba su pequeña cintura y Derek trago saliva. Porque ese rostro, el que lo había acompañado en sueños y pesadillas durante años, estaba más hermoso que nunca.
Es mía.
Amira sonrió, no sólo a él sino a los invitados, agradeciéndoles su presencia. Su atención volvió a él, y Derek lo vio claro.
Su sonrisa no era de agradecimiento, era triunfal. Lo supo cuando ella giró la cabeza y saludó a alguien.
Y Killian McAllister apareció para acompañarla al altar.
ESTÁS LEYENDO
Medusa (Collingwoods II)
RomanceEn el amor y en la guerra, todo vale... Derek Collingwood es rebelde, fiestero y todo un rompecorazones. Sin embargo, su burbuja se romperá cuando se vea obligado a casarse para mantener su imperio. Si, como si hubiese salido de un siglo pasado. Y l...