Capitulo 9

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-Lena...-Dijo Yulia con su habitual tono lloroso.
Ambas se miraron en silencio por unos minutos, las dos habían cambiado mucho, Lena ya no parecía una mujer inexperta y confundida, ahora parecía una mamá y Yulia ya no parecía una policía infranqueable, parecía asustada y confundida.
-Yulia...¿Qu...ee qué te trae tan lejos? –Preguntó tímidamente.
-Tú, Lena, ¿No es obvio?
-Yulia...–Dijo aliviada abrazándola fuertemente.

No había mucho que pudieran decirse, además, las lágrimas no les permitían hablar.

Se sentaron el la plaza, fugazmente se lanzaban miradas, había pasado mucho tiempo.

-Entonces...¿Ella es mini-lena? –Cuestionó apuntando a la pequeña.
-De hecho...es mini-Yulia ¿Te molesta?
-Claro que no, es un honor. –Contestó sonriente.

Natalia se había ido al aeropuerto, no tenía nada que hacer allí, y tanto Yulia como Lena ocupaban ese tiempo a solas.

-¿Podrás perdonarme algún día?
-Por eso estoy aquí ¿No?
Lena se mantuvo en silencio, su mente intentaba formular algún argumento que la justificara de alguna manera, no comprendía cómo Yulia podía olvidar todo tan fácilmente.
En ese momento, la pequeña Yulia se bajó del regazo protector de su madre e intentó escapar de la aprisionarte correa que le rodeaba la cintura.
-Mamaaaá, lejame ir. –Gritaba la pequeña.
-Yulia, estate quieta.
-Oye, Yulia, ven aquí, te tengo un regalo. –Le dijo la pelinegra en tono de cómplice.
-¿Degalo? (¿Regalo?)
-Sí. ¿Lo quieres ver?
-Chi.
-Ven conmigo.
La pequeña se le acercó corriendo y trepó en las piernas de su nueva amiga.
Yulia tomó su bolsa, que se veía gigante por el contenido y sacó la fábrica de espagueti de play-doh.

-Aaaa! –Gritó mini-yulia de la emoción.
-Yulia! ¿Cómo supiste? Tiene semanas pidiéndomela –exclamó Lena.
-¿De verdad? Yo solo me paré en la sección de juguetes y agarré el que se me antojó.
-Tonta. –Dijo Lena riéndose.

La pequeña seguía eufórica, abrazó el cuello de Yulia y le besó la mejilla.

-Gashias, Yulia.
-Ahhh. –Suspiró derretida. –Eres la bebé más dulce del planeta. Te quiero. –Completó la pelinegra abrazándola.

Lena contemplaba la escena maravillada, su hija nunca daba las gracias a menos que ella se lo recordara, y allí estaba, portándose bien junto con la mujer a la que aún amaba.

-Tengo miedo, Lena. –Dijo Yulia con la pequeña pelirroja dormida en sus brazos. Lena conducía hacia su casa, la luz del día lentamente se iba extinguiendo.

-¿De que? –Preguntó extrañada.
-Tengo miedo de estar soñando, de que desaparezcas, de que ya no me quieras, de que no sea lo mismo, de que la niña me odie, de que me mires feo, de que me pidas que guarde distancia, de que digas "dame tiempo", de que tengas pareja, de que me pidas que vuelva a casa. –Le expresó abriendo esos sentimientos que tanto tiempo estuvieron escondidos mientras que por su mejilla caía una lágrima.
-Yulia. –Se apresuró a decir. –Estás despierta, no voy a ir a ningún lado, te amo, lo nuestro no va a ser lo mismo, va a ser mejor, mini-yulia, te ama, solo soy capas de mirarte con amor, no te quiero lejos de mi, ya he esperado demasiado, jamás saldría con alguien más y si regresas a casa, te pego.
-Te amo Lena, a ti y a tu hija, aún antes de conocerla.
-Lo se. –ahora Lena lloraba.

En la casa, Yulia acomodó a la pequeña pelirroja en la cuna y se reunió con Lena en la cocina.

-¿Y ahora que? –Preguntó Yulia.
-Háblame, ha pasado mucho tiempo, cuéntame tu vida. –Le pidió.
-No he hecho nada, Len, soy adicta al trabajo, he vivido muy escondida, pero creo que Alexis se divorció por que encontró a Mikael en la farmacia del hospital con una enfermera llamada Karla.
Y estoy segura de que Natalia esta saliendo con alguien, tiene ya varios meses...relajada ¿Y tu?
—-Lena dio un gran suspiro antes de contestar. –Trabajar, igual que tú, apenas veo a mi bebé a la hora del desayuno, llego cuando esta dormida, odia a su niñera, todas las mañanas me ruega que me quede y cuando lo hago es tan ruidosa y molesta, jamás me obedece...

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