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"Hogar" una palabra que no escuchaba de la mejor manera desde hace unos meses en los cuales su vida se había vuelto una tragedia, momentos dolorosos que no quería volver a revivir, encuentros que debían quedar en el olvido, su cuerpo decía que ya era suficiente.

El olor tranquilizante hogareño provocaba satisfacción en todas partes del cuerpo del peruano, quería que así fuera siempre, comenzar de cero y no repetir los mismos errores, tenía que aprender a ser alguien fuerte, pero no podía evitar tener el sentimiento de temor presente en su ser

México miraba con una pequeña sonrisa grabada en su rostro al peruano, Perú contemplaba detalladamente con su mirada cada cosa cercana de su hogar, no lo culpaba, salía de una horrible jaula que estuvo atrapado mucho tiempo en contra de su voluntad.

Todo era un bonito momento, silencio tranquilo; sin embargo, las lágrimas del bicolor asustaron al norteamericano apenas las vio. No dudo ni un segundo en apoyar al pequeño país en su pecho en un pacífico intento de calmarlo, que su calor ayude a olvidar por un momento esas dolorosas escenas que vivió y las violaciones que sufrió confundidas con "amor" por alguien que no tenía la mínima de que era.

Las ganas de golpear a Chile seguían presentes en él, vengar con sus propias manos a quien había tocado a la persona que amaba, un estúpido loco que no sabía controlar sus emociones y aceptar el rechazo. Algún día se las cobrará cada lágrima y golpe, y realmente deseaba que ese momento llegue para desquitarse toda la furia que sentía.

El norteamericano abrazo al menor, Perú se sentía querido en esos brazos, tranquilo; no lo iba a negar, había pensado en México demasiadas veces durante el tiempo que estuvo encerrado, pensando que nunca llegaría, que confundiera toda la situación y lo dejara sin más, pero afortunadamente no fue así. Una pequeña calidez sentía dentro suyo, que entre esos brazos sería feliz, que el miedo no era algo que siempre tenga que pasar.

Levanto su mirada hacia el tricolor, sonriendo ampliamente, dispuesto a darle las gracias de cualquier manera que exista, incluso si sus palabras eran tan cortas. El de descendencia Azteca limpio las lágrimas que seguían cayendo de esos ojos dorados del bicolor, lágrimas que no merecían salir nunca más, se encargaría de hacer feliz al menor.

Era un momento perfecto, ambos países abrazándose como si no se hubieran visto en años, sintiendo la gran necesidad de estar para el contrario.

No obstante, la felicidad no duro demasiado.

Llevo una mano a su boca, cubriéndola sintiendo un pequeño dolor la parte baja del abdomen, aquello preocupó a México.

Antes que el norteamericano pudiera preguntar algo, el menor corrió hacia el baño más cercano del hogar, vomitando en el retrete lo poco que había comido. El mayor se acercó a él, acariciando su espalda en un intento de tranquilizarlo, observó nuevas lágrimas que salían de sus ojos, mostraba con una expresión triste, como si hubiera padecido aquello con anterioridad, tenía demasiadas preguntas que hacerle.

¿Amor? [Chirú // Violentometro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora