HAPPY ENDING｡ ˖⁺ MATSQUARE

˗ ˏˋ ❝ chapter ten ❞ ˎˊ -

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Los rayos de sol invadieron la habitación despertando al bicolor. Los recuerdos de lo sucedido la noche anterior lo invadieron y sonrió automáticamente, pero no duró mucho aquella sonrisa. Cuando buscó a Rodrigo, no estaba. No se encontraba en la habitación.

Se asomó por el balcón viendo si lo encontraba por los alrededores, pero no fue así. ¿A dónde habrá podido irse? ¿Por qué lo hizo?

Matias tomó su teléfono celular y marcó, escuchando el sonido provenir de la mochila del pelinegro. Él tiene que volver, se dijo Candia.

Luego de un par de horas, el mitad pelinegro salió ya vestido y arreglado. Rodrigo no daba señal, así que iría a buscarlo. Salió del hotel, no si antes recorrerlo, fue al área de la piscina, al restaurante, los lugares cercanos y por último a la playa. Parejas, familias, mascotas se encontraban en el lugar, riendo, disfrutando.

Candia caminaba despacio deseando sentir la felicidad de esas personas. El sol casi estaba en su punto más alto, el calor no se hacía esperar. Visualizó las pequeñas olas que terminaban en la orilla de aquella playa de arena blanca.

Antes de dar vuelta y volver al hotel pudo ver una figura conocida a lo lejos. Su corazón latió fuerte de alivio. No tenía dudas que aquella persona que camina hacia su dirección era Rod. Sin esperar más fue adelantar su encuentro.

—¡Mati!—pronunció Rod cuando el más alto de ambos se le abalanzó, rodeando con sus brazos el cuello del mayor en un apretado abrazo.

—¿Por qué te fuiste? Me dijiste que no me dejarías, que no te irías— Candia dijo aquellas palabras que el pelinegro mencionó la noche pasada en su encuentro amoroso.

Teniente lo único que hizo fue corresponder el abrazo, sintiéndose un poco mal al haberse dejado llevar por los sentimientos y mencionar promesas que no podrá cumplir.

—Lo siento tanto, no volveré a dejarte solo— dicho eso Matias se separó lo suficiente para verle a los ojos. Rod había estado llorando, lo supo, sus ojos estaban rojos.

—¿Ya comiste algo?— preguntó Matias.

—No ¿y tú?— lo vio negar— entonces vayamos a comer algo.

Separándose, ambos tomaron camino al área de restaurantes. Iban de la mano, y al parecer a ninguno le incomodaba después de la noche pasada.

—Tienes mucho apetito hoy— dijo el menor viendo a Rodrigo comer su segundo plato.

El aludido sonrió nervioso, la constante fatiga era un síntoma muy difícil de controlar.

—¿Ya terminaste?— preguntó dejando sus cubiertos a un lado.

—Sí, ya estoy satisfecho— viendo como Rodrigo se limpiaba con la servilleta dijo— puedes seguir comiendo, yo te esperaré.

Dicho eso sus miradas conectaron. Candia sonrió.

—Vamos come, necesitas alimentarte bien— Rodrigo asintió y reanudó a su comida. El bicolor solo podía observar, sin poder hacer nada. Sacando su teléfono de su bolso, le tomó una fotografía al pelinegro.