6. Si de fuerza hablamos...

740 85 15
                                    

El motor se detuvo. Naruto escuchó el abrir y cerrar de la puerta del piloto cuando Hinata salió del auto, oyó de nuevo el abrir de una puerta y supo que estaba sacando a Neji de ahí. Luego, ya no hubo más ruido.

—¡Esa pequeña...! ¡¿Me dejó olvidado aquí?! —rezongaba Naruto mientras buscaba alguna forma de abrir la cajuela y poder salir. Entonces, el capó se abrió y él fingió seguir en el desmayo.

Hinata lo tomó encima, haciéndolo ver como si fuese fácil, golpeándole la cabeza por accidente al sacarlo. Lo echó sobre su hombro y del otro lado puso a Neji, asegurándose de que nadie pudiera verla antes de avanzar. Caminó hacia la casa apresuradamente. Tuvo que poner a Naruto abajo para poder abrir la puerta, cosa que también él lo tendría en cuenta porque la muy despistada lo puso sobre el arbusto con espinas.

Al fin estaban adentro, en la seguridad de su casa sin que nadie más pudiera descubrirla. Hinata acostó a Neji delicadamente en el sofá, colocándole una almohada debajo de la cabeza. A Naruto simplemente lo dejó caer al suelo.

—¡Eres una pequeña alimaña rastrera!

Hinata pegó un ligero brinco del susto cuando Naruto se puso de pie rápidamente. Él se puso frente a ella apuntándole, claramente rabioso. Hinata respiró hondo, para después volver su mirada como cuchillas filosas clavándose en los ojos azules y violentos de Naruto.

—¿Estabas despierto? Dejaste que una débil dama cargara contigo, holgazán.

—¡¿Débil?! —reía incrédulo—. ¿Eres consciente de esto acaso? ¿Te das cuenta de lo que haces mujer... rara? Tienes muchas cosas que explicar, y necesito las respuestas. Ahora.

Naruto se sentó, cruzó los brazos mirándola fijamente, y alerta por la siguiente acción que fuese a tomar la hermana menor de su compañero. Indagando en cómo una chica tan pequeña y dulce podría tener la fuerza de cien hombres.

—Tienes que irte, Naruto —ella miró la hora en su teléfono, un poco preocupada—. Mis papás llegan en unas horas, no puedes estar aquí entonces. Ellos no tienen idea de lo mal que se porta Neji y de la clase de amigos que tiene —Naruto sintió un poco de ofensa en sus palabras, cosa que jamás le había importado hasta que vino de ella. El rostro de Hinata reflejaba simpatía y dulzura—. Así que por favor te pido de la manera más atenta que te retires, ¿puedes?

—Me estás discriminando.

—¡No lo hago! Yo no soy mala persona. Lo haría si te llamara pendenciero, animal, sucio, y ni siquiera he hablado sobre mi teoría de que hueles mal...

—Tiene que ser una broma.

—Una cosa es que lo piense, pero yo jamás te lo diría, mucho menos para que te sintieras mal —sonrió verdaderamente, como si en realidad no se diera cuenta de lo que acababa de decir.

Neji se movió ligeramente, eso hizo que ambos se callaran y le miraran por pocos segundos.

—Naruto, por favor. Te doy mi cartera si quieres, pero ya vete.

—Bien, es suficiente. A estas alturas confirmo que si no te escuchas cuando hablas mucho menos me escucharás a mí. Así que hagamos lo siguiente —dejó el asiento, se arrodillo y puso su codo sobre la mesa de centro. Abrió la palma de la mano—. Juguemos. Si yo gano me contarás toda la verdad, y vas a responder cada pregunta que yo haga, y Hinata, quiero la verdad.

—No creo que sea conveniente.

—Pero si tú ganas, yo salgo por la puerta. ¿Bien?

Hinata observó de nuevo preocupada la hora en el reloj, faltaban veinte minutos para las 4 de la mañana, sus padres ya deberían estar por llegar al aeropuerto, pues le avisaron que estarían en casa para las siete a más tardar. Calculando rápidamente, tenía una hora para hacer que Neji se duchara, luego se metiera en la cama y durmiera una hora más antes de despertarlo y estuviera listo para recibir a sus padres.

Naruto seguía esperando a que ella se decidiera, no paso mucho cuando, no convencida del todo, se arrodillara frente a él y juntara su mano. Entonces lo hizo.

—Bien, princesa. Si te lastimo me dices antes de...

Un golpe fuerte y la mano de Naruto ya estaba tocando la madera de la mesa. En un santiamén, Hinata lo había derrotado fácilmente. Se levantó de un salto sujetándose la mano dolorida, y por poco rota, queriendo gritar.

—Lo siento —dijo ella, un poco preocupada para variar—. Tengo una duda, ¿Cómo es posible que te haya dolido si peleas cada fin de semana en el club, y jamás te has quejado?

Naruto gruñó como animal.

—No estaba preparado. Otra vez.

Estaba molesto. Su ego era demasiado grande como para aceptar que una chica tan pequeña como Hinata lo hiciera doblarse de dolor. No podía imaginar si alguien del club lo descubriera en esa situación.

—Bueno, pero una y ya. No podemos hacer esto toda la noche, ¿sabes? Tengo que resolver el problema de mi hermano. —Hinata tomó la mano de Naruto de nuevo.

—Cuando diga 3, ¿de acuerdo? —Ella asintió—. Uno... Dos... Tres.

Era completamente absurdo. Naruto intentó, primero suave, pero después con mucha fuerza, doblar el brazo de Hinata. Su rostro luego de un minuto estaba rojo y bañado en sudor. Por el contrario, Hinata permanecía inmóvil, sin ninguna expresión de cansancio aparente, fingiendo un bostezo de vez en cuando.

—Puedes usar las dos manos si quieres —dijo ella, con buenas intenciones, aunque Naruto pensara lo contrario.

Él rio con ironía, negó, creyendo que se burlaba de él.

Sin pensarlo más, intentó con ambas manos.

No la movía ni un milímetro. Su rostro comenzaba a mostrar desesperación.

Hinata suspiró cansada de todo el asunto. Decidió terminar de una vez por todas.

Naruto había perdido de nuevo.

Y como hombre de palabra, él salió por la puerta. Lo que Hinata no sabía es que él iba a entrar por la ventana de su habitación.



Strong GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora