Canto XII

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Las Sirenas. Escila y Caribdis. La isla del sol Ogigia

  Cuando la nave abandonó la corriente del río Océano y arribó al  oleaje del ponto de vastos caminos y a la isla de Eea,  donde se encuentran la mansión y los lugares de danza de Eos y la salida de Helios,  la arrastramos por la arena,  desembarcamos sobre la ribera del mar y, dormidos,  esperamos a la divina Eos.

<<Y cuando se mostró Eos,  la que nace de la mañana,  la de dedos de rosa,  envié a unos compañeros al palacio de Circe para que trajeran el cadáver del difunto Elpenor.  Cortamos enseguida unos leños y lo enterramos apenados,  derramando abundante llanto,  en el lugar donde la costa sobresalía más.  Cuando habían ardido el cadáver y las armas del difunto,  erigimos un túmulo y, levantando su montículo,  clavamos en lo más alto de la tumba su manejable remo.  Y luego nos pusimos a discutir los detalles del regreso.

<<Pero no dejó Circe de percatarse que habíamos llegados del Hades y se presentó enseguida para recibirnos.  Con ella sus siervas traían pan y carne en abundancia y rojo vino.  Y colocándose entre nosotros,  dijo la divina entre las diosas:

<<"Desdichados vosotros que habéis descendido vivos la morada de Hades; seréis dos veces mortales,  mientras que los demás  hombres mueren solo una vez.  Pero,  vamos,  comed esta comida y bebed vino durante   todo el día y al despuntar la aurora os pondréis a navegar; que yo os mostraré el camino y os indicaré cuanto sea preciso para que no tengáis que lamentados de sufrir desgracias por trampas dolorosas del mar ni sobre tierra firme."

<<Así dijo, y nuestro valeroso ánimo se dejó persuadir. Así que pasamos todo  el día, hasta la puesta del sol, comiendo carne en abundancia y bebiendo dulce vino. Y cuando se puso el sol y cayó la oscuridad, mis compañeros se echaron a dormir junto a las amarras de la nave. Pero Circe me tomó de la mano, me hizo senbtar lejos de mis compañeros y, recostándose a mi lado, me preguntó con gran interés. Yo le conté todo como correspondía y entonces me dijo la soberana Circe:

<<"Así es que se ha cumplido todo de forma. Escucha ahora tú lo que voy a decirte y te lo recordará después un dios.

<<"Primero, llegarás a las Sirenas, las que las echizan a todos los hombres que van a su encuentro. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa; antes bien, lo hechizan estas con su sonoro canto sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va secando. Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cerca agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil, que sujeten a este las amarras, para que escuches complacido la voz de las Sirenas; y si súplicas a tus compañeros o les ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas.

<<"Cuando tus compañeros las hayan pasado de largo, ya no te diré cuál de los caminos será el tuyo; decídelo en tu ánimo. Pero te voy a hablar de ambos. A un lado hay unas rocas altísimas, contra las que se estrella el oleaje de la oscura Anfitrite. Los dioses felices las llaman Rocas Errantes. No se les acerca ave alguna, ni siquiera las temblorosas palomas que llevan ambrosía al padre Zeus; incluso de estas, siempre la lisa piedra arrebata alguna, aunque el Padre envía otra para que el número sea completo. Nunca las ha conseguido evitar nave alguna de hombres que haya llegado allí, pues el oleaje del mar, junto con huracanes de funesto fuego, arrastran maderos de naves y cuerpos de hombres. Solo consiguió pasar de largo por allí una nave surcadora del ponto, la célebre Argo, cuando navegaba desde el país de Eetes. Incluso entonces la habría arrojado el oleaje contra las gigantescas piedras, pero la hizo pasar de largo Hera, pues Jasón le era querido.

La Odisea HomeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora