Capítulo 52: En nombre de la expiación y William.

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"En ese momento tenía yo en mi mano la espada, y el muchacho en el suelo, no iba a poder defenderse de mi ataque, no era inusual que algún muerto de hambre se hiciese el valiente e intentase matarme para robarme. Había matado a muchachos más jóvenes que él, pero había sido por ella que había detenido mi ataque. Había sido por esos ojos llenos de ingenuidad e inocencia...Si tan solo no hubiera hecho caso, si acaso hubiese sido más honesto con Selene desde antes tal vez...solo tal vez otra hubiese sido el final de nuestra historia"

William terminó de afilar su espada con la piedra de amolar, después dejó la espada recargada en la silla que tenía a su lado. Miró hacia las barricadas que delimitaban el campamento, más allá estaba el desierto nocturno y un jinete se movía alumbrado simplemente por una antorcha. Era Ser Danton, el hombre había regresado del campamento en la lejanía donde se podía apreciar un risco y las fogatas alrededor de él. Los guardias al ver al caballero abrieron la barricada y el rechoncho caballero fue a reunirse con William.

--¿Y qué pasó Ser Danton?—le preguntó William al hombre rechoncho.

--Pues, conocí a esa Doncella de Hierro...Al menos creo que era ella, tenía un yelmo sobre su cabeza. Sin embargo, había un muchacho greñudo y altanero que le llamaba Selene...así que creo que debe haber sido ella. —respondió el caballero.

--Ese muchacho greñudo debe ser Jacques. —dijo Nicole, la chica salió del interior de la tienda de Lord William y se sentó al lado de él.

--¿Selene aceptó la reunión? —preguntó William.

--Sí, pero preguntó la razón. Por qué no me permitió revelarle la razón, de esa manera tendría tiempo para reflexionar sobre la decisión.

--Selene tiene el odio correcto para atacarme de ser necesario, sin embargo, ahorita no somos sus enemigos. Tal vez para mañana seamos amigos otra vez. —dijo William. —Muchas gracias Ser Danton, puede retirarse a dormir, que mañana nos espera un gran día.

El rechoncho caballero se levantó de su asiento, dio una reverencia y se fue a su tienda, William contempló la luna y las estrellas por un momento y luego fue interrumpido por Nicole.

--¿De verdad crees que podrás convencer a Selene después de todo lo que ha pasado? —le preguntó la chica a William. Mientras la chica ponía su palma en la rodilla del joven señor.

--Debo creer que sí. —respondió William mientras ponía la mano sobre la palma de Nicole. Los dos se tomaron de la mano y esperaron...--Siempre y cuando los dos cumplamos con nuestras tareas.

--No te preocupes Ser, mantendré mi palabra, y trataré de convencerla. —Respondió Nicole. —Ya he arriesgado mucho por venir hasta aquí.

--Probablemente pierdas la amistad de Selene por esto. —respondió William.

--Sí bueno...hay algunas amistades que no son eternas. Además, es por su bien ¿verdad Ser?

--Sí, lo es. —respondió William. --No le conviene a Selene volverse enemigo del rey Ricardo.

Esa noche William casi no durmió, pues en su sueño volvía a ser transportado a aquel bosque en llamas. Se veía a él mismo a lomos de un caballo, sabía que sería su fin y sentía miedo. Pero por alguna razón entre los árboles en llamas, William podía ver a varios hombres muertos, veía a su tío muerto con la cortada sangrante en el cuello, podía ver a Beric Ursa, podía ver a Andree Boudin, al bastardo de Alfonz y de Alou, podía ver a la bruja que había apuñalado en Tours y al sirviente de la reina Henrietta, podía ver también al nonato de la reina chillando de dolor. Mientras cada vez más humo y más fuego lo consumía todo. El joven señor despertó.

La Doncella de Hierro IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora