Capítulo 58: Ambra y Jacques.

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Jacques regresó al campamento, el cielo aún continuaba estrellado y todavía podría dormir un poco más antes de la batalla. Una extraña sensación crecía en su estómago a medida que se acercaba más y más al campamento. Y de pronto un sentimiento cruzó su mente. A medida que vio el inmenso desierto. Todo lo que había hecho lo había llevado a ese punto. Una vez que Selene ganará esta última batalla, marcharían hacia Jerusalén y finalmente terminarían la guerra y podrían finalmente tener...paz. Jacques lo sentía en su sangre. Y aquellas figuras que danzaban alrededor de sus ojos como espectros comenzaban a disciparse, cada vez aprendía más, fue gracias a ellos que se dio cuenta que Ser William no estaba tramando una trampa. Fue así como se dio cuenta en encontrar aquella iglesia en medio del desierto. El muchacho entró al campamento. Como siempre nadie dudó de él, los hombres lo recibieron con una reverencia. Cuando vio a Ambra cargando sus maletas con todos sus artefactos en su camello.

--¿Ya te vas? —preguntó Jacques a Ambra. La maga sorprendida giró la cabeza.

—Selene cumplirá su destino mañana, finalmente se encontrará con su hermano Y su promesa se habrá completado. —dijo Ambra –Después de mañana Selene no volverá a necesitar mi ayuda ni mi consejo. --La maga aclaró su garganta y colgó las alforjas en la silla del caballo.

--No te creo—respondió Jacques.

--¿A qué te refieres? —preguntó Ambra. Jacques entonces señaló sus ojos una chispa en medio de ellos.

--No puedes mentirles a estos ojos, o al menos ya no más. —respondió Jacques.

--Es maravilloso, tu agnosia te permite ver más allá de las mentiras, has logrado dominar la Agnosia en unos meses, los hashashin tardan años y los Varegos una vida en dominarlo. Tal vez seas un guerrero nato. —respondió Ambra.

--¿Qué pasará con Selene? —preguntó Jacques.

--Esperaba que tu pudieses decirle. —Dijo la maga. Deberías estar feliz Jacques, se cumplirá lo que quieres y me alejaré de Selene tal como esperabas. Eso es...si me dejas partir...

Jacques se quedó pensando un momento.

--Ve, tienes mi bendición. Deberías hacerlo ahora que está todo tranquilo, yo le diré a Selene. —respondió Jacques. Ambra entonces montó su camello. —Lo vi a él...

--¿A quién? —preguntó Ambra.

--Carter. El hombre yacía muerto recostado en un árbol mirando el amanecer. —respondió Jacques. --Él tenía un pedazo de tu vestido con él, pero no murió triste, sino feliz. Ambra giró la cabeza. Sus ojos se aguaron.

--Él fue el mejor hombre que haya conocido jamás, y estoy destinada a traerlo de vuelta cueste lo que cueste. —respondió Ambra.

--Se parece a Ser William. —respondió Jacques.

--Que gracioso...yo siempre he creído que se parece más a ti Jacques. —respondió Ambra.—Adiós Jacques, me siento feliz de haberte conocido, espero que el destino te haga grande y te inmortalice en los anales de la historia.

--¿Por qué quisiera algo como eso? —preguntó Jacques.

--Te extrañaré Jacques. —respondió Ambra.

--Me gustaría decir que el sentimiento es el mismo. —respondió el muchacho. Ambra sonrió y dio una ligera patada en el vientre del camello, la bestia comenzó a caminar, en dirección al desierto y se perdió en el horizonte donde Jacques ya no pudo verla. El muchacho entonces se dirigió hacia la tienda de Selene. Para su sorpresa esta se encontraba abierta, Y Selene estaba sentada en la silla.

La Doncella de Hierro IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora