Cuatro.

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━ 𝖠𝖢𝖳𝖮 𝖨V: Planes.

Habían pasado los días después de aquél incidente y me sentía aún un poco perdida. ¿Debía ir realmente a la inauguración? No quería quedarme sola de nuevo y que aquélla persona que me intentó hacer algo lo volviese  a hacer. Sé que ya Angelo se comprometió con Charlie para participar en esta inauguración, pero luego de eso no quería ni saber del hotel. Tal vez fue mi error no haberle dicho siquiera a él lo que pasaba.

Hoy era domingo, quedando un día para aquélla fiesta en la que participaría junto con mi compañero de locuras. No podía negar que me sentía demasiado asustada y nerviosa. No sabía defenderme de algo así, con tanta fuerza. Tan sólo era una demonio cabra que tenía mucho tiempo libre, que nunca ha hecho tratos y que ni siquiera en estos 34 años ha subido de estátus. Sólo me había dedicado a hacer lo que no pude finalizar en vida, que era cantar para el público y hacerles sentir todas las emociones que expreso en mis canciones.

Lo que no pude vivir, en definitiva lo estaba haciendo aquí.

Un fuerte y largo suspiro salió de mis labios, haciéndome sentir un poco mejor. Tomé mi guitarra que estaba a un lado de la cama, para tocar unos cuantos acordes. Comencé a cantar nuevamente con una voz melancólica, mientras tocaba con mis ojos cerrados. Mi voz era el único escape para esta angustia que me atacaba casi todos los días. Ayudaba a alimentar aquélla personalidad que había perdido.

No sabía como, pero cada vez me sentía más agotada y más vieja. Como si hubiesen absorbido mis ánimos, mis poderes, todo. Hasta mi aspecto físico.

Tantos pensamientos en mi cabeza me hicieron colapsar nuevamente. Tal vez fue una pésima idea haberme guardado todo ya que tengo muchas cosas por decir. Que por una preocupación un tanto insegura, no dije.


Decidí llamar a Angelo. Lo busque entre los contactos y presione el ruidoso botón de llamada.

Él, rápidamente contestó.

—¿Qué sucede cariño?—Contestó.—¿Nuevamente te acostaste con alguien desagradable? Ya te dije que dejes de hacer eso, siempre son unos demonios asquerosos con sifilis y VIH, cuídate tonta que no quiero que te pase nada.

Y como siempre, me regañó.

—No es nada de eso...—Respondí un poco desanimada.—Hace unos días cuando fuimos a ese hotel a ver a tu querido Angel, me sucedió algo.

Al decirle eso, él rápidamente como una madre comenzó a teorizar en voz alta que podía haber sido. Yo replique con una risilla leve, intentando centrarme en el tema.

—Lo que pasa es que cuando me separé de Suzie, comencé a escuchar un sonido extraño proviniente de una habitación. Era como una interferencia, algo parecido a una radio, o televisión... No lo sé.—Puse énfasis en aquél sonido, poniéndome más seria. El oso estaba callado.—Mientras más me acercaba a aquél ruido, más fuerte se hacía y me hacía sentir un tanto mal físicamente. Después de eso sentí un ruido agudo, y unos tentáculos me atraparon. Me había intentado defender antes con la lanza que compramos en el mercado, pero no había servido. No te quise decir por miedo a que pasara algo, aguantando demasiado aquélla carga...

Angelo se quedó en silencio por unos segundos, probablemente pensando en qué responderme. Escuché como en la llamada tragó saliva bruscamente, para luego responder.

—Tonta... debiste decirme. Te aguantaste todo esto solita.—Suspiró.—¿Crees que tenga que ver con el demonio de la Radio?—Preguntó, dejándome atónita. No había pensado en eso.—Él es el único que haría algo así... Sin embargo, no entiendo porqué a ti.

¿El demonio de la radio en un hotel de ese estilo? A nadie se le habría ocurrido algo así, quitando a Angelo. ¿Y si se estaba aprovechando de la inocente Charlie? No podía permitir eso, y quedarme callada.

—Puede que sea eso...—Replique—Pero necesitaría pruebas, no puedo decir algo sin tener algún argumento válido...

—¿Y si aprovechas de que mañana vamos a esa fiesta, para investigar y buscarlo?

—Pensé lo mismo, eres lo mejor Angelo.

Aquél chico pelinegro me ofreció su protección mientras disgustemos el buffet y nos presentaramos. Nuestro plan era que él distrajera a la gente, mientras yo me adentraba al mismo lugar del incidente para encontrarmelo. Él sólo me cuidaria en los momentos que pudiese, lo demás debía hacerlo sola.

Mi mejor amigo, como dice el nombre, era lo mejor. Ahora me sentía más segura y empoderada que antes, estando lista para encontrar a este demonio.

Si me lo hizo a mi, estaba más que segura que ya habían otras victimas.

Si era el demonio de la Radio, debía evitar que él hiciese otra masacre.

Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora