Parte sin título 3

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03.

Roxana nunca se había planteado realmente la idea de tener como novia a una chica. Era cierto que por más que veía a los chicos no le daba el gusto de intimar con ellos, pero de ahí a considerarse otra preferencia había un abismo de distancia.

Se sabía atractiva y ese hecho no la incomodaba en nada, de no ser porque constantemente era objeto de las pasiones de los chicos de su escuela, lo cierto es que, con una melena rizada y desobediente como la suya, y unos rasgos finos de mulata era difícil tratar de pasar inadvertida.

Es por eso que en cada oportunidad libre de la escuela entrenaba voleibol, eso la relajaba y era un pretexto perfecto para negarse a las constantes invitaciones para salir que recibía.

Eso estaba haciendo el día que vio a Daniela. La vio sentada en las gradas mientras ella entrenaba. Le dio un solo vistazo y cuando notó que no estaba pendiente del entrenamiento se tomó la libertad de admirarla un poco más. Daniela miraba la pantalla de su celular con los audífonos puestos, absorta en lo que sea que estuviera viendo. Daniela era una chica de una belleza callada, vestía jeans con roturas en las rodillas y una sudadera gris holgada, tenis blancos inmaculados, cabello negro y de un lacio que Roxana no creyó que fuera natural, sin embargo, Daniela no daba la pinta de ser de las que se levantaba temprano a peinarse. Estuvo admirándola por un rato y aunque al principio tuvo miedo de que Daniela la sorprendiera, el miedo fue superándose de a poco.

Por primera vez Roxana había dejado de entrenar para centrarse en otra cosa, y al grupo que estaba con ella ese día poco pareció importarle porque pudieron tener oportunidad de tirarse pases sin la presión de tener que superar a la mejor de la escuela.

Los siguientes días Roxana miraba a todas partes tratando de encontrar a la chica de cabello lacio y negro, lo cierto es que el Instituto Privado donde estudiaba era grande y sin saber su nombre, le resultaría casi imposible hallarla, además de que le parecía poco apropiado preguntar por ella porque supondría tener que someterse a dar explicaciones que no tenía intenciones de dar.

Así pasaron casi tres semanas y cuando sintió que la cosa se ponía rara por no dar con ella, tuvo una luz de claridad en el asunto. Estaba esperando a que el chofer de sus padres la recogiera, pues éste disculpándose le avisó que debido a un accidente de tránsito llegaría diez minutos tarde. Así que ahí estaba Roxana, en la puerta del "Insti" y a la espera. Vio salir a algunos chicos, incluyendo a uno bajito de cabello negro que traía colgado a duras penas un armatoste enorme que contenía dentro un Violonchelo.

Un auto rojo se paró frente a la puerta, apresuradamente bajó una chica menudita de cabello negro que le volvió a quitar el aliento a Roxana... era Daniela. Daniela ayudó a su hermano a subir el armatoste al auto, y esto era todo. Daniela no estudiaba en el "Insti".

No le costó trabajo a Roxana hacerse amiga del chelista de primer año con tal de averiguar más sobre la hermana, así supo que Daniela había conseguido una beca para estudiar música en una universidad privada y que era, cuando mucho, dos años mayor que ella.

Uno de esos días que Roxana salió del Instituto y pasó su madre por ella, en lugar del chofer como de costumbre, vio el carro rojo acercarse y entrar en él a su amigo músico, así con total serenidad y muy segura de las cosas, porque el amor hacia otros inicia donde está el propio, le comentó a su madre:

- Mira ahí, es la chica que me gusta.

San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora