˗ ˏˋ ❝ chapter one ❞ ˎˊ -

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HAPPY ENDING ➶MATSQUARE

Amor a primera vista, eso es lo que era

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Amor a primera vista, eso es lo que era. A lo lejos lo reconocía y aceptaba.

Rodrigo Teniente estaba acostado en una de las banca detrás del gimnasio, su vista está fija en Matías Candia, que se ocultaba detrás de un árbol fumándose un cigarrillo.

A Rodrigo no le molestaba que el otro muchacho hiciera eso. De hecho, siempre le decía que hiciera todo lo que le gustaba y viviera cada día al máximo.

Esplendido y radiante, siempre alegre y despreocupado, desde pelinegro hasta de gris, todo de él, todo en él, desde cualquier ángulo Matías era extraordinariamente hermoso.

No despegó la vista ningún segundo cuando Matías se le fue acercando hasta agacharse en cuclillas a la altura de su rostro. Con el cigarrillo entre los dedos y una sonrisa sus ojos hicieron contactó.

—Hola Rod.

Candia llevo el cigarrillo a sus labios y alzó un poco las cejas cuando inhaló, segundos después escupió todo el humo en la cara del más bajo, haciendo que este comenzará a toser, Matías antes de levantarse colocó el cigarrillo en la boca de Rodrigo y echo a correr.

—¡Hey, Teniente!— el inspector lo había pillado con el cigarrillo en la boca, cuando su vista busco a Candia no lo encontró en ese momento.

A jalón de oreja fue llevado a el salón de castigo. Sí, le dolía, pero no reclamó. Haría todo por Matías, hasta recibir el más doloroso castigo.

Y ahí se encontraba recostado en una de las mesas, tenia la cabeza gacha, dos horas de reflexión no servirían de nada. Candia llegó unos minutos después porque sabía que Rod no lo delataría. Silenciosamente Matías entró al salón de castigo, agarro una silla y se sentó a lado del castigado.

—¿Por qué haz hecho eso?— preguntó el de expansor acercándose.

No recibió respuesta, solo una mirada.

—¿Quieres que viva contigo?— dijo Candia de la nada.

Otra mirada, ahora por parte de ambos.

Rodrigo se sorprendió cuando el otro, cansado de esperar respuesta, le robó un beso, uno lento y húmedo.

Ese mismo día, Matías se fue con Rodrigo al departamento de este último. Cuando entró lo primero que hizo fue quitar las oscuras cortinas, y reemplazarlas por unas claras, iluminando toda la sala.

—He pensado un nombre para ti, así que piensa en uno para mí— le dijo el más alto mientras colocaba la última cortina.

—No podemos cambiarnos el nombre.

—¿Por qué no?

Así fue como ambos se comenzaron a llamar Emo y Otaku. Para Rodrigo, Emo era perfecto para él, por la gran cantidad de estupideces suicidas que decía y su gran sentido de la moda, vistiéndose de negro siempre. Y para Matías, Otaku ya que fue lo primero que se le vino a la mente cuando vió su cuarto lleno de posters de anime y por sobre todo, su pequeña dificultad para tener interacciones con cualquier ser humano. Aunque sin el olor a culo.

—Las cortinas no quedan— dijo el de cabello bicolor después de analizar el departamento— cambiemos todo.

Comenzaron a mover todos los muebles, tardaron unas horas, pero quedó satisfecho por el resultado. Y Rod también aunque no lo dijera, su casa se había iluminado desde el primer paso que dio Matías dentro de ella.

Tenían mucho en común, eran de la misma edad, a ambos les gustaban los fideos, amaban escuchar música en los días lluviosos, amaban las bebidas energéticas, odiaban la escuela. Pero lo más importante, ambos se gustaban.

Su amor era como una prisión, cuando ya estas dentro no puedes salir de ello.

Ellos tal vez no lo sabían, pero estaban pagando cadena perpetua desde la primera vez que se vieron.

Teniente se enamoró de aquel muchacho. Incluso del aire que respiraba. Y todos los días se preocupa, temiendo poder perderlo.

