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Hay dos cosas que odio más que nada en el mundo:

1. El colchón en el que duermo.

2. Sufrir intensos dolores de cabeza.

El colchón porque ha estado conmigo en aquellas noches de desesperación y llantos silenciosos; presenció la frustración y rabia por haber dejado una vida atrás y empezar otra.

También me dio consuelo cuando mi pareja y yo un día nos juramos amor incondicional y al otro resultaba engañado.

Los dolores de cabeza, por otra parte, los odiaba porque pronto se volvieron cada vez más frecuentes. Deduje que ese y los otros malestares eran temporales, que desaparecían tomando pastillas y durmiendo un par de horas.

Tal vez pedir ayuda hubiese sido lo correcto, es cierto.

Pero, jamás lo hice.

Era demasiado orgulloso.

Pasarían muchos años antes de que finalmente lo hiciera.

Aunque no esperaba que el dolor arremetiera con más fuerza y, por si fuera poco, me hiciera confesar algo que llenaría el vacío en mi vida de miedo y mucha tristeza.

Detener el tiempo - ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora