Dia 11 - Fiesta

26 17 0
                                    

Esta ebrio y lo sabe no solo por los ojos de Kouyou que se expanden mientras lo espera en la entrada rodeada de sus hombres que la acompañan tan elegantes como debería verse él. Él que no puede ni recordar donde perdió el sombrero. Baja del auto conducido por sus subordinados y las botas se deslizan sobre el concreto pulido. La hermosa mujer recorre entre el taconeo la vereda que los separa y le toma por los hombros.

Se ha pasado con las copas y eso la sabe aún mejor cuando la mujer agacha la mirada para atrapar la suya entre los cristales que le regañan en silencio bajo los murmullos de los invitados y servidumbre.

Las delgadas manos le aprietan la corbata entre risillas que escapan de su hirviente garganta. La siente acomodar el saco escarlata y la camisa negra. Acariciar sus mechones con las largas uñas rosadas rozando su piel. La escucha murmurar entre el bullicio pero no le regaña ahora, habla con quien ha conducido, Akutagawa está junto a él ahora recibiendo las ordenes de la Ejecutivo. Le toma el hombro y le lleva dentro. Arrastra las botas y mira las luces como un enorme reflector que le sega haciéndole mirar los azulejos dentro del gran salón.

Se tambalea porque mira las mesas moverse ligeramente y, aunque lleva la mano de su acompañante al hombre, siente como la misma trata de ponerle recto en ocasiones, tomándole del otro brazo. A lo lejos reconoce a otro par de Ejecutivos de espaldas a él desde sus asientos y vuelve a reír bajito porque sabe que será un escándalo cuando la fiesta acabe.

El segundo Ejecutivo más joven ebrio antes de la fiesta de Fin de Año, su primer año como Ejecutivo luego de ser traicionado por el...

Recita para quemar la herida que aún está abierta mientras se sienta bajo los cuidados de Ryunosuke. Estirándose toma la copa de su mesa repleta del champan que espera. Han llegado tarde porque los mareos no le dejaban levantarse del suelo de su sala. Las luces se tiñen más oscuras y mira al frente entre la gente que toma su asiento, nadie de pie, las puertas de seguridad cubiertas por subordinados de todos los Ejecutivos presentes. Entre cierra los ojos para ver avanzar al elegante hombre de gabardina oscura y traje tan muerto como la propia alma de todos allí. De pie frente al micrófono tomado entre los guantes blancos que aun a la distancia puede percibir.

Ejecutivos, compañeros y subordinados...

Comienza con una voz que lo aburre en instantes y se recarga contra la silla. Sus piernas extendidas bajo la mesa estorban al segundo par de sus acompañantes pero es el Jefe por lo que nadie le reclama nada. Mira la copa llena. La voz habla.

Me alegra informar que fue un término de año fructífero para la Organización.

La sonrisa se escapa dolorosamente de su rostro mientras las luces golpean contra las caídas pestañas, somnoliento por el alcohol calentando sus venas.

Mira a las personas en las redondas mesas rebosantes de una seriedad orgullosa, compañerismo y una esperanza que no existe en él, que se fue en un secuestro de su felicidad. Mira su copa ahora medio vacía y piensa. Así es su vida ahora, con una segunda oportunidad que no sabe manejar. El primer año. La primera muerte, el vacío que se expande de su estómago a su garganta. De pronto el cargo de Ejecutivo lo siente demasiado grande y el traje escarlata se enfría aunque dentro del salón el calor emana de los alientos ajenos.

Champaña. Una copa medio vacía.

El primer año. El primer Diciembre. Las palabras de su Jefe rebosantes de armonía, las palabras de un hombre que sabe incentivar al compañerismo y el orden mientras les mira a la cara como a peones y caballos.

Lamentamos las perdidas pero es por eso que esta ceremonia debe continuar a honor de quienes nos acompañaron y guiaron...

Y Chuuya no pudo escuchar más pues cayó en la cuenta de que la copa se vaciaba. Una copa que siempre estuvo a punto de derramarse entre las manos de su compañero. A su lado Akutagawa observaba y se perdió un momento en el afilado rostro que como un soldado escuchaba atento las promesas de ese hombre. Falsedades engañosas que lavan los pensamientos pero no los recuerdos que gritan en su cabeza todo el tiempo. Arde contra sus cuerdas el resto del líquido que bebe con prisa y baja la copa saboreando el alcohol que se evapora de sus labios húmedos.

Esa es la vida ahora. Las promesas nunca se cumplen y las silenciosas siempre son traicionadas.

Se levanta tambaleante.

La voz continua narrando párrafos engañosos como si fueran una familia, una que mata cuando decides volar. Se va entre tropezones. Mete las manos a los bolsillos que han perdido los guantes y no sabe dónde. A la mañana un vuelo despega donde él se va porque ese Jefe que tanto aclaman lo aleja. Lo arroja a donde puedan lavar los pensamientos propios. Se marcha de la fiesta pero sabe que le miran ojos de poder.

—Abre.

Gruñe a los hombres en la puerta.

Y se marcha.

Mafioso Diciembre - Soukoku OneShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora