Ojos que se abren mordaces. Pestañas que acarician el viento lentamente. Brillante odio fulgurante en ellos. Escucha una voz ronca tan pesada que se pierde en el humo de un cigarrillo acabándose entre sus dedos. Esa ha si la primera vez. La primera noche en que la nicotina se unió a su aliento.
Con esas castañas y muertas joyas cerradas se abre a los recuerdos de la sensual piel. Los movimientos pausados que cortaban el aire a su alrededor y los cabellos rojizos ondulantes alrededor de un rostro de marfil que es imperfecto. Las pecas manchando en su piel y las rosadas cicatrices que se pierden con los años.
No quiere tocarlo, desearía estar lejos de la magnética mirada y desea que se marche porque está más cómodo de lo que quisiera bajo esa mirada. Ese aliento y ese aroma esparciéndose a su lado. Tragando su esencia que quiere escapar entre las hierbas quemadas o el aliento a whisky que sopla lentamente como un sueño. La música suave ronronea sensual entre los colores de la opaca habitación donde bailan perdidas mujeres. Pero en esa esquina ocultos tras cortinas solo están ellos dos bailando entre la suave brisa de su humor. Bailando en frívolos movimientos entre el fuego que se enciende en sus miradas.
Y si es el alcohol o no él sabe que su compañero de orbes deslumbrantes no se lo cuestiona y que tampoco le importa. El cigarrillo cae. Extiende su torso sobre la mesa. Nunca fue el primero en dar los pasos irrelevantes, en convivir en una cacería no deseada pero él es su deseo ahora, no va e huir más cuando la presa le desafía con los grandes colmillos escabulléndose de entre tan jugosas montañas. Solo él. Ante sus ojos ve a este hombre de cabellos opacos que le muestra como un mortífero weyverno la mirada de una bestia.
"¿Vas a hacerlo?"
El cazador muestra sus propios colmillos más filosos. La nicotina se desliza y con impulso muerde, rasga. Sus labios se devoran. La suave piel se enciende entre rugidos. El saco estorba. El vino se desliza entre sus lenguas.
Osamu escapa de sus recuerdos entre su propia risa que vuela lejos de la ligera sonrisa. Abre los ojos al mundo en que las estrellas brillan. Esperando un poco más frente al puerto prohibido. Consumiendo el fruto, el que siempre fue su perdición. El único que puede devorar la traición y devoción de un ser sin corazón. La luna gigante le mira escondida entre las nubes, aguardando a que aquel par de hijos suyos se miren bajo ella.
Aguardando al único Dragón que se disfraza de Oveja.
—¿Y ese traje? ¿Una especie de extraña cita de nostalgias suicidas tuyas?
Gira a mirarle con esa risilla escapando nuevamente de él. Esta allí, con esa ropa elegante que delinea su figura tan enigmática.
—Dime Chuuya... ¿No te parece una Luna conocida?
Levanta una ceja pero sabe que no dirá nada arrebatado, ambos saben porque están allí y metiendo las manos en los bolsillos presiona los puños. Los ondulados cabellos de fuego denso se voltean con un movimiento relajado producto del cansancio de la noche. Allí la mira. Golpeando en una sinfonía hipnotizante las olas contra el muelle y, como ya sabe, Nakahara queda prendado de las estrellas que no observan pero que serán su único público. Le admira un momento más: tan relajado junto a él, tan tranquilo junto a él y tan precioso entre la oscuridad. Teme un segundo y muerde su labio.
Pero ve la Luna destaparse ente esos cristales que lo mareaban y que ahora dan tanta paz. Las estrellas bailan y la Luna canta con los instrumentos de sus olas. El frio parece dejar de importar.
Tan precioso que deja de morder. No puede escapar más. Esa magnética luz de la que nunca podrá escapar está allí opacando a las estrellas que solo acarician su alrededor como joyas en la corona de un Rey.
—Chuuya...
Gira y solo tarda un segundo.
En una rodilla a su lado, la cajilla se sostiene en un temblor mal disimulado.
—No creo en la vida después de la muerte... —Relame sus labios y mira la cajilla abierta que sostiene. Chuuya sabe que duda y por un momento su corazón también lo hace pero como siempre ha sido sus rodillas ahora tocan el suelo frente a él. Mirándose. Osamu traga pero deja de temblar— creo que esto es todo y pienso... que esta es la mejor manera de vivir, si es que ahora debo hacerlo, si es que no puedo huir más... —Se esconde de nuevo y la sangre ahora se desliza metálica contra su lengua—
Un jadeo escapa entre el aliento temblante. Mira a su compañero incado entre la nieve que empieza a caer. Las lágrimas se deslizan.
Entre abre los labios pero Chuuya le detiene temblando desde allí pero sin esconderse. Se miran mientras corren entre sus mejillas— Si vas a hacerlo... —Ahora es el quien se muerde y respira con fuerza para continuar— si de verdad vas a hacerlo, deseo vivirla contigo...
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"No creo en la vida después de la muerte, creo que esto es todo y pienso que esta es la mejor manera de vivir"
Frase de Natalie Portman.
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Mafioso Diciembre - Soukoku OneShots
FanfictionOneShots de la pareja Soukoku siguiendo el Calendario de Adviento de MotinFanficker.