Capítulo 3.

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Capítulo 3.

Harry se quedó observando aquellos cuerpos tirados en la arena, los veía con terror y con algo de desesperación. Se había llevado la mano a la cabeza para jalarse su castaño cabello de vez en cuando. Alfonso estaba dando vueltas al rededor de los cuerpos con el cuchillo en la mano escurriendo de sangre.
-¿Qué hacemos aquí? -se preguntaba Harry una y otra vez en voz alta, las lágrimas querían salir de sus ojos.
Pero nadie le contestaba, ni siquiera Alfonso.
-Soy tan sólo un chico de catorce años... -Se decía a sí mismo- No he hecho nada malo como para merecer estar aquí.
Alfonso dejó de caminar y tiró el cuchillo en el suelo, después de acercó hasta Harry.
-Mira, lo único que espero es que nuestros padres y tu hermano estén bien -su amigo trataba de tranquilizarlo- ambos sabemos que allá afuera en las ciudades hay guerra, sabemos que la situación está fea, hemos visto las noticias, hemos visto las muertes y recuerda que también sabemos que ahí no podemos estar en las calles después de las 10 de la noche...
-Lo sé, amigo... -Harry soltó un suspiro.
Se acercó a los cuerpos tendidos y después le preguntó a Alfonso si estaban muertos. Alfonso se había asegurado de asesinarlos a los tres con el cuchillo.
Se pusieron a verlos, notaron su composición, olían mal, como si ya hubieran entrado a un estado de descomposición, como si ya tuvieran varios días así, su color de piel era más pálida de lo normal, e incluso la piel de uno de los cadáveres se veía de color violeta. Daban asco, sus ojos eran blancos e inyectados de sangre, parecían no tener pupila y su piel también parecía agrietada, pero parecían más venas que otras cosas.
El chico se repugnó al verlos y se dirigió a la choza, se acostó sobre una de las camas, se cobijó, tenía frío, no traía más que una sudadera encima. Su amigo también entró y se sentó sobre la otra cama.
-Yo me quedaré despierto a hacer guardia, te despertaré en un rato para que continúes tú y yo pueda dormir -Alfonso dijo con una voz cansada, tal vez sólo estaba algo confundido
-Va, buenas noches -Harry le sonrió, pero como estaba boca abajo no pudo ver su sonrisa.
Harry se puso a pensar en su mamá, también en su papá, extrañaba a ambos, quería verlos, pero no podía, él deseaba salir de aquella terrible cúpula y regresar a casa a vivir su vida normal. Recordaba que era un domingo por la tarde el día que lo raptaron, estaba jugando videojuegos con Alfonso en las portátiles mientras estaban sentado en la banqueta de un parque que se encontraba a nada más y nada menos que cinco cuadras de la casa de Harry. Pronto el chico se fue perdiendo en un sueño que no duraría más de 35 minutos...

-¡Harry, despierta! -gritó Alfonso e inmediatamente Harry se puso de pie.
Bostezó una vez y luego se talló los ojos rápidamente.
-¿Qué pasa? -preguntó asustado.
Una explosión sacudió el lugar, el ruido parecía provenir desde la pared de la cúpula. Los chicos se cubrieron la cara con las manos y luego se asomaron a la puerta, estaba entrando un auto militar, era un pequeño todo terreno.
Había entrado a la cúpula, había explotado un pedazo de la pared, pero gracias a esto está de fue agrietando poco a poco. El todoterreno se fue rápidamente hasta donde estaban los chicos, llegaron en cuestión de segundos. Se bajó un soldado y les dijo que subieran mientras les apuntaban armados, no tuvieron más opción que subir al vehículo.
Todo el cristal se agrietó, estaba a punto de caer en cualquier momento. El todo terreno arrancó y el primer pedazo de la cúpula cayó al suelo, se estaba derrumbando gracias a la explosión. Poco a poco iban cayendo los pedazos a los lados del todo terreno, incluso cayó uno enfrente del auto y tuvieron que girar muy rápido para evitar chocar contra este.
-¿¡Qué pasa!? -exclamó Harry asustado.
Los dos chicos iban sentados en los asientos traseros del auto, en los asientos del frente iban dos soldados.
-Cállate -le respondió el copiloto enojado.
Harry no dijo ni una sola palabra más.
El auto logró salir de donde está estaba la cúpula, los dos muchachos voltearon a ver el antiguo lugar en donde estaban, ya estaba completamente destruido, hechos pedazos los cristales.
El chico volteó a ver a su amigo con una mirada asustada y viceversa. Después el soldado copiloto volteó a verlos una vez más, sacó una jeringa y con una mirada y risa macabra de la encajó a Alfonso en una pierna, al instante cayó dormido.
Harry soltó un gritó ahogado.
Sacó otra jeringa. Miró a Harry a los ojos.
-Vamos... No tengas miedo, no duelen mucho.
Harry no podía procesar las ideas, lo único que se preguntaba era qué era eso, pero sus pensamientos no duraron más de tres segundos antes que le encajaran la jeringa en la pierna derecha y también se durmiera.

Al chico lo despertaron de un golpe leve en la cabeza, como si fuera una bofetada amistosa, el abrió los ojos y frente a el se encontraba el mismo soldado que lo había dormido un rato antes.
-¡Despierta niño, alguien me dio la orden de darte una sorpresa! -le gritó el soldado.
Lo arrastraron de la cama y lo pusieron de pie, a su lado estaba Alfonso y cerca de ahí había mucho más camas con gente. Era un cuarto grande, las paredes eran grises, de un color metálico. Más bien, era metal. Todas las personas estaban de pie, desorientadas, al parecer no sabían donde se encontraban. Eran unas 20 personas, entre ellas adultos y adolescentes, hombres y mujeres.
-¡A ver, gente, ya están todos de pie y ahora se dedicaran a seguirme! -gritó un soldado fornido que se encontraba apenas entrando a esa gran habitación-. El que no obedezca recibirá un tiro en la cabeza.
Después el soldado de limitó a irse caminado fuera de la habitación. Los demás soldados fueron guiando a las personas en una fila para salir del lugar. Caminaron como por 5 minutos hasta llegar a otra habitación, de la misma forma solo que sin camas.
-Ustedes fueron parte de nuestro experimento en el desarrollo de una enfermedad para ganar esta guerra, los resultados fueron exitosos, pero... -el soldado fornido hizo una pausa-. No podemos dejarlos ir... No queremos que revelen nuestros planes a los ciudadanos de mierda en Estados Unidos... Serán fusilados, después veremos que haremos con sus cuerpos.
Harry se asustó muchísimo, no quería morir, volteó a ver a su amigo y luego a ver a la demás gente. Todos estaban asustados, se les podía notar en la mirada.
Los soldados cargaron sus armas y se dedicaron a apuntarle a las personas.
-Uno... -dijo una vez más el soldado, y los demás apuntaron sus armas.
Harry volteo a ver para todos lados, se quería despedir del mundo antes de morir.
-Alfonso... -susurró rápidamente el chico mientras veía a su amigo.
-Dos...
-Harry, amigo...

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