❝donde rodrigo hará todo
lo posible para que matias
sea feliz primero que él.❞
♡੭ु adaptación.
↳✧.✲ beibichaeng.
↳✧.✲ todos los derechos
a su respectiva autora.
︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿ ⨾ info
. . . .│♡⃕ ˇpareja prin...
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Matias se tomó una pausa después de un arduo trabajo. Camino por los pasillos de la estación de radio, donde estaba ubicada su oficina. En el mismo edificio donde trabaja Rod solo que en diferentes niveles. Bajó el ascensor, hasta el primer piso. Y se dirigió hasta una de las máquinas de café.
Sentada frente a la máquina estaba la Doctora Sofia Maure, que leía unos informes mientras bebía su café. Matias le echo un ojo, no se veía nada mal y no perdería la oportunidad de llamar su atención.
Caminó frente a ella de una forma llamativa pero sin ser ridículo ni exagerado y Sofia no pudo evitar mirarlo. Matias introdujo unas cuantas monedas en la máquina y selecciono un café amargo. Todo aquellos movimientos era visto por la doctora.
Candia se agachó y vio que no tenía vaso, dejando perder el dichoso café. Suspiró. Se levantó y se dirigió a la doctora.
—¿Ya terminaste? —le preguntó.
Sofia Maure desvío la mirada confundida.
—¿Perdón?
—El café— señaló el bicolor.
Maure miró el vaso vacío que tenía en su mano para luego mirar a Matías. Confundida por lo que había dicho.
—¿Entonces puedo tomar el vaso?
El joven estiró su brazo, la pelinegra se levantó y le dio lo que pidió. La doctora estaba hipnotizada por lo guapo que se veía aquel muchacho.
Él lo tomó y volvió a la máquina, introdujo el vaso y seleccionó el café amargo otra vez. La muchacha volvió a sentarse sin despegar la vista de Matías.
Unos segundos después el café estaba listo, Candia lo tomó, soplo por lo caliente y sorbió un poco.
—¿De qué lado lo tomaste? —le preguntó volviendo a ver el vaso.
—¿¡Qué!?
Hizo mala cara y volvió a tomar otro sorbo. Sin terminarlo, se acercó y le entrego el vaso. La doctora estaba más que confundida por la actitud de aquel chico.
—Esto no es un beso, ¿verdad?— le dijo Matías para irse, dejando a Sofia con el vaso en mano.
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Matías ya estaba devuelta en su escritorio, y comenzó a garabatear su cuaderno. Mientras hacía aquello escuchaba a su compañera tararear una canción.
—Oye Dai—la llamó.
—Sí.
—¿Conoces a la Doctora invitada hoy? —pregunto aún rayando su cuaderno. Su compañera lo miró extrañada.
