Capítulo 13

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Nuevamente era viernes y estaba completamente exhausta, Shōto siempre le repetía que no debía trabajar hasta matar sus energías, pero era inevitable, su sentido de la responsabilidad y trabajo no flaqueaban ante nada ni nadie. Por lo menos ya era la hora de cierre, y tan solo le quedaban por limpiar dos mesas para cerrar la tienda, Katsuki no se apareció por ahí en todo el día, y aunque no lo admitiera frente a su novio, su ausencia facilitaba su trabajo. Era difícil trabajar con Katsuki vigilando cada paso que daba.

- Entiendo que se preocupe por el tema de Iida-kun - comentó para sí misma, no había olvidado el tema - pero está siendo demasiado paranoico

- ¿Tú crees?

Le preguntaron como si nada. Ochako dejó caer el trapo que sostenía y en medio de la parálisis intento buscar al dueño de la voz. La tienda siempre se encontraba muy bien iluminada, por lo que, no lograba ver a nadie por los alrededores, no existía punto ciego donde ocultarse, a su muy humilde opinión.

Tratando de olvidar lo ocurrido decidió que era momento de regresar a sus labores, recogió el trapo y se giró dando la espalda a la entrada principal, y fue en ese momento que su burbuja de felicidad explotó. Un pequeño oso de peluche, uno tan pequeño que solamente caía en la palma de su mano yacía sobre el mostrador, deteriorado, le faltaba uno de sus ojos de botón, y lo reconocía perfectamente. Era su protector, el que le daba seguridad, la llevaba a un mundo lejano y también la única cosa que no deseaba ver nunca más en su vida.

A paso lento y temeroso se acercó al oso, con cada centímetro que se acercaba su piel se erizaba, sudaba frio y su cuerpo recordaba la dura sensación del invierno sobre su pequeño cuerpo.

"No lo sueltes hasta que el demonio guarde silencio"

Recordaba las palabras de su madre la primera vez que le entrego el infantil objeto, Ochako se aferraba fuertemente al diminuto oso cada vez que el demonio de su hogar comenzaba a gritar. Siempre era ruidoso, gritos infernales, madera y vidrios destruyéndose, así como su corazón y alma, era el mismísimo infierno para alguien tan pequeña. Sin embargo, él siempre le repetía...

- Él tampoco podrá salvarte mi pequeña flor

No estaba segura si su imaginación jugaba con ella, o simplemente sus recuerdos estaban atormenta su mente, no, no era nada de eso, podría asegurar que él se encontraba ahí, cerca, vigilando, reconocía la sensación de su cuerpo siendo intimidada por su presencia, por su existencia.

- ¡Ochako!

El grito que expulsó sus pulmones era aterrador y sacado de una película de terror que causa traumas en todo aquel que lo presencie. Sus dulces ojos se volvieron opacos, sus mejillas no eran rosadas y podría jurar que su corazón se detenía tan solo para terminar con su maldito destino.

- ¡Maldita sea! ¿Qué mierda sucede? - la sujeto por los hombros - ¡Soy yo!

- ¡Aléjate! ¡Suéltame!

- ¡Ochako!

- ¡¡¡Vete!!!

- ¡No!

- ¡Katsuki ayúdame!

Gritó con desesperación, la imagen del rubio era lo único que lograba proporcionar un mínimo de cordura para defenderse. Tenía miedo, estaba aterrada...

"Mamá... Ayúdame..."

"Katsuki, sálvame"

Frente ella estaba el ser más detestable del mundo, al demonio de sus recuerdos, su visión era confusa, las lágrimas no dejaban de salir en grandes cantidades, su garganta dolía por los forzosos gritos, su cuerpo estaba sucumbiendo al pánico, estaba perdiendo la conciencia. Se rindió, su cuerpo se desplomó. Él acaricio su mejilla. De rodillas sobre el suelo sujetaba el cuerpo femenino, la chica sudaba y su temperatura comenzaba a incrementar, una cruel fiebre comenzó atacar.

Mr. Delincuente - Bakugō x UrarakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora