#7

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El día era nublado, frío, característico de inicios de invierno.

Un rubio reposaba en la barandilla del balcón en su habitación, observaba la ciudad aún dormida, pues era muy temprano como para iniciar labores, y se debatía intensamente el salir a correr o no.

Aunque eso no era lo único que invadía su mente, tenía un debate: ¿Qué era mejor? ¿Luchar por la felicidad o aprender a callar y observar la felicidad de otros?

Él sabía que Tony era feliz con la señorita Potts, el castaño nunca había durado tanto en una relación y hasta los medios de noticias ya empezaban a ver a esa pareja como unos futuros esposos, Steve estaba feliz por ello pero... Él quería ser quien acompañara a Stark en el altar, quería ser él quien apareciera en las noticias del castaño, quería ser la pareja de Tony... ¿Era eso malo?

— ¿Pero qué me pregunto? ¡Claro que es malo!

Se desanimó hablándose a sí mismo, su madre siempre le aconsejó el luchar por lo que quería, luchó por entrar al ejército, luchó por salir al campo de batalla, luchó por adaptarse a ésta nueva época... Por el castaño, ¿Era algo considerable seguir la lucha por su corazón?



— ¡Stevie!



Un pequeño infarto fue llegado a su corazón, la fémina pelirroja había irrumpido con brusquedad a su dormitorio interrumpiendo sus pensamientos y haciéndolo olvidar hasta dónde estaba. De haber estado dormido estaba seguro de que los setenta años en el hielo le habrían pasado factura.

— ¡Natasha! Dios, no vuelvas a hacer eso.

— ¿No se supone que eres un súper-soldado? Estás alerta 24/7.

— No soy un robot, ¿Sabes? Hasta los soldados poseemos corazón y por ende podemos sufrir infartos.

—Pero tu corazón, de momento, tiene dueño, y éste dueño está cabeceando en su taller ¿Dónde está su príncipe azul?

— ¿Cabeceando? ¿Por qué?

— Producto del sueño, Rogers, Duh. Puede que se duerma y ocurra un accidente en el taller, quizá se sienta incómodo, triste, ¡podría hasta morir!

— Oh no...

Y como por arte de magia, de hecho quizá las palabras empleadas por la pelirroja si eran las indicadas, quizá exageradas pero gracias a ello fue que la habitación quedó sin cierto rubio enamorado.

—Ay, el amor, la misión está en proceso.

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— ¿Tony, cielo? Te vengo a traer para llevarte a la junta de...

La alta y esbelta rubia calló (guardó silencio) de golpe al notar a su castaño dormir sobre una de sus mesas de trabajo al lado de unas cuantas tuercas y llaves, silenciosa se acercó y posó a un lado observando a detalle la parte visible del tierno rostro moreno.

—Ay, Tony...

Unos pasos se escucharon por los pasillos de la entrada contraria al taller dejando ver poco después a un soldado rubio en pijama que entraba al sitio algo alterado.

—¿Tony?

Preguntó el hombre para después guardar silencio.

Los dos rubios pretendientes del castaño estaban frente a frente, ¡Vaya destino! Con el fruto de su pequeña rivalidad de por medio. Una observaba al otro con recelo y en cierto grado disimulado: disgusto, y el otro la observaba con curiosidad y duda, el ambiente era algo tenso.

Indirectas -Stony-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora