-¿Roy Mustang?- preguntó el chico rubio. Teniendo entre las manos un reporte de la persona antes mencionada, siendo observado fijamente por uno de sus tantos superiores.
-Así es.- Le contestó su superior mostrando una foto del susodicho. -Tenemos entendido que forma parte de una organización criminal y que es una de las cabezas de la misma. ¿Puedes con ello?- altivo el hombre se recargó nuevamente en el espaldar de la silla, observando expectante al chico.
-¡Porsupuesto que puedo!- el chico se mostró confiado y una sonrisa de satisfacción apareció en el rostro de su superior, tomó el folder con la información del susodicho y salió de la oficina caminando por una serie de pasillos que conducían a la salida del edificio.
No tenía actividades por realizar, ni nada más interesante que se le ocurriera en ese momento, así que decidió comenzar a buscar algún tipo de indicio.
P.v. Edward.
Cuando entré al ejército, no era mi intención jamás actuar como alguien del ejército, hasta la fecha no he usado ese horrendo uniforme, pero me es necesario trabajar para ellos. Me convertí en el alquimista más jóven, lo que me hizo pensar. Si yo puedo ser alquimista estatal a los 16, ¿Por qué el no puede ser la cabeza de una organización criminal a los 28? Pero algo muy diferente hay sobre eso, yo no soy un criminal. Nunca he matado a una persona a pesar de tener que hacerlo, me metí en muchos problemas, pero mis manos aún no están manchadas de sangre.
»Según testigos, se le ha visto en algunas ocasiones en un bar llamado Devil's Nest.«
-¡Que estupidez!- dije para mis adentros mientras me dirigía al supuesto bar, que estaba bastante escondido entre las calles. Hace frío pero aún así puedo notar que bastante gente entra y sale de aquel lugar.
No se me dificulta la acción de entrar, ya que nadie vigila la entrada. Bajé las escaleras que conducían al bar, y dentro había poca gente en comparación con la que ví hace un rato. No hace falta ser muy listo para darse cuenta de quién soy, y de inmediato escucho los murmullos.
Esto de ser reconocido tiene sus pros y sus contras.
-No debería servirle nada a un niño, pero considerando que eres un... Bueno. Entiendes ¿No?- el tipo detrás de la barra de madera que tenía como objetivo atender a los clientes me ofreció una bebida, yo no estaba seguro de qué era, pero con el simple hecho de olerlo unos segundos me dí cuenta que estaba plagado de alcohol, y yo nunca en mi vida he bebido. Y no quiero hacerlo.
-No vengo para beber, solo estoy esperando a alguien.- y corrí sobre la barra la copa alejándola de mi. El hombre me miró con duda y solo se encogió de hombros reservando la bebida.
-Cabello negro, gabardina negra, siempre lleva guantes blancos, ¿Qué clase de tipo es este?- nuevamente hablando para mi solo recordé los rasgos sobre el hombre. Estuve ahí al rededor de dos horas sin signos ni señales del supuesto criminal, que más bien parecía un idiota por su aspecto y sonrisa tonta. Pero ¿Quién soy yo para juzgarlo? Sólo debo cumplir con mi trabajo y ya.
-¿Lo de siempre?- oí al barman preguntar, no tomé importancia, estaba tan aburrido...
-Si.- pero extrañamente la gruesa voz que contestó se escuchaba realmente cerca de mi, lo que me hizo voltear de inmediato, para reclamar o irme de una vez. Pero no fué así. Me quedé quieto mirando al hombre que cubría por completo las descripciones del reporte en el folder que Bradley me dió por la tarde. -¡Hola! Nunca te había visto por aquí, aunque eres un niño para estar en este tipo de lugares.- me habló en un tono bajo de voz pero lleno de altivez y egocentrismo. ¿Ese tipo es? Es imposible, es un idiota creído.
-Eres un alquimista ¿Verdad?- más serio recorrió su asiento hasta quedar al lado mío. Yo solo lo miré con un gesto de disgusto, nunca me ha gustado que la gente me invada así.
-Si, pero hazte a un lado.- y el se rió. ¿Qué tiene de gracioso? Para mi mala suerte se quedó a mi lado, mi lado derecho. Con su teléfono celular golpeó mi brazo derecho levemente, pero aún así se pudo oír claramente el sonido de los metales al chocar. Retiré el brazo y lo miré.
-Como suponía.- me sonrió nuevamente bebiendo de su vaso. Que tipo más irritante. -¿Vienes a por mi? O ¿Estás en tu descanso, pequeño?- con naturalidad rodeó mis hombros con uno de sus brazos como si se tratase de un viejo amigo que no he visto en años. Era muy sorprendente la habilidad y presión que tenía en sus comentarios. Me miró fijamente a los ojos, parecía querer descifrarme.
-No me llames pequeño. Y no... Ni siquiera se quién eres.- mentí.
-Yo si sé quién eres.- y no era para menos, media ciudad lo sabía. Y claro que porsupuesto el, ya que debería de tener cuidado de los militares.
-Toda la cuidad me conoce.- quizá no toda. Y el hábilmente sacó del bolsillo de mi pantalón el reloj de plata que me certificaba como alquimista, mirándolo con atención. Se lo arrebaté de inmediato poniéndolo en su lugar. -No toques mis cosas, Roy.- molesto moví bruscamente los hombros para que quitara su brazo, que fue lo que hizo.
-No te molestes conmigo, es tan tierno hacerte enojar. Apuesto que si colmo tu paciencia intentarás atacar ¿No es así?- me miró nuevamente mientras terminaba de un trago todo el contenido de su vaso.
-No puedo donde hay civiles.- sin florituras me levanté, sabiendo perfectamente ahora su aspecto podría encontrarlo en cualquier lugar en donde se encuentre. Pero a el pareció no importarle aquello, comenzó a seguirme después de haber dejado un par de billetes sobre la barra, no comprendí muy bien.
-Vayamos a donde no los hay. Quiero probar tus habilidades.- y más como una orden me rodeó de los hombros en un abrazo fuerte. Salimos del bar quedando en ese callejón, estaba anocheciendo.
-Mientras menos daños haga mas me pagarán.- pero él no se inmutó para nada y tocó mi frente con su dedo índice, tan simple y sencillo como eso. Dí un manotazo para alejar su mano de mi, pero él no borraba esa sonrisa de su rostro serio.
-¿Lo haces por dinero? Yo puedo ofrecerte mucho más dinero de lo que te pagan ese militares si te unes a nosotros, después de todo... No tenemos un alquimista en la Mafia, a parte de mi. Claro está.- medité un poco mi respuesta. Sencillamente jamás lo hice por dinero, simplemente no tengo nada mejor que hacer, ni ninguna meta que cumplir. El se colocó en cuclillas frente a mi y con pereza se sentó en el piso del callejón.
-No quiero ser un criminal.- contesté bastante serio.
-Oí que mis colegas mataron a tu hermano.- quizá si no me hubiera mencionado aquello ahora no estaría aquí.
No me molestaba que hablaran a la ligera sobre la muerte injusta de mi hermanito, pero dolía, aún dolía. Intenté mantener mi actitud neutra ante sus comentarios.°•••••••••••••••••••••°
¡Hey! Aquí está la nueva historia, espero que les guste esta historia, no planeo hacerla muy larga.
Gracias por leer y bienvenidos al sufriendo. ewe/Perfil de respaldo: ed_pkelric/