˗ ˏˋ ❝ chapter nine ❞ ˎˊ -

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HAPPY ENDING ➶MATSQUARE

Desde aquella noche, donde Rodrigo lloró en brazos de Matias y después de haber escuchado que lo necesitaba, cambió, los pensamientos de Rod cambiaron

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Desde aquella noche, donde Rodrigo lloró en brazos de Matias y después de haber escuchado que lo necesitaba, cambió, los pensamientos de Rod cambiaron. Ahora más que nada, aunque fuera demasiado tarde, no quería alejarse de su amado. Así que esa misma mañana, volvió a la monotonía que tanto extrañaba el bicolor, Rodrigo le hizo el desayuno, y le propuso irse de viaje, con la excusa de que sería la despedida de soltero, tan repentinamente al faltar unos días antes de la boda.

Se fueron sin saber que tal vez sería la verdadera despedida entre los dos.

—Ya tengo todo listo, Rodri— dijo Matias con su maleta hecha y con una gran sonrisa.

—Muy bien, bajemos el taxi no tarda en llegar —respondió verificando la hora en su teléfono celular.

Todos estaba listo, la reservacion del vuelo, la del hotel donde se hospedarán y tomaron de libre elección, recorrer el lugar por si mismos.

Antes de todo, Rod habló con Angie, explicándole todo lo planeado. La joven peliazul se había convertido en la persona más cercana que tenía el mayor, a excepción de Matias, pero este no sabía de su condición o eso creía.

—Vamos, Mati, o te perderás— dijo el pelinegro, el aeropuerto estaba lleno por la fecha, y apenas si se podía caminar.

Candia asintió, y le agarró una mano a Rodrigo, está al sentir la calidez y suavidad de la mano del bicolor, lo miró, y le dio una sonrisa. Terminaron entrelazando sus dedos. Teniente no quería soltarlo nunca más, se dio cuenta que había desperdiciado su valioso tiempo, tratando de complacer a su amado, para que sonriera, para no verlo triste, se dio cuenta que lo único que tenía que hacer es estar a su lado. Y lo supo porque desde que salieron de casa Candia no había borrado su característica sonrisa de su rostro.

Todo el transcurso del viaje no se soltaron las manos, Matias sonreía y eso hacía feliz al mayor. El de expansor hablaba de como le había ido en su última composición, pero Rodrigo no lo escuchó del todo, sus pensamientos se desviaron a decirle a su compañero sobre su hereditaria enfermedad. Entonces imágenes de su amado, donde las lágrimas y sollozos sustituyen la risa del mitad pelinegro llegaron, trató de desvanecer todo aquello aunque fuese difícil, y se planteó que disfrutaría hasta el último día que le permitan estar con Candia.

—¿Rod, me escuchas?— el nombrado prestó atención al sentir aquella calidez alejarse de su mano.

—Sí, si Mati, te escucho— lo miró.

—¿Te sientes mal? Estás pálido— dijo Candia llevando su mano a una mejilla del contrario.

—Esto bien. Es solo el viaje, no estoy acostumbrado, son muchas horas— se excusó.

En total el vuelo duró nueve horas, directo, a la isla Honolulu capital de Hawaii. Al llegar a el hotel, Rodrigo demostró su habilidad en el idioma inglés, sorprendiendo a Matias, y esa no sería la única sorpresa.

—Es increíble, todo esto es hermoso— dijo Candia volviendo del balcón de la habitación —Gracias Rod, siempre quise venir a este hermoso lugar.

—No hay de que, ahora ponte más guapo de lo que eres, porque saldremos a recorrer el área— el brillo en los ojos de Matias causó en Rodrigo una sonrisa, le encantaba, le gustaba mucho cuando el menor de los dos no podía aguantarse su emoción.

Salieron de su habitación directo al área de la piscina, visitaron los restaurantes probando la exótica comida, pasaron a la discoteca dónde tomaron unos tragos para finalizar caminando descalzos por la orilla de playa. Sus pies mojados por las tranquilas olas, las brisas era algo fría a esas horas de la noche. Pero sus manos estaban cálidas al igual que sus corazones cuando estaban juntos.

—Rod, ¿serás feliz si yo me caso?— preguntó Matias.

