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🎁 Callum 🎁

Se asomó a la ventana y corrió la cortina para ver hacia el exterior. Eran cerca de las siete treinta de la noche y aun no había señales de Leif Cassel y su pequeña niña. "Patético" se dijo. Patético y  tonto, así era como se sentía mientras esperaba impaciente la llegada de su vecino. Negó un poco decepcionado y volvió a poner su atención en las personas reunidas en aquella sala.  Stella y Rub habían invitado a muchas personas y todas ellas parecía estar pasándosela realmente bien entre risas, bebidas y aperitivos. Todos excepto Cal que no podía dejar de moverse ansioso por todo el lugar.

Se sentó en el brazo del sofá en donde Stella estaba cómodamente sentada charlando con algunas de sus amigas. La música sonaba a volumen bajo para ambientar pero sin interrumpir las charlas. En cualquier otro momento Cal se hubiera comportado más o menos sociable, pero en aquel momento le estaba resultando condenadamente difícil y en lo único que podía pensar era en que Leif no llegaría nunca. Aunque no sabía ni porque le sorprendía tanto su ausencia, después de lo que había pasado el día anterior. Estaba dividido. Por un lado se sentía culpable por haberlo arrastrado a la oficina y haberle hecho...eso. Parecía que ambos lo había disfrutado, pero era difícil asegurarlo cuando Leif no dijo mucho al respecto antes de salir prácticamente corriendo del Pub; Por otro lado, Cal se sentía malditamente eufórico, aun no lograba sacarse de encima la sensación de estar a metros de altura después de haber tenido el mejor orgasmo de su vida. ¿Qué tan loco era eso?

Por eso mismo estaba tan ansioso por ver de nuevo a su rubio vecino y averiguar en que punto se encontraban.  Y es que Cal no era ningún tonto como para fingir no saber lo que le pasaba con sus vecino. Esas ganas de verlo, esa necesidad de sentirlo cerca. Todo eso aun cuando apenas si habían tenido un par de  encuentros. En teoría no tenía sentido sentirse de esa manera por alguien a quien apenas conocía. Pero tampoco importaba buscarle un sentido ¿para qué? eso no haría que desapareciera lo que sentía.  Cal no era tonto, pero si obstinado y por eso prefería no ahondar en esas emociones desconocidas que Leif le provocaba.

- Hey, ¿por qué tan pensativo?- preguntó Stella colocándole una mano sobre el brazo. solo entonces Cal se dio cuenta de que se habían quedado solos.

- Es solo que...- hizo una mueca recordando que ni siquiera le había dicho a Stella o a Rub que invitó a Leif. - No te enojes, pero invite a mi vecino a venir.

- Oh, está bien- ella sonrió - Leif me agrada. - ¿Y te arrepientes de haberlo invitado? o...¿te preocupa que no venga?

-Dijo que lo haría y sin embargo no ha llegado- se encogió de hombros.

-Tal vez tenía otros compromisos.

-O tal vez solo este evitandome- Respondió antes de poder detener su lengua. Stella le dió una mirada suspicaz y eso lo hizo estremecer. Sabía que se había condenado al decir aquello y que Stella no lo dejaría tranquilo hasta que le explicara de que iba todo. Suspiró y se puso de pie- Hablemos en un lugar más privado.

-Okey.

Se dirigieron a la cocina en donde no había nadie y la música no era más que un murmullo. Cal se sentó en uno de los taburetes frenta a la encimera y Stella se limito a recostarse contra la superficie, con una galleta entre sus dedos.

-Así que dime, Cal, ¿Por qué tu vecino querría evitarte?

- Es que...- generalmente era un hombre descarado y no le importaba decir las cosas en voz alta. Pero en aquella ocasión estaba siendo bastante difícil encontrar la manera de explicarle a su amiga lo que estaba pasándole con su rubio vecino. Se pasó las manos por el cabello con algo de frustración. - Leif es gay.

Querido Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora