Cinco.

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━ 𝖠𝖢𝖳𝖮 V: Inauguración.

El día de la inauguración había llegado más rápido de lo que creí. Estaba aún en mi casa, observándome en el espejo sin pestañear. A pesar de no ser mi primera vez presentándome en un evento de este tipo, mis piernas estaban temblando levemente por nerviosismo a que el plan no funcione.

Pero, ya me sentía más segura de mi misma para afrontar eso si ocurría de nuevo. Me había mentalizado lo más que podía para poder encontrarme con este demonio de nuevo, y poder joderle la vida por haberme pegado ese susto a mi y a otras personas.

Angelo me había ayudado demasiado. Era el mejor amigo que he podido tener.

Eran las seis y media de la tarde, y quedaba media hora para que la inauguración comenzara. Me había maquillado con una sombra roja un tanto difuminada, un delineado bastante controversial y un labial del mismo color de la sombra. Iba vestida de un vestido ajustado color carmesí, que venía con unas hombreras y unas mangas largas, similares a lo que se usaba en mi época en las galas. Se me hacía muy cómodo, ya que a pesar de ser ajustado, no me apretaba al punto de asfixiarme como otros vestidos que usan las chicas. Chicas que realmente admiro, ya que no soporto esos vestidos. Si como mucho, ¿Se me verá el estómago? que pesadilla.

Después de unos minutos más observandome, escuché la bocina de Angelo sonar. Rápidamente me bajé un poco el vestido, agarré mi bolso de mano y me dirigí hacia el auto intentando no caerme por lo veloz que iba.

A salir de casa, vi como Angelo estaba parado afuera del auto, esperándome con un frac negro. Se veía jodidamente hermoso. Nos veíamos de lo mejor. Eramos el equipo dinamita.

Él me abrió la puerta como un caballero saludandome.

—Hola linda.—me sonrió—¿Estás lista para hoy? Los instrumentos los tienen ya colocados y al parecer hay un buffet para morirte de obesa.

—¿Es en serio?—respondí emocionada.—¡Sube tu gordo trasero al auto y vamos rápido!

Patee aquél trasero que me traía y me subí junto a el al auto para llegar lo antes posible al hotel. Estaba emocionada ya que tenía mucha hambre, y porque luego de mucho tiempo podría cantar en un escenario.

—¿Era necesario golpearme?—el me habló riendo leve, mientras el motor comenzaba a sonar.—A la próxima te golpeare yo.

—Que fetichista Angelo, no pensé que serías así.

—Eres una tonta, cabrona.

—Que chistoso eres.

El auto comenzó a andar y me asome a la ventana para ver el infernal paisaje. Angelo colocó música desde el mp3 del vehículo, y nos fuimos cantando hasta quedar poco para llegar.

—Ivy, Sabes que hacer ¿No?—Me habló, mientras conducía.—Después de nuestro show vas a ir a buscarlo, recuérdalo.

—Lo sé...—Suspiré.—No negare que estoy nerviosa, pero debo ser fuerte.

—¡Buena actitud!

Al llegar a la inauguración noté que en la entrada había una alfombra roja. Era bastante pequeña, pero guiaba a la gente hacía la puerta principal. Se escuchaba música pregrabada que venía de adentro, que no era mala por sorpresa mía. Junto a Angelo nos bajamos del auto y caminamos hacía la entrada con una sonrisa de oreja a oreja. Él me dedicó una sonrisa de preocupación y me tomó de la mano, para protegerme según él.

Cuando entramos todos los demonios que estaban posaron su mirada en nosotros. Obviamente, estábamos acostumbrados a eso por ser cantantes, pero fue un poco adorable ya que era un evento un tanto privado.

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