Promise

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-¿Qué se supone que estás tramando Ian? - Encara Joseph al rubio.

-¿A qué te refieres? - Habla de forma desinteresada.

-Sabes bien a qué me refiero... ¿Por qué pusiste esa fotografía en la cuarta habitación? - Joseph se mantiene analizando sus gestos, no entiende por qué lo hizo si desde un principio ha querido detenerlo. - Primero borrabas sus recuerdos cada vez que salía de una puerta, siempre me detenías cuando estaba por lograr mi cometido, luego de pronto dejas de prohibirle que entre en las puertas, la besas, cosa que no debiste haber hecho por cierto...

-No exageres Joseph, - Lo interrumpe - fue sólo un beso en la frente.

Los ojos del mencionado comienzan a tornarse completamente negros y se acerca peligrosamente al de cabello rubio. - Dime de una vez qué demonios estás tramando Ian... - Masculla - ¿Qué se supone que quieres con Karolina? - Pregunta, ganándose una sonrisa ladina del contrario. - ¿De qué mierda te ríes? ¿Acaso quieres que te parta la cara y te regrese a donde perteneces?

-Inténtalo... - Sus ojos se tornan de color blanco. - ...vamos te reto a que lo hagas, ya veremos cómo termina Karolina. - Dice provocándolo. En segundos, el mencionado dirige su mano derecha al rostro del rubio con itenciones de pegarle un puñetazo, pero esta es detenida en el aire, impidiéndole llegar al rostro del contrario sólo estando a centímetros de este, el cual comienza a reír. - Recuerda que hay reglas Joseph, mientras estemos aquí no puedes hacer nada.

-Entonces salgamos para que veas como te parto la cara. - Le dice enojado.

-¿Realmente eres tan imbécil o es sólo la impresión que me llevo yo? - Pregunta indignado - ¿Te das cuenta que al poner esa foto te estaba ayudando verdad?

-Precisamente eso es lo más preocupante de todo... Desde que ocurrió todo esto nunca has tenido intenciones de ayudarme, ¿por qué entonces harías algo de lo cual yo sería el mayor beneficiado? ¿Acaso le encuentras lógica a eso Ian? Porque créeme que yo no.

-Puedes creer lo que quieras Joseph, yo no tengo por qué darte explicaciones de nada. - Dice intentando sonar seguro, pero sin lograrlo del todo.

-Ian... Si en algún momento apreciaste nuestros años de amistad, al menos dime por qué lo hiciste. - Ian retrocede y comienza a alejarse, pero es detenido por Joseph, quien toma uno de sus brazos y lo hace mirarlo, encontrando en los ojos del pelinegro un mar de súplicas. - Tú eres testigo de cuánto la amé y aún la amo, sabes bien que sin ella nunca fui nada, estuviste presente cuando nos besamos por primera vez, cuando nos mudamos de casa y hasta cuando le pedí matrimonio... Yo no puedo estar sin ella Joseph, la amé desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron, y si tuviera la oportunidad de hacer algo distinto con tal de volver a vivir, entonces no cambiaría absolutamente nada, o sí, la amaría desde mucho antes - Toma aire profundamente y luego lo deja salir. - Dime que no estás tramando nada en mi contra, por favor.

-Estás siendo egoísta y lo sabes Joseph. - Le recrimina.

-Y mientras se trate de ella siempre lo seré... Lo siento, pero es la verdad, Karolina es sólo mía, tanto como yo sólo soy suyo, si no me crees, entonces devuélvele sus recuerdos y que ella misma te responda. - Habla seguro, sabiendo que ambos se pertenecen el uno al otro, sabiendo que se amaron y se aman tan intensamente que nada ni nadie podrá separarlos jamás. - Además, sabes que mi único propósito es no verla sufrir, ella no quiere vivir sin mí, y no estoy dispuesto a continuar siendo testigo de cómo se hace daño. -  Si tan sólo ese día no hubiese salido tan deprisa, entonces nada de esto estaría sucediendo, no hubiera conducido como un loco por la ciudad ni hubiese sido atropellado por ese inmenso camión que acabó con su vida perfecta. Aún tendría a su esposa junto a él, al amor de su vida, dándole caricias, regalándole sus hermosas sonrisas y brindándole sus dulces besos, aún la tomaría cada noche y le haría el amor como si fuese la última vez en su vida, le diría cuanto la ama y hasta hubiesen tenido un hermoso bebé entre sus manos fruto de su amor. Compondría canciones para ella y le tocaría el piano cada día, saldrían al parque a pasear a Damon (un hermoso pequinés que tenían de mascota de color negro con una mancha blanca sobre su lomo) y la observara y alentara mientras dibujaba, si era necesario hasta sería su modelo y luego, una vez más le haría el amor, marcaría todo el cuerpo de su esposa con su boca y le susurraría al oído entre gemidos y jadeos cuanto la ama... Ese día cometió un gran error, el cual a cada segundo que pasa desea remediar, si salió deprisa de su trabajo, fue porque le habían hablado al teléfono diciendo que su esposa lo engañaba, y lo peor es que por unos segundos él lo creyó, realmente creyó que Karolina ya no lo amaba, para al final ver como su esposa cada día que pasaba lo necesita más, como a cada minuto lo lloraba, y como finalmente terminaba intentando suicidarse, quedando en estado de coma al ingerir gran cantidad de pastillas para el corazón... Todo frente a sus ojos y él sin poder hacer nada. - De verdad Ian, la necesito. - Susurra. - Ella me necesita.

-Yo sólo quiero ayudarlos Joseph - Se rinde, y finalmente termina por hablar - No creo justo el hecho de borrarle los recuerdos a Karolina, más bien, veo todo esto innecesario, si ella te recordara todo sería más fácil... Te aseguro que quiero salvarla, pero no quiero que cuando despierte intente quitarse la vida una vez más. Te perdió a ti, y luego perdió a su bebé del duro golpe que le provocó la noticia, así que estoy consciente de que es prácticamente imposible que quiera continuar viviendo... Por eso quiero que sepa a lo que se enfrentará si te deja ir, no quiero que luego esté lamentándose y llorando arrepentida, cuando realmente no es su culpa.

-¿Entonces me ayudarás a hacerla recordar? - Pregunta incrédulo, al parecer su amigo aún seguía ahí.

-Lo intentaré...

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