—Si tu eres feliz, yo soy feliz— respondió.

El de cabello de dos colores miró el horizonte donde la luz de la luna se reflejaba en el mar.

—Yo quiero que tu seas feliz también— Candia se detuvo apretándole la man— Q-Quiero que...— luchó para que su voz no se quebrara y terminara rompiendo en llanto. 

Rodrigo al darse cuenta lo atrajo en un abrazo.

—Ya te lo dije, me hace feliz que tu lo seas. 

—Pero me voy a casar, me iré... ¿cómo podrás ser feliz si no sabes como me siento?

Aquello puso en dudas al mayor.

—Vayamos al hotel, se está haciendo más frío— pasando su brazo por los hombros de Matias lo guió a caminar de vuelta a su habitación.

Una vez dentro de la cálida habitación Candia soltó a llorar, alarmando al pelinegro.

—¿Qué sucede?— preguntó el mayor.

Matias se abalanzó a Rodrigo, enterrando su rostro en su pecho.

—No quiero que te vayas— pronunció apenas entendible debido a las lágrimas. Y que el solo saber que no volvería a ver, sentir u oler a Rodrigo le destrozaba el alma.

—Ya te dije que no me iré— trató de calmarlo. Aunque sabía que era mentira, se iría quiera o no. Porque el ciclo de vida de Teniente fue defectuoso y su hora de partida se había adelantado.

Candia dejó de llorar después de un rato en brazos del mayor. Ambos terminaron por cambiarse de ropa para ir a dormir. Compartían una sola cama, como solían hacerlo.

Al bicolor le gustaba estar apegado a Rodrigo protegiéndolo con sus brazos, porque si bien, el mayor era el pelinegro, Matias siempre era el que se encargaba de proteger a su compañero. Así que esperó a que el mayor se recostara en su pecho para rodearlo con sus brazos,  dejándolo escuchar los latidos de su corazón.

—¿No puedes dormir?— preguntó Matias al sentir como el pelinegro se removía.

—No quiero cerrar los ojos— Candia se levantó un poco para mirarle el rostro que era iluminado por la luz de la luna que se colaba por la ventana.

—¿Tienes miedo?— cuestionó el menor viendo a Rodrigo asentir. Sus ojos brillaban como nunca antes.

—No quiero que tengas miedo, no cuando estés conmigo— dicho eso Matias se acercó a dar un beso en la mejilla.

Esa acción hizo que la piel de Rodrigo se erizara. Llevó una mano a la mejilla del de cabello bicolor mirando sus facciones.

—¿Quieres besarme?— se atrevió Candia a decir.

—Estás comprometido, eso sería malo— susurró el mayor.

—Por favor, mientras estemos aquí olvida mi compromiso— habló bajo, como si no quisiera que alguien más lo escuchara.

Rodrigo solo pudo asentir antes de ver como Matias se acercó y tomaba sus labios en un beso. No correspondido al principio pero después se dejó llevar y movió sus labios, sus manos abrazaron los hombros del menor fuertemente.

—Quiero que hagamos el amor, aquí y ahora— la petición de Matias hizo latir desenfrenado el corazón del pelinegro.

La respuesta fue unir nuevamente sus labios ¿Hace cuanto no se besaban? no lo sabía exactamente pero ahora lo disfrutaría, los volvería a sentir y a grabar para nunca olvidarlos.

Los sentimientos salieron a flote. Cada uno se entregó en cuerpo pero sobre todo en alma. Esa noche sería la primera y última vez que ambos podrían unirse en un solo ser.

Las manos y labios de Matias recorrían cada rincón de Rodrigo. Tocando, saboreando, deleitándose con la persona a quien amará por siempre. Rodrigo en cambio disfruto de las caricias de su único amor y así como le entregó amor quiso devolverle, no siendo el único que se sintiera verdaderamente querido.

Hicieron el amor una y otra vez, parecía que ninguno se cansaba, ninguno quería dejar de sentir al otro. Lágrimas de felicidad como de tristeza se mezclaban. Sollozos y gemidos se unían en una sola habitación.

La luna fue el único testigo de su incondicional amor, unos que perdurará más allá de la muerte.

HAPPY ENDING。 ˖⁺ MATSQUAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora