5: Joel

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Erick y yo llevamos varios días evitándonos.

No puedo verlo sin recordar la manera en la que nos besamos y el sueño caliente que tuve ese día por la noche.

—¿Entonces qué dices? —pregunta mi amigo sacándome de mis pensamientos.

—¿Eh? —cuestiono al no saber a qué se refiere.

—No me estás escuchando Joel —reniega —Bueno, no importa. Ya le dije a Chris que aceptaste.

—¿Aceptar qué? —pregunto con miedo porque conozco a Zabdiel y todas las locuras que se le ocurren.

—Hoy en el parque a las tres —dice y corre.

¿Una salida? De todos modos no tengo nada más que hacer.

Pero esa salida era distinta y no era de "amigos".

—¡¿Que haces tú aquí?! —gritamos ambos al unisono cuando nos vemos.

—Es un detalle que olvidé mencionar —dice Chris rascándose la nuca.

—Es un parque de diversiones y venimos a divertirnos no a pelear —aclara Zabdiel y jala de un brazo a Chris para que camine a su lado.

Erick y yo los seguimos y puedo jurar que me observa de reojo.

—¡Algodón de azúcar! —grita Chris como niño pequeño y Zabdiel se acerca a comprar dos para ellos.

Veo que a Erick le brillan los ojos porque también quiere uno.

—Puede darme uno, por favor —le pido al vendedor.

Sujeto el algodón de azúcar y Erick me mira desconcertado cuando lo acerco a su rostro.

—¿Quieres? —asiente lentamente y abre su boquita a la vez —pues compra —digo riendo y alejo el algodón de él.

Forma un puchero y va a sentarse en la banca que está al lado de donde están sentados nuestros amigos.

Me siento a su lado y meto algo de algodón de azúcar a mi boca exagerando disfrutarlo. Erick se mantiene callando pero yo sé que está enojado.

Tomo un poco de algodón y lo meto a su boca cuando está distraído.

—¡Iugh! —suelta escupiendolo todo.

—Pensé que querías.

—No de tus asquerosas manos.

Ruedo mis ojos —Entonces come de ese lado —le señaló la parte de atrás de mi algodón —yo comeré la de adelante.

Erick acepta sin pensarlo, pero mantiene el ceño fruncido.

Fue raro.

En un minuto el algodón ya no existía, solo estaban sus labios frente a los míos.

Y en un segundo ya no existía la distancia.

Su boca sabía a azúcar y yo sabía que no solo era por el algodón porque sentí lo mismo la primera vez que lo besé.

Y pasó algo similar con la manzana acaramelada que compartimos e incluso cuando subimos a la ruleta rusa y no había ningún alimento de por medio, de todos modos nos besamos.

Buscábamos cualquier excusa para unir nuestras bocas, porque Erick y yo ya nos habíamos hecho adictos a la dulzura que nuestros labios desprendían y no había vuelta atrás.

Nuestros besos siempre fueron así de dulces.

Kisses Candies ♡Joerick♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora