No puedo describir todos los tipos de sentimientos y pensamientos que estoy teniendo ahora, debo admitir que la situación ya salió de mi control, no estoy muy seguro de poder hacer algo para arreglar esto. Y el tampoco pondrá de su parte, esto no es sano.
Sin embargo decido no dejarle ir, porque en momento como estos no le puedo abandonar... Más bien, no puedo abandonarlo baja ninguna circunstancia... El es muy tonto, poco confiado, terco y no escucha... Sin embargo es todo lo encantador que he encontrado en él desde que le conocí ese día en el bar. Junto con todas sus facetas en diferentes ámbitos, que poco a poco me mostró para asimilar, así como los problemas mentales de los cuales padecía y aparentemente le están atacando ahora, genial. Ahora tengo que lidiar con el y su enfermedad... en esta situación.
Tuve bastante tiempo para pensar y no decir nada imprudente que pudiera desatar su violencia, es lo menos que necesito ahora.
Firme me acerqué a la cama para mirarlo fijamente, no sabía lo que pasaría. Le toqué la frente logrando hacer el primer contacto y que no me rechazara.
—¿Tu decisión? ¿Vas a matarme? ¡Adelante! Si no lo haces tú, el ejército lo hará.—
Aún espero que no tome mi palabra como un permiso, pero se queda pensado eso unos segundos, después sonrió sarcástico.
—No tengo necesidad alguna de matarte. —
¿No la tiene? Restriega su mejilla con mi mano que aún permanece firme en su rostro, entonces coloco la siguiente mano para hacerle mirarme. Pero no lo hace y me evade, da un manotazo logrando quitar mis manos. Se dió la vuelta dandome la espalda y se hizo ovillo, cual niño pequeño.
—No quiero saber nada, no puedo creer más en tus palabras.—
A pesar de su estado, su voz firme no se va, me hace temblar gracias a un nuevo rechazo. Sus palabras hacen mella en mi mente, es doloroso. Y creo que lo nota, porque se ha sentado a mi lado.
—No importa si no me crees, no importa si me odias por el resto de mi vida, o si me matas aquí mismo. No va a cambiar el hecho de que nos amamos mutuamente. Ya no actúes como un loco.—
—Soy un loco ¿Y qué? Eso no debería de interesarte ya.—
Empezó a reír con fuerza, la habitación se había quedado en silencio después de eso. En ese momento me sentí aún más pequeño, insignificante.
—Sin embargo me interesa, maldito tonto... Yo no hubiera dejado nada por ti... Ni siquiera tengo algo por darte, mas que cosas como esta. ¿Qué esperabas de alguien como yo, Roy?—
Decidido me levanté a encararlo colocándome frente a él, tomándolo firmemente de las mejillas para mirarlo a los ojos, consiguiendo su total atención, en sus ojos aún había algo de brillo, pero también había un abismo enorme... En el que quisiera dejarme caer.
—Puedes creer lo que quieras, señor Mustang... O puedes no creerme. Pero yo en verdad te quiero, te protegí tantas veces...—
Y es verdad, tantas veces desvíe al ejercicio de su objetivo, dándoles información errónea, pocos datos y enviándolos por lados diferentes a donde el se transportaba... No podía dejar que alguien que no fuera yo, le hiciera daño.
—¿Protegerme de qué? Debí yo de protegerme de ti.—
Un sonrojo se había presentado en sus mejillas, me alegró demasiado poder provocar eso en su persona, aprovechando su quietud dí unos pasos hasta el logrando por fin darle un abrazo corto. Sin embargo la quietud terminó pronto.
—Suéltame Edward.—
Y me dió un empujón con poca fuerza, fácilmente logró quitarme, levantarse y darme la espalda.