capítulo 13: Pánico en mis entrañas.

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—¡Urgente!, ¡Urgente!— Nos jalonea hasta el fondo de la casa. En su apuro hace que choque con una de las mesitas que hay en las gran sala.

—Jasper, ¿Qué sucede?— acaricio el lugar de mí mano donde me golpeé.

—Vengan acá, amigas mías—Subimos las escaleras y vamos a la segunda sala que está en el segundo piso de la casa. Muy poco la usamos y la verdad es muy bonita. Hay unos grandes muebles color blanco hueso, un gran televisor de sesenta pulgadas y en el medio, hay una gran lámpara que da un lindo alumbrado. Hay diferentes cuadros en las paredes  y un gran retrato de toda la familia. Jasper camina hacia el balcón que en la entrada está adornado por unas grandes cortinas que hacen juego con los muebles y el color blanco de la pared, lo seguimos observando sus movimientos. Una vez afuera, el viento nos golpea en la cara, de ahí arriba se puede visualizar todo el alboroto de la fiesta.— ¿Ven eso de ahí?— señala hacia el oscuro cielo. Posamos nuestras miradas en las preciosas estrellas que hay esta noche.— ¿No creen que esta es una preciosa noche para poner a cabo la segunda fase del plan?.— sonrisas maliciosas se dibujan en nuestros rostros.

—¿Cuál es el siguiente paso?—Pregunta Ana.

—Primero, nos quitaremos estos incómodos disfraces y nos pondremos unos más cómodos.

—Pero me gusta mi disfraz de jugo de naranja— Anastasia hace un puchero y se cruza de brazos.

De verdad es la cosa más adorable que mis ojos han visto.

—Ana, no veo forma de que entres por una ventana en ese traje. Ese pitillo de ahí arriba te lo impedirá y te delará.— Jasper se dirige hacía los muebles y trae su bolso. De él saca dos grandes Kigurumis súper adorables. Nos extiende uno a cada uno.

—YO QUIERO EL DE SAPITO.— Anastasia se lanza sobre mí arrebatándome de las manos el kigurumi verde. Apenas me doy cuenta que es de sapo, y la verdad, esos ojos saliéndole de la cabeza me robaron el corazón.

—DÁMELO, JASPER ME LO DIÓ A MÍ— la jalo por el gran pitillo que sale de su cabeza y accidentalmente cae al suelo.

—ESTÚPIDA, MIS NALGAS DESAPARECERÁN— se levanta pesadamente del suelo y le quito el disfraz de su mano y salgo corriendo de ahí.—OPAL VEN ACÁ Y DAME ESO.

—ALCANZAME PRIMERO— le grito ya desde mi habitación. Cierro la puerta de atrás de mí. Me quito mi disfraz de elefante y me pongo el lindo kigurumi de sapo.

Bien, un animalito más pequeño.

Me detengo un momento y me observo en el espejo. De verdad me veo adorable. Agarro mi teléfono y poso chsitosamente para una foto.

"Déjame tranquilo, ¿Puedes?".

Un nudo se me hace en el corazón y en mi pecho al recordar el mensaje de Aquiles cuando le iba a enviar la foto.

Nunca había sido frío conmigo.

Siempre daba explicaciones.

Siempre se preocupaba por no dejarme con dudas ni miedos.

El de ese mensaje no era Aquiles.

No era Aquiles.

Es difícil cuando conoces tanto a alguien, te acostumbras tanto a sus reacciones, a sus palabras, que cuando actúa totalmente diferente de lo que estás acostumbrada, es imposible no sertir desconcierto y un poco de miedo.

Miedo a lo desconocido.

Todos tenemos miedo a lo desconocido, y cuando se hace tan real, llegas a un punto en el que no sabes cómo actuar o como reaccionar y solo te limitas a respirar profundo para controlar tus ganas de huir.

Hasta Que Las Estrellas Se Apaguen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora