Uno.

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━ 𝖠𝖢𝖳𝖮 𝖨: Decepción.

Mi vida se había convertido en un guión de obra de teatro. Aburrida, sin pasión y muy pavorosa. Esta presunta vida, se había vuelto completamente monótona, sin ningúna aventura que encendiera mi corazón tan vivaz.
Se había vuelto de hielo, no me sentía la misma de hace 34 años. Ya no era la misma Ivy que llegó a la ciudad Pentagrama por primera vez, que estaba curiosa por todas las cosas nuevas que se le venían de paso.
Ahora solo era una infeliz inmortal sin nada que hacer, en todo lo infinito que me quedaba por vivir.

Ver la desgracia ajena ya no me divertía, La estupidez de Katie Killjoy ya no me hacía golpearla cada vez que me entrevistaba, beber con mis amigos ya no era lo mismo, y follar ya no me causaba ningúna sensación. Era lo peor.

Tampoco podía ignorar el hecho de que los exterminios anuales me hacían perder amigos. Cada año pierdo a mis conocidos. Lentamente, van muriendo por culpa de los malditos exterminadores. Miré al techo un tanto apenada, pensando en todas esas cosas que me estaban matando psicológicamente en cada minuto que pasaba. No sabía que hacer.

Solté un largo suspiro de mis labios y me levanté con cuidado de mi cama, agarrando una bata para tapar mi cuerpo. Tomé mi guitarra color rojo de una silla y subí unas escaleras que llevaban a mi balcón.

Un pequeño sentimiento de melancolía había invadido mi ser, dejando brotar una que otra lágrima por mis amigos y todo lo que me ha ocurrido. Realmente no me reconocía. La Ivy enérgica, que salía a fiestas, que hacía giras por todo el inframundo, la que amaba a todos sus seres queridos... Sólo estaba en unos borrosos recuerdos que me parecían muy lejanos.

Tomé mi guitarra, la afiné por unos minutos y comencé a tocar una canción mientras tarareaba con una voz un tanto temblorosa.

Los encuentros y despedidas se repiten todos los días
Mientras todo mi ser se rompe
¿En qué debería creer?

¿En qué debería de creer?
Aquella frase hizo un eco en mi cerebro, haciéndome recordar todas las cosas que he hecho de gran magnitud. No sabía que hacer, que apoyar, que creer. Solté un largo suspiro y dejé caer mis manos entre las cuerdas, haciéndolas sonar por la fricción un tanto fuerte. Me sentí deprimida a una escala inimaginable, me dolía el pecho por la angustia y mis ganas de llorar estaban ahí, a flor de piel. Sentí como de nuevo las lágrimas caían de mis mejillas, soltando sollozos un tanto despacio para que nadie se diera cuenta de mi pena. Realmente no me gustaba llorar, ni que me vieran hacerlo. Alguien como yo... simplemente no podía.

Una cantante reconocida en todo el inframundo no podía caer tan bajo por un simple exterminio. Debía ser fuerte, afrontarlo como todos los años lo he hecho sin titubear o demostrar debilidad. Llorar era algo para los débiles, no podía rebajarme a eso teniendo el estátus que tengo.

Rápidamente sequé mis lágrimas y dejé mi guitarra a un lado. Me quedé observando el paisaje de la ciudad, un tanto exaltada aún por el númerito que me acababa de mandar. Fue todo muy derrepente y mi cuerpo aún no podía parar de sentir aquella sensación de angustia que había maldecido tanto. Y como la odiaba, ya que había vuelto a llorar luego de haber parado frenéticamente.

Soy patética.

Un demonio salió de mi cuarto y subió a verme. Este estaba vestido de una camiseta color crema y unos bóxers un poco más oscuros. Se acercó a mi en un tono seductor, y me besó la frente.

—¿Quieres otra ronda lindura?

Qué decepción.

En otro lugar.

Hoy luego de todos los obstáculos que se me habían presentado, estaba orgullosa de decir que el proyecto del Hotel Feliz estaba haciéndose realidad. ¡En una semana más habría una fiesta de inauguración! estaba tan emocionada, que no paraba de dar vueltas por todo el hotel, dando pequeños saltitos mientras veía si todo estaba en orden. No tenía palabras para explicar mi emoción de ver como este sueño se hacía realidad, algo que veía tan lejano... ¿Con inauguración este lunes? ¡Hacia que mi corazón se estremeciera!

Caminé sin parar de saltar hasta las habitaciones, asegurándome que estuviesen todas bien equipadas y limpias. Comencé a observar detalladamente los muebles, literas, baños y armarios. Pero, no había nada fuera de sí en ninguna de las habitaciones del piso que observé. Todas estaban limpias y ordenadas, nada sorprendente luego de la llegada del demonio de la radio al hotel.

Angel Dust me dió un susto, apareciendo de la nada detrás mío quitándome de la mente todos los pensamientos que tenía. El venía con una de las paletas que teníamos ahora en un refrigerador, lamiendola de una forma... extraña para mí. Él se sentó en una cama que estaba en la habitación y me saludó.

—Chaaarlie.—Dijo él, jugando con la paleta.—Vaggie me encargó que te preguntara si ya tenías listas las cartas de invitación para la fiesta.

Yo asentí rápidamente.—Desde antes que pudieramos financiar la inauguración, ¡Pensé en los invitados!—Respondí con una sonrisa de oreja a oreja, sentándome junto a él.

—¿Eso es posible siquiera?—Él me miró atónito.—Digo... los invitados son gente prestigiosa que debe estar de acuerdo con tu plan de redención, y no todo el infierno lo está.

—Lo sé, lo sé...—Solté un largo suspiro, acomodandome en la cama mientras lo miraba.—Creo que irá mucha gente sin importar de qué sea la fiesta. Al fin y al cabo, ¡A ellos les importa una mierda de qué sea la fiesta! sólo iran por su estátus... digo yo.

El me dedicó una tierna sonrisa y terminó de comerse la paleta de fresa que traía consigo.

—Si nos guiamos en base a esa lógica, vendrá mucha gente.—Afirmó.—¿Hay alguien que me guste en esa lista, sin que sea un viejo de la prehistoria?

—Tenemos algunos sobrevivientes del Titanic... Y cantantes locales.

—Brutal.—Replicó el, abriendo sus ojos expresando su asombro.—¿Podré follar con uno de ellos? Uh... ¿¡Un rockero!?

Me reí ante tal respuesta tapandome levemente los labios. El se rió al unísono conmigo y nos quedamos charlando por unos buenos minutos. Presiento que esta semana que se vendrá, será muy emocionante.

Luego de un rato, bajamos junto a Angel Dust para almorzar con todos los trabajadores del hotel. Nos encontramos sentados a Vaggie, Niffty, Husk y Alastor en la habitación. El demonio de la radio se encontraba sirviendo la comida con una orgullosa sonrisa. Me acerqué a saludarlo, y estaba haciendo Jambalaya.

Oh dios, de nuevo está haciendo Jambalaya.

Qué decepción.

Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora