Capítulo 6.
No... No era posible que se haya perdido el estado de California, lo más seguro es que sus padres y su hermano ya estuvieran muertos. Aquello le había roto el alma que no paró de llorar el resto del camino. Alfonso estaba pasando por lo mismo que Harry. Ambos lloraban. Sentados uno al lado de otro hablaban hasta llegar a tranquilizarnos. Robert les dijo que existía la posibilidad que se hayan mudado y escapado a otro estado, aunque no podía saberlo con seguridad. Aquello les dio esperanzas a los dos muchachos.
La chica Avril había corrido con suerte, ella era de Nueva York, estado que no había sido tocado. Se dirigían ahí, a ella la llevarían con su familia para que se reencontraran después de mucho tiempo y a los dos chicos probablemente los dejarían solos, pues como ya tenían 16 años alcanzaban la mayoría de edad.Cuando llegaron a Nueva York bajaron en una base militar en donde los dejaron asearse, les proporcionaron algo de ropa nueva y les dieron comida. Les asignaron una pequeña habitación en donde pasar la noche y les dijeron que al amanecer llevarían a Avril a su hogar.
Al día siguiente Harry se levantó con muchos ánimos, se levantó de una manera normal. En cuanto salieran de ahí podrían seguir viviendo sus vida. Les dieron de almorzar y luego los mandaron a un auto. Éste los llevaría hasta la casa de la chica. Ella los guiaría.
-¿Cómo te fue en las cúpulas? -le preguntó Harry a la chica para tratar de sacarle plática y recordar el pasado que odiará el resto de su vida.
-Ahí estaba con una vecina... Recuerdo que antes de que me secuestraran estábamos ella y yo platicando fuera de nuestra casa. En las cúpulas estuvimos juntas, lamentablemente ella murió, aquellos seres que nos echaron... Acabaron con ella... -Dijo y se puso algo triste-. La verdad es que nunca había convivido mucho con ella, aunque que si me duele que haya muerto.
-Lo siento mucho por ella... -comentó, sin saber que decir.
Hubo un silencio por unos segundos, al parecer no había palabras para seguir hablando, también era incómodo eso.
-¿Qué hay de ustedes dos? Lo siento... Sé lo que les dijo el soldado, que California ya no tenía remedio, pero, ¿qué harán de su vida?
Lo pensó unos instantes, en realidad era algo que tenía que decidir, no sabía que haría después de regresar a la ciudad... Tal vez podría buscar a sus padres, esperar encontrarlos vivos, podía vivir ahí en New York, entre muchas cosas más.
-No lo sé... -le contestó a Avril-. Tal vez me ponga a trabajar y a seguir estudiando... Busque una casa, siga mi vida...Tras horas de camino siguieron la ruta hasta el lugar que había dicho Avril, cada que se acercaban más hasta aquella casa ella parecía verse más emocionada. Cuando finalmente llegaron a la casa ella parecía que quería llorar de lo emocionada que estaba. El auto se estacionó frente a la cochera y después se bajó un soldado y se acercó a la casa, mientras otros soldados bajaban a los tres chicos. La chica se adelantó hasta su casa y se puso a un lado del soldado, antes de que este tocara la puerta ella ya lo había hecho con una inmensa sonrisa dibujada en su rostro. Alfonso y Harry caminaron hasta ellos y se pusieron detrás de los dos.
Alguien abrió la puerta, era una señora de cabello rojo al igual que la chica. Seguramente sería su madre.
-¡Mamá! -gritó la chica al ver a la mujer.
-¿Avril? -a la mujer se le querían salir las lágrimas de la felicidad.
Definitivamente se trataba de su madre.
La verdad, a Harry también le entraba sentimiento aquella escena, se reencontraba con su madre después de casi dos años. Seguramente su madre ya la habría dado por muerta pero no querría aceptarlo tal y como lo harían los padres de Harry.
La chica pasó a la casa y la madre se quedó hablando con los soldados. Después de unos segundos salió Avril de su casa y le dijo algo a su madre en el oído, seguido de esto la señora le habló a los dos y los invitó a pasar a la casa. Caminaron hasta dentro de la casa, mientras subían unas escaleras pequeñas para llegar a la puerta principal, en cuanto estuvo cerca de la madre de Avril le dio las gracias.
La casa era linda por dentro, estaba pintada de color blanco y tenía un pequeño pasillo al entrar, a la izquierda del pasillo había unas escaleras y del otro lado se encontraba la entrada a la sala de la casa. Avril los invitó a pasar a la sala y les ofreció sentarse en el sofá. Se pusieron a platicar, a hablar de sus vidas, hablar de ellos para tratar de conocerse. La chica le caía bien, era una linda persona.
El soldado hablaba con su madre, al parecer le estaba contando lo que había pasado allá afuera. Después de un rato el soldado se retiró y la madre entró a la sala con ellos.
-Me alegro de verlos a los tres. Muchachos, a ustedes apenas los conozco pero ya supe que los encontraron junto con mi hija. Avril, espero que no te resulte molesto que estos dos muchachos tengan estancia aquí en la casa este mes mientras ellos encuentran una casa o un apartamento para ellos. Bienvenidos todos, en serio -dijo la mujer secándose una lágrima que quería salir de su ojo-. Avril, ven aquí.
Ella se paró del sofá y caminó hasta su madre para después abrazarla.Las calles del centro de la ciudad de Nueva York eran hermosas, nunca había estado ahí hoy fueron de paseo Alfonso, Avril y Harry. La madre de Avril ahí los había dejado y después ella se había ido a tomar un paseo a otro lugar. Había grandes edificios, muy altos y bellos. Una ciudad magnífica. Estaban visitando tiendas, comprábamos algunas cosas.
Harry ya había conseguido trabajo, en un pizzería junto con Alfonso, eso era en las tardes, después de salir de clases, los tres iban a la misma escuela, se encargaron de recuperar los conocimientos perdidos durante todo ese tiempo por medio de un examen y luego pasaron a la preparatoria como personas normales.
Doblamos a la izquierda en una de las grandes avenidas, Avril miró una tienda de ropa y les pidió que la acompañaran, tras unos treinta minutos salieron con algo de ropa que habían comprado. Tras seguir caminando llegaron a la Quinta Avenida, la que se supone que es la avenida más importante en esa ciudad. Ya se estaba haciendo de tarde, estaba llegando el atardecer. La mamá de Avril los recogería por lo menos en hora y media, cuando dieran las 7 en punto.
Volteó a ver a lo alto de los edificios y veía demasiadas pantallas con todo tipo de anuncios en ella, refrescos, ropa, compañías telefónicas, restaurantes. Por la calle había cargas y cargas de auto y en las banquetas junto a nosotros había toneladas de personas.
Un ruido como el que normalmente hacen los helicópteros sacudió la ciudad, era obvio que un solo helicóptero no podría hacer eso, la ciudad estaba llena de personas y de ruido. Se asomó al cielo al igual como lo hizo la mayoría de las personas con sólo escuchar el ruido. Después todas las pantallas en los edificios y televisores empezaron a mostrar interferencia, se podía apreciar el sonido de la interferencia. Montones de helicópteros se estaban acercando y cuando se empezaron a acumular muchos se quedaron flotando en el aire.
-¿Qué con esto? -Alfonso dijo a su lado.
-No lo sé... -le respondió Avril.
En uno de los helicópteros pudo apreciar una bandera que se reconocería en cualquier lugar. Volteó a ver a Alfonso y le dio un leve golpe en el hombro para atraer su atención. El volteó a verlo y después le habló:
-Son Alemanes... -con su dedo índice apuntó a su bandera que se encontraba dibujada en la parte lateral de los helicópteros.
Avril tampoco tardó en comentar.
-Maldito sean todos ellos-dijo con rabia-, son los mismos que nos raptaron hace tiempo.
En las pantallas se quitó la interferencia y apareció la imagen de un hombre, vestía un traje negro y traía el rostro cubierto con una máscara de bufón de circo medieval, de adornos morados y amarillos. El hombre comenzó a hablar, su voz se podía escuchar por toda la calle debido a que los helicópteros traían bocinas, pues de ahí salía el sonido.
-Muy buenas tardes ciudadanos americanos -dijo con una voz melosa y malévola-, espero que estén disfrutando su día, porque como estos ya no habrá muchos -el hombre hablaba en español con su acento alemán-. Saben... Estamos a punto de ganar esta guerra, sería mucho mejor que su gobierno y estúpido presidente se rindiera ahora, no podrán con nosotros...
La gente estaba realmente asustada y también molesta, podía verse en sus caras, algunas habían comenzado a gritarle a los helicópteros, otros simplemente se quedaban callados, decían cosas cómo: "ya nos quitaron varias ciudades, ¿qué mas quieren?", "Por su culpa han muerto nuestros familiares", "Qué imbéciles son"... Pero ni por esto el hombre de la pantalla dejaba de hablar, parecía como si fuera una grabación.
-Ya hemos tomado varios países, ustedes, los chinos y los rusos son los que nunca caen... Como los odiamos... Pero no se preocupen, ya tenemos todo bajo control -el hombre se rió-. Que disfruten éste día porque van a dejar de tenerlos como éste...
La gente entró en pánico, los autos avanzaron con más velocidad e incluso unos salieron corriendo.
-¡Tengo que llamar a mamá, tiene que venir por nosotros, tenemos que estar en casa, ya! -Avril sacó su teléfono celular desesperadamente y comenzó a llamar a su madre.
-¿Qué crees que hagan? -le preguntó a su amigo.
Alfonso se puso a pensar pero no dio ninguna respuesta, sólo levantó los hombros.
-Entonces vamos a tener que cuidarnos, si ya destruyeron ciudades no tengo idea de qué mas podrán hacer... -le dijo.
Avril guardó su celular y luego se volvió a dirigir a ellos.
-Mi mamá nos va a recoger en media hora en el mismo lugar en donde nos dejó, tenemos que llegar, vámonos rápido para llegar antes que ella.
Le sonrió y luego le tendió la mano.
-Pues anda vamos...
Ella tomó a Harry de la mano y la apretó fuerte, después comenzamos a caminar rápidamente, pero Alfonso comenzó a correr, así que tuvieron que irse a su misma velocidad.
-No se queden atrás, tórtolos...
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Equinox.
Science FictionHarry fue raptado junto con su mejor amigo por alemanes, querían experimentar con ellos para después fusilarlos, pero un intento fallido de escape hizo que mataran a muchos y a ellos los pusieran a dormir. Al ser rescatados se dan cuenta que el mund...