Vivieron juntos hasta su graduación de último año. Una graduación donde nadie asistió, pero eso era lo de menos para ellos.

La preocupación y temor de Rodrigo se hizo realidad cuando decidió aceptar una beca en el extranjero. Tantos años preocupándose de perder a Matías, para él soltarlo repentinamente.

Pero para Rod amar a alguien es darle todo a la otra persona.

—Te escribiré seguido— le dijo Candia en el ultimo momento de su despedida, aún sabiendo que lo volvería a ver.

Rod había recibido tanto del contrario. Tantas veces que se pregunto si alguna veces había hecho feliz a Matías, por que ese chico siempre estaba ahí para él, y él solo se refugiaba en sus brazos como un pequeño niño que necesita siempre ser abrazado por las noches. ¿Qué sería de él ahora que se iría lejos? ¿Cómo pasaría sus noches? ¿Qué hará Candia en su ausencia? ¿Quién lo levantará y le preparará el desayuno?

Matías cumplió lo prometido, cada mes le enviaba una carta. Cada una era diferente, contándole como se sentía, lo que le ocurría y lo mucho que lo extrañaba. Para Rod era mas que suficiente con solo ver el remitente de la carta.

Pasaron cuatro años, hasta que Rodrigo se graduó y pudo regresar al su país natal. Al bajar del avión, busco su maleta y se sentó a esperar al otro muchacho.

Matías era tan amoroso siempre se lo había demostrado, aunque no estuviera con él lo sabía, pero Rod no podía decirle que lo amaba. En todo ese tiempo que pensó y espero por él.

¿Había Matías esperado a Rodrigo?

Teniente le aviso un mes antes como respuesta de su última carta de hace nueve meses atrás, Mati había dejado de enviarle cartas, al principio Rod lo dejo pasar no podía obligarlo a que le enviará cartas, se excusó que estaba cansado o necesitaba tiempo.

¿Pero quién se enviaba cartas en ese tiempo?

Rod, solo Rod podía pensar eso. A veces llegaba a ser tan cliché, y más al pedirle que le enviará cartas. Cuando un mensaje de texto o email era más rápido.

Espero por dos horas sentado en aquel aeropuerto, en espera de Matías. Había escrito en su última carta que si aún lo quería que fuera a recibirlo. Rod esperaría el tiempo suficiente, estaba dispuesto a pasar la noche esperando por su amado. Espero cuatro años y a comparación de unas horas o días no eran nada.

Era invierno y la lluvia no cesaba, la fría brisa entraba cada vez que alguien entraba y automáticamente se abrían las puertas. Cerró los ojos un momento y agachó la cabeza. Sin saber en qué momento se quedó dormida.

—Oye.. oye despierta— escuchó aquella voz, esa voz tan áspera y  a la vez suave que nunca olvidaría. Pensó que era un sueño, pero cuando abrió los ojos y lo vio, se quedó sin habla, si antes era hermoso ahora más que nunca era la perfección ante los ojos del de septum.

—Lo siento por llegar tarde, tuve que arreglar unos papeles en la oficina— se excusó Candia dándole una sonrisa.

Rod se levantó inmediatamente, sus ojos brillaban, su corazón palpitaba a un ritmo desfrenado, como la primera vez que lo vio.

—Ma-mati...

Le devolvió la sonrisa, y en ese momento quería decirle que lo amaba, cada día, en cada oportunidad quería decirle que lo amaba, que estaría con él para siempre. Quería que fuera su esposo y tener una hermosa familia. Quería tanto, pero no se atrevía a decirlo, no podía mencionar un "te Amo" para Matías.

Rod se llegó a odiar a sí mismo por lo cobarde que era, entones decidió que le daría de todo a Mati, todo lo que pida, porque para eso se había ido a estudiar al extranjero, dio todo de él para tener una vida de lujos y ahora volverá a dar todo para que a su amado no le falte nada.

Primero seria Matías, ante todo.

HAPPY ENDING。 ˖⁺ MATSQUAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora