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🎁 Callum 🎁

Caminaba por las calles con la frente arrugada. Especialmente por la enorme bolsa que cargaba en sus manos. Ni siquiera podía explicarse como es que al pasar frente a aquel escaparate tuvo el maldito impuslo de entrar a la tienda y comprar aquel enorme cerdito de peluche con una capucha de dinosaurio. No tenía sentido alguno, pero fue verlo y saber que se vería perfecto en manos de cierta niña bipolar de ojos ámbar. Le molestaba principalmente porque él no era de los que daba regalos y mucho menos en navidad. Pero también  le molestaba porque no había visto a Tatum y a su padre desde que le llevaron las galletas varios días atrás.

Era como si estuvieran evitándolo y Callum se preguntaba...¿por qué? No recordaba haber sido grosero con ellos y de hecho los había invitado a volver cuando quisieran y sin embargo ellos parecía  haber desaparecido. Y el hecho de preguntarse constantemente por ellos, solo lo hacía sentir más enojado consigo mismo.

Sus pies se  detuvieron frente a un escaparate. Era una joyería y lo que había llamado su atención era un bonito reloj, elegante con las correas de cuero. Las agujas resaltaban en plateado al igual que los números romanos. Mierda esa cosa era bonita y no para él. Odiaba usar reloj, lo hacían sentir incomodo. Sin embargo no era para él, de hecho le pareció bonito cuando lo imagino en la mano izquierda de Leif cassel. Dió u  paso atrás sintiéndose un poco impactado por aquel pensamiento.

¡Eso no tenía ningún puto sentido! ¿Quién demonios pensaba en comprar algo para su vecino, alguien a quien apenas conocía. Gruñó de manera audible haciendo que varias de las personas que caminaban por la acera le dieran miradas curiosas. Apretó el asa de la bolsa que llevaba en la mano y empezó a caminar nuevamente reprimiendo el impulso de volver sobre sus pasos y obtener el jodido reloj. Pero no lo haría, no señor. No estaba loco. Por lo que siguió caminando.

Dos calles después se detuvo abruptamente con unas terribles ganas de gritar de frustración. Giró sobre sus talones y volvió a paso rápido por el camino que previamente había tomado. Y no dejó de maldecirse mentalmente hasta estar parado frente a la joyería. Casí se traga su lengua cuando se dió cuenta de que el reloj ya no estaba en el escaparate. ¿Qué demonios? pero si apenas quince minutos atrás la maldita cosa aun estaba ahí. No se lo pensó dos veces antes de entrar a la tienda.

Escaneó el lugar para localizar a algún vendedor que estuviera desocupado. Pero al ser época festiva y como solía suceder, la mayoría de  personas dejaba la compra de regalos para última hora,  cada negocio de la ciudad estaba lleno. Y esa joyería no era la excepción, así que se colocó junto a uno de los tres mostradores de vidrio que ocupaban la tienda y espero a ser atendido por alguien...entonces lo vio y se tragó una maldición.

Al otro extremo de la tienda había un hombre pelirrojo hablando con una de las vendedoras y en sus manos sostenía el reloj que Callum había visto en el escaparate. El pelirrojo estaba revisando el bendito reloj y parecía muy dispuesto a comprarlo por lo que el castaño no dudó en cruzar la tienda y acercarse.

- Disculpe...¿ese reloj que estaba en exhibición?- pregunto llamando la atención del pelirrojo. Y solo cuando lo tuvo cerca se percató de que el hombre en cuestión tenía varios piercings en su rostro, además de los tatuajes que sobresalían del cuello de su jersey azul, los cuales no eran visibles desde lejos ya que el cuello levantado de su abrigo los cubría.

- Así es caballero- respondió la vendedora.

-¿Y de casualidad tiene otro igual a ese?

- Me temo que no- ella sonrio apenada- es el último que nos queda.

"Lo que me faltaba" se dijo consternado. Entonces le dio una mirada al pelirrojo tapándose con unos cálidos ojos color miel. Bueno, a pesar de toda la apariencia ruda, el hombre se veía amable y tal vez si Callum era lo suficientemente persuasivo...

Querido Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora