Epílogo

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Changbin admiró fijamente a su omega, dormido en aquella cama del hospital.

Suspiró, tomando la mano del contrario entre la suya, rogándole al mundo por un momento de paz, los chicos estaban en la sala de espera; quizá más emocionados que él en esos momentos pero al final; esperando por noticias.

Felix parecía un ángel, con esa bata blanca y esa piel tan bonita y llena de pecas que lo acompañaban desde el primer día en el que supo que quería pasar una vida entera a su lado.

Changbin podía recordar cómo el embarazo volvió a Felix un manojo de hormonas.

Pasaba de estar feliz y queriendo amor, a querer descansar o llorar porque le dolían los pies y estaba hinchado del estómago.

Varias veces Changbin tuvo que abrazarlo y susurrarle que era el chico más bello del universo entero. Aunque Felix no dejaba de llorar contra su hombro suavemente.

Changbin pasaría su mano acariciando la espalda del contrario dulcemente cuando eso estuviera pasando; estaría susurrándole y a veces, cantando para él cosas que nunca antes fueron escritas o dichas.

Le dolía el alma cuando Felix parecía avergonzado de su reflejo, observando como sus piernas se volvían un poco más grandes y su cuerpo se adaptaba a llevar una vida dentro de él.

Felix parecía orgulloso, sin embargo; de la mordida que adornaba su cuello y que Changbin no podía dejar de besar y morder suavemente cuando se bañaban juntos, estaban abrazados o simplemente, estaban teniendo relaciones.

El omega parecía encantado con esos detalles y sus ojos se llenaban de un brillo especial. Sobretodo cuando Changbin entraba y salía de él con estocadas fuertes y lo mordía en el hombro.

El alfa lo sabía, conocía tan bien a su amado que era imposible no querer amarlo tan profundo y de formas tan magníficas que no alcanzaba a expresarlo, aún cuando pasaba tanto tiempo en un estudio, escribiendo letras o creando melodías; no tenía el suficiente poder para desarrollar todo a la perfección pero, se sentía como un ser inalcanzable cuando Felix bailaba lentamente lo que llevaba a casa del trabajo.

Tendía a reproducir sus melodías y pensar en qué podría corregir, pero eso terminaba en Felix bailando suavemente, mirándolo ferozmente y con cierta sensualidad que no podía resistirse a tremendos encantos y bueno, acababa en la cama con su omega hecho un desastre de la forma más maravillosa posible.

Sin embargo, después de los primeros tres meses, la panza de Felix había comenzado a crecer y con ello, todas aquellas inseguridades que el Omega estaba tratando de sobrellevar desde hacía ya mucho tiempo.

"¿Estoy más gordo?" Preguntó un día cualquiera, saliendo del baño con lágrimas en los ojos y la playera de Changbin.

"Estás llevando a nuestro hijo" contestó el alfa, deleitándose con la imagen tan preciosa que proyectaba su bonito omega. Demonios. Era tan encantador.

"¿Eso quiere decir que sí?"

Changbin se reprendió a sí mismo cuando escuchó los sollozos de su omega inundar la habitación y el aroma dulce convertirse en algo parecido a la desesperación, tan profundo y desolador para su alma.

"¿De dónde sacas todo eso? Eres tan precioso"

"Estoy gordo y estoy feo" Felix lloraba tan dolido que Changbin no sabía que podía hacer para calmarlo. Era un alfa tan inútil.

"No estás gordo, cada día estás tan precioso que no puedo evitar estar más enamorado de tí"

"Mentiroso" susurró Felix, con un puchero en aquellos apetecibles labios que, sinceramente; Changbin describía como la octava maravilla del mundo.

Chocolate freckles [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora