Capítulo 4: Celos, ¿por favor?

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"Good Omens es una serie de Amazon Prime, un libro propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman"

Había sido una semana terriblemente difícil, Anathema saco de si misma toda la paciencia que tenía almacenada para cubrir cada uno de los trabajos que Beelz le pidió por cierre de mes, atendió juicios en tres juzgados, llevo dos conciliaciones, entrego sus reportes y dio un despido de una persona que hurtó información, todo eso la consumió, comió poco, durmió menos y, sobre todo, no pudo ver a su familia.

Estaba exhausta, así que se dedico el fin de semana a dormir y estar en su casa, como si ella y la cama fueran uno mismo.

Su abuela la levanto después de considerar que el invernar no era lo mejor para su salud, y la obligo a pararse de su cómodo colchón, causando protestas en la jovencita, quien tenía muy clara que cualquier actividad física, era un acto de sacrificio.

Consumió su almuerzo en horario de merienda, su abuela la miro con desaprobación, a sus años Agnes preferiría salir y hacer cosas productivas, pero entendía que su nieta estuviera en un estado de sopor por volver a la dura vida laboral.

— Pareces un oso grizzli, como pretendes aprovechar tu fin, si no sales de esta casa— le recrimino la anciana, mirándola desde la cocina, tenia puesta una bata color verde oliva, y un mandil de flores amarillas, el frío afuera no se instalaba en su piel morena, al parecer las labores del hogar le daban una vitalidad que, en ese momento, la abogada envidiaba.

— Esta bien, ¿A dónde quieres que vaya? — pregunto la joven, llevándose un trago de jugo de naranja a la boca, mientras su querida abuela negaba con la cabeza.

— A la tienda departamental de la calle Soho— le pidió su abuela, dándole efectivo, la joven lanzó un suspiro, faltaban dos semanas para navidad, las personas tendían a ir a realizar compras de ultima hora, nevaba y ella odiaba salir en frío, lanzó un suspiro y tomo aquel billete de 500 libras.

— Solo por que te amo — le confesó, cambiándose para no asustar al prójimo quien la viera en semejantes fachas. Se calzo unas botas de nieve, un jean de afelpado grueso, un jersey y su abrigo de cuadros, una bufanda para complementar el hecho de tener que salir cuando Londres estaba asolado por la tormenta.

Podía ofrecer pagar en línea, pero sus fondos eran insuficientes, además que su abuela fue muy contundente al confesar su molestia por verla desperdiciar un fin de semana encerrada en la casa sin ánimos de conocer el mundo.

Después de que su bus estuviera atorado en el tráfico de la avenida principal, llegó a la dichosa tienda, donde después de una fila tediosa, una jovencita de impecable maquillaje le dio un recibo por el pago dado a tiempo, ella agradeció haciendo un mohín al ver la cantidad de gente que iba a acompañada de sus parejas, algunos jóvenes de su edad paseaban.

Anathema se sintió nostálgica, faltaba poco para la fiesta de la compañía, a la cual tendría que acudir, pero no tenia una persona que la acompañara, Beelz le dijo que era obligatorio la asistencia del personal y que, aunque ella odiara la dichosa fiesta también iría.

Lanzo un suspiro, lo mejor era que se retirara a su casa, sintió un antojo de unas crepes, había una cafetería que vendía unas excelentes crepes dulces, se le antojaba una de chocolate con avellanas, aunque esta fuera terriblemente cara, después de todo, estaba ya en un trabajo estable.

Se dirigió a una mesa del local, el cual era de color verde en sus detalles y de ladrillo color granate en sus paredes, una joven con delantal café le tomo la orden, ella sintió el viento helado acariciar su rostro anunciando que la puerta se había abierto, se sorprendió al ver quienes entraban en aquel lugar.

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